Publicado en
julio 09, 2020
En años recientes ha surgido una nueva y desconcertante teoría médica. En ella se postula que, añadiendo a la alimentación habitual comestibles con un alto contenido de residuos fibrosos, se pueden prevenir la apendicitis, las cardiopatías, el cáncer de colon y recto y otros padecimientos. En el presente artículo, un conocido autor médico asegura que con un régimen de este tipo se puede evitar y curar otra seria amenaza contra la salud: la obesidad.
Por el Dr. David Reuben.
DE TODOS los males que amenazan a la salud humana, la obesidad es, virtualmente, uno de los más desastrosos. Según cálculos de las compañías de seguros, en la persona mayor de 45 años que pesa siquiera cuatro o cinco kilos más de lo normal, las posibilidades de fallecer prematuramente aumentan un ocho por ciento. Por cada kilo excedente, el riesgo de morir antes de tiempo aumenta alrededor de dos por ciento. Quien, por ejemplo, esté excedido de peso unos diez kilos, tiene algo así como 20 por ciento más probabilidades de muerte prematura que un individuo de peso normal.
La mayoría sabemos instintivamente que es malo para la salud el exceso de grasa. Pero aunque casi todos pueden bajar de peso siguiendo alguna dieta, por lo general las dietas adoptadas popularmente no producen reducción permanente. Más del 90 por ciento de las personas que logran perder kilos, vuelven a echárselos encima al cabo de un tiempo mayor o menor.
Resulta irónico el que, mientras millones de personas que guardan dieta se pasan la vida privándose de 10 calorías por aquí y 20 más por allá, y se esfuerzan en limitar su consumo de carbohidratos a 30 gramos diarios, en todo el mundo otros millones de individuos consumen 3000 calorías y 600 gramos de carbohidratos por día sin aumentar de peso. Los habitantes de algunas zonas rurales de África y Asia, por ejemplo, están delgados y ágiles durante toda su vida a pesar de que su alimentación es abundante en calorías y en hidratos de carbono.
Al estudiar las causas de ello, los investigadores médicos hicieron las observaciones siguientes:
Virtualmente todos los obesos son individuos que siguen una alimentación pobre en fibras residuales indigeribles, compuesta principalmente de productos elaborados con azúcar refinada y harina blanca muy procesada.
Algunas personas sometidas a dietas de escaso contenido calórico se quejan de que no adelgazan y, a veces, de que siguen engordando.
Y sin embargo hay en todo el mundo individuos cuya alimentación es rica en calorías, no obstante lo cual no son obesos.
Después de un cuidadoso análisis de miles de regímenes alimenticios, los científicos han dado las explicaciones que siguen:
1. Por lo muy apetitosa que resulta (tiene mucha azúcar y harina blancas y muy refinadas), la comida con escasos residuos fibrosos estimula la glotonería, y así la obesidad es casi inevitable.
2. El tratamiento seguido habitualmente contra la obesidad consiste en someter al paciente a un régimen alimenticio pobre en calorías. Sólo que estas dietas casi invariablemente dejan escasos residuos que no se digieren, y son muy deficientes en fibras, lo que perjudica al aparato digestivo.
3. La obesidad es rara entre los vegetarianos estrictos que comen únicamente frutas frescas, nueces, hortalizas y otros productos semejantes. Hay campesinos africanos y asiáticos que consumen hasta 3000 calorías diarias, y sin embargo casi nunca están excedidos de peso, pues su alimentación es rica en fibras. (Pero una vez que estos mismos africanos adoptan los hábitos alimentarios de Occidente, pobres en residuos fibrosos, engordan lo mismo, que los occidentales.)
HASTA hace cinco años los especialistas no llegaron a comprender realmente por qué algunas personas engordan excesivamente. La observación de los hábitos de alimentación de los individuos obesos acusó en ellos una "sensación de saciedad" retardada; es decir, que pueden consumir enormes cantidades de comida antes de que el centro nervioso que regula el apetito les haga saber que han satisfecho el hambre. Las personas que se alimentan normalmente se sienten satisfechas mucho más pronto, y por eso dejan más pronto de comer.
