INYECTE ALEGRÍA A ESE MATRIMONIO
Publicado en
noviembre 15, 2017
Para reavivar la llama del amor, nada como la jovialidad y... salirse de la rutina diaria.
Por Edwin Kiester hijo, y Sally Valente Kiester.
TRAS DESEMPOLVAR el álbum fotográfico, Marian lo abrió. Se le arrasaron los ojos cuando empezó a ver las instantáneas, que le recordaban lo mucho que había gozado con Chuck en su noviazgo y en su época de recién casados. Allí aparecían en un viaje a Sun Valley, Idaho, donde esquiaron; Chuck la levanta en vilo sobre la nieve. En otra foto, ella tiene en la mano un diente de león que Chuck acaba de darle. Y en otra, se ve a la feliz pareja el día de la boda.
¿Qué se hicieron aquellos tiempos?, se preguntó entonces Marian. ¿En dónde están las sonrisas a flor de labios?
Y su matrimonio no se había derrumbado, ni mucho menos. En diversos aspectos Chuck era un esposo modelo, y ella no podía ni imaginar vivir con otro hombre. Ambos habían formado un hogar encantador, y estaban orgullosos de sus dos hijos. Pero rara vez disfrutaban de un rato juntos, y ya casi no reían. Pasaban veladas enteras en silencio. Hasta su vida sexual había perdido interés. Marian resumió la situación de su matrimonio con estas tres palabras: tedio, tedio, tedio.
Este matrimonio sufre de una especie de "desintegración oculta", explica Sarah Catron, directora ejecutiva de la Asociación para el Enriquecimiento de las Relaciones Conyugales, establecida en Winston-Salem, Carolina del Norte. La experta compara los matrimonios como ese con una casa cuya estructura se está desmoronando lentamente. "Por fuera, todo parece miel sobre hojuelas", señala. "No obstante, algo se ha perdido, y nadie se ha percatado siquiera de ello. Ese algo es la diversión, la cual no desaparece por decisión de nadie, sino por negligencia".
Por fortuna para Marian y Chuck, el álbum de recuerdos les ayudó a reconocer que habían caído en una rutina cada vez más absorbente, y así lograron salir de ella. Otras parejas reaccionan demasiado tarde, cuando su relación ya se desmoronó. "Constantemente atiendo matrimonios que me gustaría que hubieran acudido a mí un año antes, cuando todavía podía reavivarse la llama", observa Bernice Itkin, consejera matrimonial de San Francisco, California.
En su libro Intimate Play ("Juego íntimo"), el psiquiatra de Boston William Betcher hace hincapié en que la disposición al esparcimiento es vital para una relación satisfactoria. "Las personas que se divierten en pareja le dan a entender al compañero: Confío en que me ames incluso cuando hago tonterías", explica el facultativo.
Es fácil perder el gozo del matrimonio en el agitado mundo actual, dominado por la persecución del éxito; pero se puede corregir esa situación, si ambos cónyuges están dispuestos a intentarlo. Ní siquiera se necesita invertir mucho tiempo: sólo hace falta el ferviente deseo de lograrlo. He aquí varias sugerencias de los expertos en relaciones conyugales:
1. Baje la guardia. Muchísimas parejas consideran que el matrimonio es algo mortalmente serio, constituido por una solemne serie de pagos de hipoteca, reuniones de la Asociación de Padres de Familia y Maestros y otras obligaciones. Tanto se les ha insistido en la necesidad de "esforzarse en favor del matrimonio", que no se dan un minuto de tregua.
Michael Spring, colaborador del Centro de Enriquecimiento Matrimonial de San Rafael, California, recuerda: "Cierta pareja a la que asesoramos mi esposa Nancy y yo no se había tomado unas vacaciones sin sus hijos en diez años. Se sentían culpables ante la perspectiva de divertirse, cuando tenían tantas cosas importantes que hacer. Les daban prioridad a los hijos, sin pensar que ellos serían los primeros perjudicados en caso de sufrir menoscabo el núcleo de la familia".
"Puro trabajo y nada de juego vuelve soso a cualquier niño, y lo mismo ocurre en el matrimonio", señala Sarah Catron. Por tanto, el primer paso que tiene que dar la pareja ha de ser divertirse juntos.
2. Propóngase actuar con espontaneidad. "La espontaneidad planeada parece algo contradictorio", observa Catron, "pero no se puede ser espontáneo si no se da uno tiempo. A la pareja le conviene reservar ratos para ella misma, en los que nada la distraiga y pueda hacer lo que le plazca. Tómense los dos una tarde libre y váyanse solos a contemplar paisajes nevados, o al zoológico; cómprense globos y arrójenles cacahuates a los monos".
