AL FIN PODEMOS ALIMENTARNOS PARA PREVENIR EL CÁNCER
Publicado en
agosto 15, 2017
¿Es posible que algunos víveres incrementen el riesgo de contraer el cáncer? ¿Podemos ayudar a prevenirlo modificando la alimentación diaria? "Sí", contestan los especialistas.
Por Walter Ross.
• ENTRE los adventistas del séptimo día del estado norteamericano de California hay un índice mucho menor de cáncer del colon y del recto que entre otros estadunidenses.
• En Japón, la incidencia del cáncer gástrico se presenta muy alta, mientras que la de carcinoma intestinal es baja. Pero cuando los japoneses emigran a Hawai, esta situación se invierte: aumentan los tumores cancerosos del intestino y disminuyen los del estómago en la siguiente generación.
• Las mujeres que radican en Estados Unidos presentan un índice más elevado de cáncer mamario que las residentes en Asia.
Todo esto acaso esté relacionado con los hábitos alimenticios: la mayoría de los adventistas del séptimo día son vegetarianos; los japoneses que viven en Hawai tienen dietas diferentes de las que privan en Japón; y los alimentos de las estadunidenses son más ricos en grasas que los de las asiáticas.
En 1981, los investigadores ingleses Richard Doll y Richard Peto sugirieron la posibilidad de reducir en un tercio aproximadamente las defunciones por cáncer en Estados Unidos mediante cambios dietéticos. Y apuntan que los estudios futuros en este campo demostrarán que los hábitos de alimentación constituyen un importante factor para prevenir los cánceres del estómago, del intestino grueso, del útero, de la vesícula biliar, de las mamas y del páncreas.
Desde los años 60, los científicos estudian una gran variedad de grupos de alimentos y una amplia gama de nutrientes, vitaminas, minerales y complementos alimenticios, esperando dar con los agentes cancerígenos. En fecha más reciente, los estudiosos también han enfocado sus indagaciones en el efecto protector que podrían tener ciertas sustancias alimenticias contra el proceso del cáncer. El Instituto Nacional de Lucha contra el Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) y la Sociedad Norteamericana contra el Cáncer apoyan económicamente las investigaciones bioquímicas para la prevención del cáncer. Se hace hincapié en inhibidores naturales del cáncer, como las vitaminas A, C y E, el beta-caroteno y trazas del metaloide selenio, además de en ciertas sustancias del grupo de la vitamina A.
En 1980, un comité del Consejo Nacional de Investigaciones (NRC, por sus siglas en inglés), de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, con los auspicios del NCI, empezó a compilar y a resumir toda la información disponible sobre la relación dieta-cáncer. En junio de 1982 había descubierto suficientes pruebas para recomendar patrones dietéticos provisionales que, según el comité, "son compatibles con buenos hábitos de nutrición y podrían reducir el riesgo de contraer el cáncer".
Según la mayoría de los científicos, el cáncer se desarrolla en dos etapas principales: la primera la desencadena una sustancia iniciadora del proceso, y la segunda se instala por la exposición, durante años, a una sustancia promotora de tumores cancerosos. Gran parte de las investigacioríes sobre la prevención del cáncer y sus relaciones con los hábitos alimenticios se concentra en interferir en la segunda etapa, utilizando en la comida vitaminas (o sus análogos sintéticos), minerales y otras sustancias que, según se piensa, inhiben la promoción tumoral o impiden elaborar carcinógenos en el tracto intestinal.
Según los estudios hechos en diversos países, la incidencia de cáncer de las glándulas mamarias, del colon y de la próstata es mucho menor entre quienes comen gran cantidad de verduras. Este "asombroso descubrimiento", al decir de Walter Troll, profesor de medicina ecológica de la Universidad de Nueva York, sugiere que las verduras contienen sustancias "capaces de inhibir el cáncer en el ser humano".
SEMILLAS Y TUBÉRCULOS
Las verduras cuyas partes comestibles son semillas o tubérculos (frijoles, guisantes o chícharos, granos de cereales y papas, por ejemplo) contienen compuestos que parecen interceptar la actividad de las sustancias promotoras del cáncer. En un experimento se alimentó con frijol de soya a una cepa de ratas muy propensa al cáncer mamarIo, y se redujo así considerablemente la aparición de tales tumores. En otro, se tiñó la piel de unos ratones con dos compuestos que se sabe son iniciadores y promotores del cáncer; se hizo más lenta la iniciación del proceso canceroso, y el número de tumores fue mucho menor en los animales sometidos a dieta de frijol de soya.