Los obesos casi siempre engullen de prisa, mastican insuficientemente los alimentos y son muy afectos a todo lo que contiene muchas calorías en un volumen reducido. Además, según parece, su aparato digestivo trabaja siempre con máxima eficacia y aprovecha hasta la última caloría de lo que consumen.
Para este tipo de personas una alimentación rica en residuos fibrosos parece ser la dieta ideal, pues contrarresta todos y cada uno de los mecanismos fisiológicos que favorecen la obesidad. Considérense los puntos siguientes:
• Se necesita más tiempo para comer productos con abundante contenido de fibras. El puré de papas de preparación instantánea y el pan blanco de consistencia algodonosa, por ejemplo, se degluten con tanta facilidad como una papilla. En cambio para masticar y absorber el arroz con cascarilla, las zanahorias crudas y las manzanas frescas, se requieren tiempo y energía. Es más probable que una persona alimentada con productos fibrosos se llene sin comer en exceso.
• Cuanto más se prolonga la masticación, tanto más saliva y jugo gástrico se producen. Estos líquidos digestivos se mezclan en el estómago con los comestibles, aumentan el volumen de las fibras contenidas en los alimentos e intensifican la sensación de plenitud.
• Los comestibles que más residuos fibrosos dejan son también más voluminosos. Después de comer una abundante ración de lechuga y apio, y de consumir unas albóndigas amasadas con salvado y acompañadas de guisantes, queda poco lugar para el pan.
• Hay pruebas convincentes, aunque todavía no decisivas, de que los regímenes ricos en fibras disminuyen la capacidad del intestino delgado para absorber calorías.
• Las personas que prefieren los alimentos fibrosos excretan mayor cantidad de grasa que quienes consumen el otro tipo de alimentos. Además las fibras evitan el estreñimiento, contratiempo que casi invariablemente acompaña a las dietas de adelgazamiento.
Aparte de disminuir las probabilidades de padecer enfermedades del corazón, diabetes o hipertensión arterial, la dieta rica en fibras hace que se consuman las reservas de grasa acumuladas en ciertas partes del cuerpo y se reparta normalmente el peso corporal. Al mismo tiempo evita recurrir a medicamentos, inyecciones y pastillas, con sus riesgos inherentes. Bastará ajustarse al régimen de alimentación rica en fibras que de manera esquemática se formula en el recuadro adjunto. Si el lector se limita.a comer únicamente lo que allí se indica, comenzará a bajar de peso sin mayor esfuerzo. El exceso de grasa irá desapareciendo paulatinamente y sin riesgo, pues perder muchos kilos demasiado rápidamente puede resultar peligroso. Con este régimen en cambio, el peso bajará poco a poco y se conservará en el nivel ideal.
¿Es en realidad eficaz este régimen dietético? Millones de seres humanos en todo el planeta no han conocido sino este tipo de alimentación y se han librado de la obesidad. Podemos afirmar que es la dieta normal, natural y racional para la humanidad.
El principio fundamental en que se basa es poner remedio a la deficiencia de residuos fibrosos y facilitar la digestión normal. Una vez que se ofrezca al organismo la oportunidad de funcionar en las condiciones fisiológicas para las que está hecho, regulará su propio peso automáticamente. Para asegurar al lector buenos resultados:
• Cerciórese de que goza de buena salud; es esencial un reconocimiento médico reciente. Toda persona que sufra algún padecimiento relacionado con la nutrición (como diabetes, hipertensión arterial, enfermedades cardiacas, divertículos, afecciones renales y otros males semejantes) deberá abstenerse de cualquier régimen dietético que no haya sido aprobado por el médico.
• Siga escrupulosamente la dieta descrita. En ella no hay excepciones ni "días libres".
• Coma lentamente. Las fibras requieren tiempo para absorber líquido si han de proporcionar la esencial sensación de plenitud.
• No coma si no tiene hambre. Muchas personas con exceso de peso toman como un reto las típicas dietas que aconsejan o permiten comer cuanto se desee.
