LOS NEGROS, TODAVÍA MARGINADOS
Publicado en
febrero 22, 2017
Aún recuerdo la marcha de Selma a Montgomery (Alabama) , allá por 1965, con tantas personas animadas de una voluntad: negros y blancos, jóvenes y viejos. Nos dolían los pies por el duro piso y nos perseguía la hostilidad pero seguíamos marchando, pues queríamos hacer saber al mundo que la injusticia era ya intolerable.
Han pasado 14 años desde esa histórica marcha y han sucedido muchas cosas desde entonces. Hoy tenemos 176 alcaldes negros y 17 mujeres y hombres en el Congreso. Un negro se sienta como magistrado en la Corte Suprema, otro representa a los Estados Unidos ante las Naciones Unidas y una negra forma parte del gabinete del Presidente. Hay negros en las juntas directivas de algunas de las compañías más grandes de los Estados Unidos.
Pero, por otro lado, más de la cuarta parte de las familias negras viven todavía por debajo del nivel de pobreza (5815 dólares anuales para una familia de cuatro habitantes de una ciudad) . El desempleo entre los negros ha llegado al 13 por ciento (cuando la cifra entre los blancos es del 5) y es del 42 por ciento en los adolescentes negros, muchos de los cuales no asisten a la escuela de segunda enseñanza, la abandonan o salen de ella sin saber nada. "Si General Motors produjera tantos automóviles defectuosos como estudiantes fracasados nuestro sistema de educación pública, la compañía habría quebrado ya", comenta el alcalde de Newark (Nueva Jersey) , Kenneth Gibson.
En las entrevistas siguientes, 10 negros norteamericanos exponen sus reacciones ante los logros y las decepciones de este período histórico, y nos dicen cómo conciben el quehacer futuro de los negros estadounidenses.
Por Ponchitta Pierce.
Arthur Ashe, 35 años de edad, jugador de tenis.
La gente negra tiene que dejar de depender de los gobiernos federal, estatales y municipales como si fueran sus salvadores. Estamos empezando a conseguir los instrumentos para valernos por nosotros mismos. Si uno es pobre pero talentoso, puede conseguir una beca. Si tiene habilidad, puede conseguir un trabajo. Quizá no sea el trabajo a que aspira, pero puede servirle para buscarse otro mejor.
Ed Bullins, 43 años, dramaturgo de la compañía del Festival Shakespeare de Nueva York.
No llegaremos a ninguna parte con jóvenes negros que no hacen nada y no se preocupan por nada. A sus quejas de que nadie se ocupa de ellos, les contesto: "Dejen de engañarse a ustedes mismos". Nadie tiene tiempo de apiadarse de sus problemas, porque el vecino fue a una escuela nocturna, perseveró y ahora aspira a su elección para el concejo municipal. Si la gente de color no tiene aspiraciones y no trabaja para ocupar puestos de dirección, ya sea en política, artes, economía, etcétera, entonces vivirá al margen de la sociedad.
Franklin Thomas, 44, abogado y ex presidente de la Comisión Restauradora de Bedford-Stuyvesant, organismo local de fomento y ayuda mutua de Brooklyn (Nueva York).
La vida es dura, la escuela no es siempre interesante ni los trabajos son emocionantes en todo tiempo. No hemos pensado bien que la existencia no es todo diversión o arrobamiento. De un modo o de otro, hay que trabajar hasta el agotamiento, pero en un sistema abierto se podrá adquirir algún nivel de comodidad y ocupar una posición decente.
Como grupo, tenemos que concentrarnos en el desarrollo de la comunidad a consecuencia de la acción en común. En el decenio de 1960 la gente que necesitaba viviendas las pedía al municipio y, si tenía suerte, aprobaban su petición. Cuando estaban terminadas, la ciudad entregaba las viviendas a la gente y le decía: "Acá tienen lo que habían pedido".
Pero las comunidades tienen a su alcance un método diferente. La gente puede organizarse y acudir a las autoridades municipales para presentarles los lugares de construcción elegidos de antemano, los planos hechos, la financiación arreglada y las compañías constructoras seleccionadas. Esto es lo que ha sucedido en Bedford-Stuyvesant y otras comunidades.
La diferencia es que este sistema no lo da todo hecho. Nos tomamos la atribución de hacer cosas por nosotros mismos, con lo cual se transfieren a las personas habilidades valiosas. La gente aprende a adquirir terrenos, a concertar la financiación con los bancos, a trabajar con los sindicatos, a comprar materiales y a resolver los distintos problemas que se plantean en el curso de los trabajos.
Wallace Muhammad, 44 años, de edad, gran imán de la Comunidad Mundial de Al-Islam en el Oeste (hijo de Elijah Muhammad).
Bajo su dirección los musulmanes negros han dejado de ser una organización separatista para aceptar a todas las razas.
Nuestra comunidad subraya el conocimiento de uno mismo. Pensamos que la persona tiene que conocerse a sí misma, tener un sentido de identidad y fe en su potencial, antes de que pueda lograr algo. Tenemos individuos en nuestra comunidad que crean trabajos para si mismos antes que depender de la beneficencia pública. Enseñamos que la beneficencia pública es contraria al desarrollo humano. Lo único que consigue este tipo de ayuda es hacer a las personas dependientes y robarles su impulso e iniciativa.
Si bien está claro que ha llegado el momento de que los negros se ayuden a sí mismos, muchas de las personas que entrevisté señalaron que no se puede hacer mucho sin antes haber obtenido una instrucción apropiada; y hablaron de la responsabilidad de los padres de hacer que sus hijos asistan a la escuela y hagan sus tareas. La educación, subrayaron, es el boleto a la prosperidad.