Como la mayoría de la gente ingiere cada día alguna verdura de estas propiedades, Troil está convencido de que la protección a este respecto acaso se deba a la cantidad consumida. El NRC recomienda aumentar en la dieta diaria el consumo de estas y otras verduras, junto con el de granos enteros de cereales y fruta.
LA VITAMINA A Y LOS COMPUESTOS AFINES
Los nutríentes más estudiados en la prevención del cáncer son la vitamina A natural y el beta-caroteno, protovitamina cuya fuente está en las plantas y que el organismo humano transforma en vitamina A. El beta-caroteno se encuentra en la fruta y en las verduras de color amarillo (duraznos, zanahorias, batata o camote ) y en las verduras de hojas verdes (espinacas, berza o col, brécol). La vitamina A está presente en alimentos de origen animal, como la leche entera, el hígado y la yema de huevo.
Varios estudios sobre cáncer pulmonar han demostrado que los pacientes cancerosos ingieren permanentemente menos vitamina A que las personas del grupo "de control" libres de este mal, pese a que ambos grupos fumaban cigarrillo. Y otras investigaciones clínicas han revelado una "relación inversa" entre una dieta rica en caroteno y vitamina A y los cánceres del tracto gastrointestinal y de la vesícula. Como el pulmón, estos órganos tienen células epíteliales (como las de la piel y las de revestimiento) que, en el sentir de algunos científicos, están protegidas por ciertas formas de la vitamina A.
El NRC opina, por tanto, que "los alimentos ricos en caroteno o vitamina A están relacionados con un menor riesgo de contraer el cáncer",y recomienda incluirlos en la dieta diaria.
Sin embargo, las autoridades científicas se pronuncian contra las "dietas de moda"; advierten que no conviene la vitamina A en dosis masivas, pues basta la que se encuentra en los alimentos o en un compuesto multivitamínico normal (generalmente, 5,000 unidades internacionales), ya que esta vitamina es liposoluble (soluble en grasas) y se almacena en el hígado. Nuestro organismo sólo puede asimilar cierta cantidad y, en grandes dosis e ingerida en un lapso largo, puede ser tóxica, sobre todo para el feto y el niño pequeño. El peligro estriba en razonar que, si un poco de vitamina A resulta provechosa, mucha acaso sea mejor.
LA FAMILIA DE LA COL
La investigación preliminar apunta que los pacientes con cáncer del colon y del recto han comido, en promedio, muchísima menos verdura cruda que las personas sanas. Y también que esos pacientes consumieron una cantidad mucho menor de una familia particular de verduras, crudas o cocidas, la familia de la col; por ejemplo: coliflor, brécol, colecitas de Bruselas. Como estos experimentos se llevaron a cabo en países tan diferentes como Japón y Estados Unidos, es razonable suponer que en las mencionadas verduras debe de haber algo especialmente protector contra el cáncer de los intestinos humanos.
La familia de la col contiene un grupo de compuestos llamados "indoles". Colocar un carcinógeno común, conocido como BAP (alfa-benzopireno) en la región alta del esófago del ratón, le ocasionará cáncer gástrico; pero alimentar a los animales con ciertos indoles, antes y durante la administración del BAP en los experimentos de laboratorio, ha evitado que se formen esos cánceres. Otro carcinógeno, el DMBA (7,12-dimetil-alfa-benzoantraceno), origina cáncer mamario cuando se le administra a cierta cepa de ratas. Pero si a estos animales se les dan indoles antes del mencionado compuesto, se inhibe la formación de tales tumores.
El comité del NRC recomienda incluir a la familia de la col al escoger la verdura de consumo diario.
