ESPINO ALBAR, EL ARBUSTO PRODIGIOSO
Publicado en
agosto 18, 2017
Solamente el solitario encuentra el bosque.
Peter Rosegger.
Por Ignacio Abella.
En el mundo del bosque muchas veces las apariencias engañan. Cuando vemos en los pastos de montaña los bosquetes de espino albar no podemos dejar de establecer una comparación con la sabana africana y sus retorcidas acacias. Un diálogo ancestral ha conformado esta relación en la que los herbívoros conviven con los arbustos espinosos. Es curioso que, finalmente, sean precisamente los vegetales que han aprendido a defenderse de la voracidad de los animales mediante espinas o tóxicos los que mejor conviven con ellos. Tan sólo estos arbustos pueden sobrevivir al intenso ramoneo y, por tanto, los propios herbívoros se convierten en sus mejores aliados que eliminan toda competencia vegetal.
Al mismo tiempo los animales encontrarán en las acacias y los espinos albares las únicas sombras, además de una fuente de alimento difícil pero segura en los tiempos de sequía. Resulta paradójico también que quienes mejor se defienden sean los mejores protectores. Las aguzadas púas del espino albar y los ecosistemas de matorrales y orlas de bosque donde suele vivir esta especie, y en los que también crecen zarzas, endrinos y otros arbustos espinosos, son un perfecto refugio y escondite. Lugar de anidamiento y cría de infinidad de animales de todo pelo y plumaje, constituyen también la defensa idónea para las plántulas de muchos árboles que encontrarán allí las condiciones de sombra, humedad y abrigo para arraigar convirtiendo al matorral en un bosque.
La fiera defensa del espino albar se convierte, por otro lado, como en el resto de las rosáceas, en cooperación intensa: con los fecundadores que visitan asiduamente sus flores y los diseminadores que se alimentan de su fruto y llevan la semilla lejos de la planta madre, donde tendrá posibilidades de crecer. No sólo los pequeños pájaros petirrojos, mirlos, zorzales... comen y dispersan las semillas; también grandes aves como el azor y muchos mamíferos como la garduña son asiduos comensales de esta despensa y sus llamativos frutos se ofrecen durante una larga estación que dura todo el otoño y gran parte del invierno.
En el folclore europeo, el propio espino albar o sus ramas sirven para alejar el rayo o protegerse de los hechizos, como morada de genios y elfos de toda clase (en numerosas leyendas es uno de los hogares, palacio o castillo favorito de las hadas), o como árbol mayo que se colocaba en las plazas o a la entrada de las casas de las mozas del pueblo para celebrar la llegada de la primavera y el retorno de la vida.
Como verdadero árbol de la vida, al famoso Espino de San Lubin (Normandía) se daban siete vueltas para lograr casarse durante el año. También se ha usado como árbol de nacimiento, y muchas tradiciones lo relacionan con la fundación de iglesias y santuarios como el de Aranzazu, en Guipúzcoa, y otros muchos por toda Europa en los que la virgen se aparece sobre un espino albar. Cuenta la leyenda que la primera iglesia cristiana de Inglaterra se fundó en el año 63, en el lugar en el que San José de Arimatea hizo brotar un espino florido plantando en tierra su báculo. Más tarde, aquella fundación se convertiría en la poderosa abadía de Glastonbury y el espino continuaría floreciendo la víspera de Navidad, todos los años, hasta que fue cortado en el año 1649 por los puritanos de Cromwell.
...A ella como hija de reyes, la entierran en el altar;
a él, como hijo de condes, unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
(Amor más fuerte que la Muerte. Romance anónimo)
USOS Y REMEDIOS TRADICIONALES
La madera del espino albar se ha utilizado para tornear y hacer pequeñas tallas y esculturas y en la confección de cucharas y tenedores y otros utensilios domésticos. Sus ramas cortadas o el propio árbol plantado en hilera forman cerramientos espinosos idóneos que pueden ser muy sólidos y tupidos para cercar todo tipo de terrenos y sirven además para injertar nísperos, manzanos y perales.
Durante la primavera el espino albar florido hace honor a su nombre vistiéndose enteramente de un blanco puro y un intenso aroma. Las abejas zumban en sus ramas y podemos recoger estas flores, que sirven como remedio regulador de la tensión y tónico del aparato circulatorio. Y, por supuesto, los frutos, que fueron alimento y entretenimiento de pastores y gentes de monte, aportan una gran cantidad de vitamina C.
Fuente: REVISTA INTEGRAL - JUNIO 2008