CUANDO LA ENFERMEDAD NO ES MENTAL SINO ORGÁNICA
Publicado en
octubre 18, 2017
Nuevos estudios ofrecen pruebas convincentes de que una asombrosa proporción de los trastornos mentales en realidad se desencadenan por padecimientos físicos... curables.
Por Earl Ubell.
CUANDO su esposa falleció en un accidente automovilístico, en agosto de 1983, Robert Smith* quedó abrumado por la pena. Después del funeral, se hundió cada vez más en la depresión. "No podía ni respirar", recuerda este dirigente empresarial, de 32 años. "Perdí el apetito. No lograba concentrarme... Cuando cerraba los ojos, veía extrañas manchas de colores. ¡Eso fue lo que me asustó más!" Sin embargo, los médicos no descubrieron en él ningun mal orgánico, y le aconsejaron que consultara a un psiquiatra.
La situación empeoró tanto, que Smíth, por sí mismo, se internó en Fair Oaks, hospital psiquiátrico privado en Summit, Nueva Jersey. Allí, el doctor Charles Dackis, psiquiatra, ordenó que le hicieran una serie de pruebas. "Bob Smith no parecía estar físicamente sano", explica el doctor Dackis. "Tenía baja la presión arterial y, al analizar su sangre, vimos que el nivel de sodio estaba también bajo, y el de potasio, peligrosamente elevado".
Además, el doctor Dackis observó que el área alrededor de las tetillas de Bob estaba sumamente oscura. Al consultar a un endocrinólogo, confirmó que Smith padecía la enfermedad de Addison; las suprarrenales, dos pequeñas glándulas situadas encima de los riñones, ya no secretaban hormonas. Esta disfunción glandular le daba la apariencia de un enfermo mental, y lo hacía actuar como enajenado.
Los médicos le recetaron inyecciones de hormonas suprarrenales. "A la mañana siguiente, era una persona del todo distinta", comenta el paciente. "Respiraba con facilidad y sentía la cabeza despejada".
De haberse atendido a Smith sólo como a un enfermo mental, habría muerto. Sobrevivió porque los médicos de Fair Oaks consideraron que los padecimientos físicos podrían desempeñar un papel importante en los trastornos emocionales. Gracias a la creación de numerosas pruebas para detectar disfunciones cerebrales y glandulares, los facultativos están descubriendo que a muchos pacientes, como el señor Smith, se les han diagnosticado erróneamente males físicos como enfermedades mentales. En realidad están enfermos, pero no enajenados.
El doctor Richard Rada, director del Hospital Universitario, centro psiquiátrico en Serritos, California, opina: "Algunos pacientes que presentan depresión, angustia o pensamientos y conducta excéntricos, acaso realmente padezcan de cáncer, anormalidades de tipo epiléptico, disfunción glandular, cardiopatía o alguna otra enfermedad física".
En Fair Oaks, los doctores Carter Pottash y Mark Gold llaman a estos males físicos "los grandes remedadores de la psiquiatría". Han observado que ciertos pacientes tienen síntomas de depresión grave por padecer, en realidad, de insuficiencia hormonal de la glándula tiroides. El tratamiento con hormonas tiroideas suele despejar la bruma mental de la depresión.
Otros galenos han identificado a pacientes mentales que tienen la glándula tiroides hiperactiva. Los síntomas pueden semejar una esquizofrenia, la cual distorsiona tanto la mente, que la víctima pierde el contacto con la realidad.
También las hormonas que elaboran las glándulas paratiroides pueden enloquecer a la persona. El exceso de estas hormonas produce calcio en demasía, que puede hacer que el individuo actúe como psicótico. Su deficiencia reduce el calcio, y así la persona se comporta como un alcohólico. Ambos trastornos son raros, pero ocurren.
Incluso la diabetes, que también es una enfermedad glandular, llega a causar graves síntomas de psicopatías: el páncreas, glándula situada debajo del estómago, no secreta suficiente insulina, hormona que gobierna la utilización del azúcar y de la grasa en el organismo. Las consecuencias pueden ser trastornos de la personalidad, depresión o psícosis.
Después de las disfunciones glandulares, la causa física más común de los síntomas de enfermedad mental es alguna forma de epilepsia. Gloria Pavan, de 42 años, quien trabaja como secretaria en una escuela de Connecticut, padeció trastornos emocionales durante trece años.