Complementos alimenticios saludables. Un conservador de alimentos, de uso generalizado, el BHA (butilato de hidroxianisol), se añade a víveres tales como los aceites para cocinar y los comestibles que se meten al horno; incluso se emplea como conservador de ciertos fármacos. El BHA tiene estas propiedades porque bloquea la oxidación. Sin embargo, en las pruebas de laboratorio este aditivo administrado en grandes concentraciones inhibió el efecto de los carcinógenos. En quince experimentos efectuados en roedores, el BHA bloqueó los efectos de once sustancias cancerígenas distintas, e impidió la formación de cánceres en mamas, pulmón, esófago, intestino grueso y glándulas linfáticas. Las vitaminas C y E también son antioxidantes.
La oxidación, por supuesto, es una función vital; el organismo humano añade oxígeno a los alimentos en una especie de combustión sin llama para obtener la energía necesaria. Pero este proceso no siempre es benéfico, según la teoría científica más reciente. Cuando el átomo de oxígeno se combina con otro átomo, a veces libera un electrón. El átomo de escasos electrones, conocido como "radical libre", automáticamente tiende a unirse a otro electrón e inicia una reacción en cadena que puede causar deterioro en las células. Los bioquímicos, basados en experimentos con animales, han relacionado en teoría a los radicales libres con el proceso del envejecimiento (pues cualquier sustancia se deteriora al oxidarse), y con las enfermedades crónicas de la vejez: males circulatorios y cardiacos, enfisema pulmonar y cáncer. Se piensa que los antioxidantes como el BHA y las vitaminas C y E bloquean el inicio de estas enfermedades, al absorber los radicales libres.
Las dosis pequeñas de vitaminas C y E no son tóxicas, aunque las autoridades en la materia generalmente aconsejan no ingerir grandes dosis de estos nutrientes "seguros"; podemos obtener todas las vitaminas que necesitamos de una dieta equilibrada. Las toronjas y las naranjas son fuentes apropiadas de vitamina C, y la vitamina E abunda en los aceites vegetales, en el grano entero de cereales y en el huevo.
CALORÍAS CARCINÓGENAS
Aunque algunas sustancias de los alimentos pueden inhibir el cáncer, otras parecen fomentarlo.
Víveres salados y ahumados. El comité del NRC advierte que en algunos métodos para ahumar y hacer encurtidos se utilizan sustancias sospechosas de originar cáncer en el ser humano. Recomienda minimizar el consumo de estos alimentos.
Las grasas. Estudio tras estudio relacionan las dietas de alto contenido en grasas —ricas en carne roja, mantequilla, leche, helados— con los cánceres mamarios y del colon.
El comité del NRC declaró con firmeza que, "de todos los análisis de ingredientes dietéticos se colige claramente una relación causal entre la ingestión de grasas y la incidencia del cáncer". Recomendó que la dieta promedio, excepto en los niños, produzca cuando mucho un treinta por ciento de calorías de las grasas de todo tipo.
El alcohol. Gran variedad de cánceres en las regiones superiores del aparato digestivo están asociados con el abuso de las bebidas alcohólicas en muchas regiones del mundo. En África, el cáncer esofágico se ha vinculado a la abundante ingestión de licor de maíz; en Normandía, Francia, la gente que bebe mucha sidra corre mayor riesgo de contraer cáncer de este órgano.
Los estudios hechos en Estados Unidos y en otros países occidentales demuestran que los grandes bebedores propenden a fumar en exceso; y esta combinación parece aumentar el peligro de padecer cáncer en la boca, en el esófago y en la laringe.
El NRC informa que el consumo exagerado de alcohol acaso origine lesiones en el hígado capaces de redundar en cáncer hepático. El comité advierte que, en los fumadores, beber alcohol en exceso podría "obrar sinérgicamente, aumentando el riesgo de cáncer de boca, laringe y esófago". El mensaje es muy claro: si acostumbra usted ingerir bebidas alcohólicas, hágalo con moderación, y no fume.
"CUANTO comemos a lo largo de nuestra vida influye mucho en la probabilidad de contraer ciertos tipos de cáncer. Mas, por ahora, no es factible, y tal vez nunca lo sea, determinar una dieta que proteja a todas las personas de todas las formas del cáncer", concluye el NRC. Sin embargo, no cabe duda de que se ha dado un primer paso en esa dirección. Seguir las pautas del NRC no garantiza evitar el cáncer, pero es muy posible que reduzca el riesgo de contraerlo, y creará una nueva dieta que, casi con certeza, será más saludable.