• Tenga paciencia. Con este régimen alimenticio se evita el característico "malestar de la dieta"; no es necesario darse prisa. Considere que una reducción de sólo 250 gramos a la semana significa perder 13 kilos en un año.
EL LECTOR notará algunas cosas interesantes en esta dieta. En general no se especifican cantidades determinadas. Dentro de límites razonables, mientras sea rica en alimentos fibrosos, una o dos tazas de cereal de salvado entero o una porción más de carne o arroz con cascarilla, no desvirtuará los resultados.
Hay además otra ventaja. Por lo general, el exceso en la comida obedece, al menos en parte, a factores emocionales. La tensión síquica, la ansiedad y un ritmo de vida acelerado son elementos que fomentan la glotonería. Y todo parece indicar que una alimentación rica en fibras induce a la tranquilidad. Después de guardar esta dieta durante una o dos semanas, al parecer disminuye el impulso de hacerlo todo de prisa y preocuparse. La mayoría de las personas logran conciliar más fácilmente el sueño por la noche.
Cuando el lector se decida a bajar de peso, la dieta de fibras le será de gran utilidad. No hay que olvidar que tal régimen forma hábito. El placer de sentirse satisfecho, sabiendo que el organismo funciona al fin como debe funcionar y que al mismo tiempo se está reduciendo de peso, quizá nos libre de volver a caer en nuestros antiguos hábitos de alimentación.
DIETA RICA EN RESIDUOS FIBROSOS
ELIMÍNENSE de la alimentación todos los comestibles pobres en fibras, todos los productos hechos con harinas ultraelaboradas y toda azúcar refinada (la morena inclusive). En vez de azúcar refinada, consúmanse melaza y miel.
Siempre que sea posible, hay que ingerir alimentos ricos en residuos fibrosos, como nueces, semillas, cereales de grano entero, y frutas y legumbres que contengan muchas fibras.
Cómanse cantidades moderadas de carne magra, pescado y aves de corral. (Con una dieta que sea rica en fibras celulósicas ya no se apetece la carne en grandes cantidades.)
Todos los productos alimenticios farináceos deberán prepararse con harinas de grano entero de centeno, trigo, soya, maíz, alforfón o arveja, sin agregarles azúcar refinada, y con la mínima cantidad posible de manteca.
Quedan prohibidos los productos muy ricos en azúcares y féculas. Entre ellos hay que incluir toda clase de mantecados, confites y bombones, bebidas gaseosas azucaradas, todo tipo de pasteles "comerciales" y asimismo los cereales previamente endulzados.
En este régimen se excluyen las bebidas alcohólicas de cualquier clase, como es obligado en toda dieta médicamente sensata. Dentro del organismo, el alcohol se convierte rápidamente en azúcar y echa a perder cualquier plan dietético. (Muchas personas que han observado una dieta rica en residuos fibrosos, comprobaron antes de un mes que les desaparece casi por completo el deseo de ingerir bebidas alcohólicas.)
De ser posible, las frutas y las verduras deberán comerse crudas o con un mínimo de cocimiento; además se recomienda consumirlas completas: con semillas, cáscaras y fibras, si esto es posible. Hay que comer sólo frutas frescas, pues las que se venden enlatadas o congeladas casi siempre contienen azúcar.
Los productos lácteos se tomarán con moderación. Úsense grasas y aceites en poca cantidad, tanto para guisar como para preparar ensaladas. Redúzcase al mínimo el consumo de condimentos y sazonadores picantes.
Antes de cada comida se deben tomar dos cucharaditas de salvado natural disueltas en un vaso de agua.
Tómese diariamente dos cucharadas de yogurt para favorecer la proliferación de la flora bacteriana intestinal de los lactobacilos (gérmenes que propician la fermentación normal de los alimentos ingeridos).
Hay que beber por lo menos ocho vasos de agua al día. La necesitan las fibras para que el organismo funcione en condiciones óptimas.
CONDENSADO DE "THE SAVE-YOUR-LIFE DIET". © 1975 POR LA PRESA ENTERPRISES. INC.