Gloria se sometió seis años a la psicoterapia y consumió kilos de tranquilizantes. Luego conoció al doctor David Gross, profesor adjunto de psiquiatría de la Universidad de Yale y director de los servicios de consulta psiquiátrica del Centro de Salud del Hospital Waterbury, en Connecticut. Cuando un electroencefalograma indicó que eran irregulares los impulsos eléctricos del cerebro de Gloria, el doctor Gross le recetó Dilantín, fármaco anticonvulsivo.
"En siete meses y medio, empecé a sentirme como nunca", comenta Gloria. "He mejorado en un noventa por ciento, y ya puedo llevar una vida normal".
El doctor Gross apunta que, en los últimos veinte años, los psiquiatras han tendido a pasar por alto el aspecto físico de las enfermedades mentales: "Hemos dado en creer que podemos hacer cuanto deseemos mediante la fuerza de voluntad. Pero, si una persona tiene un padecimiento físico, la sola voluntad no corregirá la situación".
En fechas recientes, los médicos han tratado muchos casos de personas que presentan extraños sobresaltos en los latidos cardiacos, acompañados de ansiedad y accesos de pánico. En muchos de estos pacientes, los cardiólogos descubren que las aletas de la válvula mitral, que separa las cámaras superior e inferior del corazón izquierdo, no se cierran apropiadamente.
Una mujer de Hewlett, Nueva York, de 38 años de edad, casi enloqueció de accesos de miedo. Relata: "Cosas que a otras personas atemorizaban ligeramente, a mí me aterrorizaban". La atención de dos psiquiatras y cinco años de psicoterapia no aliviaron sus síntomas. Pero, entonces, la doctora Elizabeth Muss, de la Ciudad de Nueva York, identificó el trastorno de la válvula. Concluye esta paciente: "Después de que la doctora Muss me explicó lo que me sucedía, me recetó un tratamiento con Inderal (calmante del sistema nervioso), y pronto volví a la normalidad".
El cáncer es otra enfermedad física que con frecuencia se delata mediante síntomas psíquicos. Esto ocurre, sobre todo, con el cáncer del páncreas, que puede provocar depresión profunda e insomnio. Este cáncer mata a la mayoría de sus víctimas en menos de un año, contado a partir de su manifestación, porque tiende a llegar a una etapa avanzada antes de que los médicos detecten los síntomas físicos. Pero el doctor Gold asegura que un psiquiatra alerta puede salvar muchas vidas al diagnosticar este cáncer durante sus etapas iniciales.
Los ancianos suelen ser muy vulnerables al estrés que provocan ciertas enfermedades. En un estudio realizado en Estados Unidos, los médicos observaron que una de cada cuatro personas mayores de 65 años y que tenían males psíquicos presentaba una enfermedad física, la cual provocaba el trastorno mental. (Y un número igual presentaba trastornos físicos que empeoraban su perturbación emocional.) Por otra parte, las personas de edad avanzada toman muchos medicamentos que producen efectos secundarios en la mente y, sobre todo, una falsa senilidad. Muchas veces, cuando el médico deja de recetar cierto medicamento o ajusta la dosis, desaparecen los síntomas psíquicos. Según otro estudio norteamericano, casi el tres por ciento de la gente que, por prescripción médica, toma con regularidad algún fármaco, presenta síntomas de psicopatías.
¿Adónde nos lleva todo esto? Muchos psiquiatras están convencidos de que no se debe iniciar un tratamiento psiquiátrico sino hasta después de hacer un examen físico cabal; si usted o un miembro de su familia se siente deprimido, angustiado, o manifiesta conducta extraña, he aquí lo que le recomiendan estos especialistas:
1. Antes que nada, si es repentina la aparición de los síntomas psíquicos (en pocos días o semanas) debe sospecharse que hay un trastorno orgánico. No pretenda "esperar a que pase" sin consultar al médico.
2. Procure que el médico familiar lo remita al especialista en diagnóstico, de preferencia en un centro médico o psiquiátrico, donde se disponga de otros especialistas y de pruebas de diagnóstico modernas.
3. No tema ni se avergüence por decir a los médicos a qué fármacos recurre. Muchos padecimientos psiquiátricos se deben al uso de drogas no autorizadas, al empleo erróneo de recetas y a sobredosis. Debe confiar al médico todo cuanto sepa al respecto.
4. Si recurre a un psiquiatra para el tratamiento, no deje de consultar periódicamente al especialista en diagnóstico. Es posible que los síntomas no detectados al principio se manifiesten en los siguientes reconocimientos médicos.
*Nombre ficticio.