LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
mayo 12, 2017
LA JOVEN estaba exhausta antes de terminar su luna de miel. ¡Tal era el ardor de su marido, de 75 años de edad!
Aprovechando que él había ido a afeitarse, escapó del cuarto y bajó, tambaleante, a la cafetería del hotel.
—¿Qué le pasa, señora? —le preguntó la mesera—. ¿Cómo es posible que, siendo él un vejestorio, se haya agotado usted tan pronto?
—¡Ese hombre me engañó! Cuando dijo que llevaba sesenta años ahorrando, ¡creí que hablaba de dinero!
—J.A.
—OYE, HUMBERTO, ¡ me debes mil colones!
—Lo sé, amigo; lo sé. Te prometo que mañana...
—¡Mañana, siempre mañana! ¡Ya me tienes harto con tus "mañanas"! La semana pasada me dijiste que no me podías pagar. El mes pasado saliste con lo mismo, y el año pasado juraste...
—¡Basta ya! ¿Acaso no he cumplido siempre mi palabra?
—L.R.
CHARLABAN dos hombres acerca de las tribulaciones de los maridos tiranizados. "¡Eso sí puedo decirte!", afirmaba uno de ellos. "¡Yo llevo los pantalones en mi casa! Por ejemplo, anoche noté que no había agua caliente. Armé un escándalo de padre y muy señor mío, y en menos de lo que te cuento hubo agua". Después de una pausa, añadió: "Me fastidia tener que lavar los platos con agua fría. ¿No te ocurre a ti lo mismo?"
—H.A.
CONVENCIDO de que la música encanta a las fieras de la selva, un señor llevó un radio de transistores al bosque y se puso a esperar.
Después de un rato llegó al lugar un tigre y se sentó a escuchar la melodía; luego un mono, una serpiente, un elefante y un hipopótamo. De pronto irrumpió un león, saltó sobre el individuo y lo devoró.
—¿Por qué hiciste eso? —inquirió el hipopótamo.
—¿Eh? ¿Qué dices?
—T.M.
EL MARIDO, con la mano en el botón de encender el televisor: "¡Elena!, ¿tienes algo que decir antes de que empiece la temporada de fútbol?"
—M.C.