Cierto atareado abogado reservaba una noche por semana para "cortejar" a su esposa. Siempre contrataba a una niñera, y nunca le decía a su mujer adónde irían. Una vez la llevó a un parque de diversiones; otra, a un concierto de música moderna. Llegó incluso la noche en que cenaron en su propia casa a la luz de las velas, con el servicio completo contratado por él. "Lo importante no era a dónde iban ni lo que hacían", observa Michael Spring, "sino dar a entender a la esposa que ese tiempo estaba reservado sólo para ella".
3. Sean juguetones. ¿Recuerda cuando usted y su cónyuge se ponían apodos afectuosos? ¿Y cómo reían sin motivo, sólo porque se sentían felices juntos?
No obstante, la jovialidad suele ser la primera pérdida en el matrimonio, observa el psiquiatra Betcher. "Después de casarse, la gente se dice a sí misma: ¡Madura! ¡Actúa conforme a tu edad! O bien: ¡Jorge! ¡No hagas eso delante de los niños! Sin embargo, esa actitud juguetona en la intimidad es algo que trasciende la edad".
Sobre todo, los retozos en privado sirven para apuntalar la relación, precisamente por el contacto físico. La caricia afectuosa, el abrazo inesperado, las cosquillas juguetonas pueden expresar mejor que las palabras: "Me encanta estar contigo".
4. Dense sorpresas. "Hacer algo inesperado para su cónyuge demuestra que usted ha estado pensando en él o en ella", explica Bernice Itkin. "Una sorpresa equivale a declarar: Te llevo en mis pensamientos aun cuando no estamos juntos". No tiene que ser un auto nuevo. La sorpresa que cierta mujer mejor recuerda se la dio su esposo una mañana de primavera: él se levantó temprano, fue a cortar al jardín la primera rosa del año y la colocó junto a ella, en la cama.
5. Rían juntos. Muchos matrimonios que en otro tiempo reían a menudo acaban por hacerlo muy rara vez. No obstante, hay formas de restituirle la alegría a la relación. Una mujer, por ejemplo, pega caricaturas en la puerta del refrigerador; otra, letreros graciosos. Las parejas que tienen videocaseteras pueden alquilar las comedias que alguna vez gozaron juntos.
El chiste compartido une a los cónyuges, y su efecto es como si cada uno le dijera al otro: "Te conozco muy bien, y sé lo que te hace reír". Según cierto estudio publicado por la revista Psychology Today ("La psicología, hoy"), las parejas que ríen con los mismos chistes tienen más probabilidades de permanecer unidas.
6. Devuelva el regocijo a su vida sexual. De todos los aspectos de la vida marital, el sexual es el que más fácilmente se torna rutinario. Además, es el más difícil de modificar. Bernice Itkin recuerda a un matrimonio que acudió a ella para que le proporcionara terapia sexual. "Lo primero que tuve que hacer fue convencer a la esposa de que no tiene nada de malo desnudarse con la luz encendida".
La variedad es la sal y la pimienta de la vida sexual. "¿Por qué han de limitarse las relaciones íntimas a la undécima hora de la noche?", pregunta Herant Katchadourian, psiquiatra de la Universidad de Stanford, en California. "¿Por qué no disfrutar del sexo durante la mañana, o en las tardes de los fines de semana?"
Por otra parte, las relaciones sexuales armoniosas no siempre se inician en la recámara. Tocarse, acariciarse, halagarse; todo ello conlleva insinuaciones sexuales, e incrementa el placer del acto sexual. Cierta pareja descubrió que el baño en común constituía un excitante preludio. Otra, enviaba a sus hijos pequeños a casa de la abuela, para poder arrimarse a la chimenea encendida y gozarse mutuamente allí.
Es muy común que la gente se concentre en el acto sexual y pase por alto otras maneras de brindar placer. "Para la mayoría de las mujeres", advierte Bernice Itkin, "los mimos y los abrazos tiernos pueden ser lo más importante".
El matrimonio prospera a la luz de lo cotidiano y lo habitual, pero también necesita la refrescante agua de la novedad y la espontaneidad para no marchitarse. Los matrimonios que alguna vez se rieron juntos no deben permitir jamás que la adustez los paralice.
Como declara William Betcher: "La diversión compartida es importante". Y Sarah Catron, por su parte, añade: "Los matrimonios más venturosos viven inmersos en una atmósfera de jovialidad".