Lisa Hopewell, 21, nacida y criada en Harlem, estudiante becada en la Universidad de Princeton.
Mis padres siempre dieron muchísima importancia al valor de la educación y me aseguraron que si yo trabajaba duro vería los resultados. Al principio quería salir y jugar con mis amigos en la calle, pero después de unos pocos años pude ver como todo se deterioraba a mi alrededor: las chicas quedaban embarazadas o se convertían en prostitutas, los muchachos caían en el uso de drogas, la gente iba a la cárcel. Yo no quería esta clase de vida.
Algunos de mis amigos dicen que la gente en Harlem no puede ayudarse a sí misma. Pero yo vengo de Harlem, como también algunos de mis condiscípulos. ¿Por qué quisimos salir adelante? ¿Por qué lo conseguimos? Quizá porque teníamos alguien que se preocupaba por nosotros y estaba a nuestro lado para motivarnos.
Jon Herbert, 40, gerente de distrito de la Ford Motor en Davenport (Iowa).
No sé si los maestros en algunas de las escuelas entiendan qué es lo que motiva a los estudiantes negros. A algunos chicos los reprueban en matemáticas, pero saben jugar muy bien a la quiniela. Un maestro decide que tal alumno es lento y por tanto no hace nada para motivarlo. Entonces el estudiante se limita a holgazanear. "La gente blanca no me ayuda", se queja. Yo digo a los jóvenes que no hay garantías de que cuando terminen su educación las puertas van a estar abiertas para ellos. Pero resulta muchísimo más fácil golpear a la puerta con un título universitario en la mano que sin él.
Para muchas de las personas con quienes conversé el fondo de la cuestión es el empleo, el problema más crítico que enfrentan hoy los norteamericanos negros. Hablaron de la propia estima y del sentimiento de bienestar que un trabajo da a la persona y cómo este proporciona la medida del éxito individual. Como contestó la cantante Lena Horne cuando fue interrogada acerca de hacia dónde debemos encaminarnos ahora: "¡Oh, Dios! ¡Danos más trabajos!"
Jesse Hill, 52, presidente y director ejecutivo de la Compañía Atlanta Life Insurance; presidente de la Cámara de Comercio de Atlanta.
Cuando uno habla de empleos, el adolescente negro es el "hijastro" de la economía norteamericana. Podemos salir de esta coyuntura con la ayuda del gobierno federal. ¿Suena esto extraño viniendo de una persona que dirige una cámara de comercio? Bueno, estoy convencido de que el sector privado no puede hacerlo solo. Tiene que haber una sociedad, no necesariamente de partes iguales, entre el gobierno federal y el sector privado. De alguna manera tenemos que poner a los adolescentes negros a trabajar.
Andrew Young, 46, embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, ex congresista estadounidense.
Deberíamos empezar a buscar oportunidades de trabajo y de comercio en los mercados internacionales. Por ejemplo, Nigeria, uno de los países africanos más ricos debido a sus grandes reservas de petróleo, quiere productos hechos en los Estados Unidos. Debido a nuestras importaciones de petróleo, tenemos con Nigeria un déficit comercial de miles de millones de dólares que podríamos reducir exportando más de nuestros productos. La exportación de camiones, autobuses, maquinaria agrícola y otros bienes manufacturados podría redundar en más empleos, no sólo para los negros, sino para otros norteamericanos.
Nigeria invirtió el año pasado alrededor de 8000 millones de dólares en salubridad, agricultura, educación y desarrollo industrial. Pero los nigerianos se cuentan entre los africanos más agresivos e intimidan a los blancos. Como resultado, muy pocos comerciantes blancos podrán salir adelante por sí mismos en Nigeria. Tendrán más éxito si envían equipos integrados por negros y blancos. Con demasiada frecuencia las empresas norteamericanas, incluso aquellas con negros entre su personal, no han sabido apreciar en su justo valor el papel que los negros, con su sensibilidad social y cultural, podrían desempeñar en las negociaciones comerciales.
Otros observaron que el progreso de los negros dependerá del usó que hagan de sus votos y de su habilidad para unirse en los asuntos en los cuales tienen interés.
Kenneth Clark, 64, sicólogo y consultor de relaciones raciales.
En el decenio actual nuestra batalla por las cosas que queremos tiene que ser ganada en el norte. Y será más difícil. Es mucho más duro conseguir manejar los problemas de las áreas urbanas del norte porque uno no está tratando tanto con leyes como con prácticas arraigadas y con un fondo de racismo que tal vez sea mayor que en el sur. Nuestros organismos de derechos civiles perderán su función si no plantean nuevas formas de encarar los viejos problemas en el ambiente actual de los centros urbanos norteños.
Otis Smith, 56, consejero legal de la Compañía General Motors.
Los norteamericanos negros deben tomarse el tiempo para hacer una revaluación objetiva de sus triunfos y fracasos. Continuamos machacando en lo negativo como si nada positivo hubiera sucedido. Recuerdo al desaparecido juez William Hastie cuando decía: "Si uno siempre habla en términos de derrota, calcula mal cuando está ganando".
También necesitamos reexaminar nuestro movimiento de "conciencia negra". Debería ser más un escudo que una espada. Hoy, hay mucha arrogancia y agresividad exhibida bajo la apariencia de conciencia negra o superioridad negra. Esto es un error. La conciencia negra tiene la finalidad, cuando mucho, de hacernos entender que tenemos realmente una historia valiosa de supervivencia bajo circunstancias muy adversas.
Tenemos que renovar algunas cosas que descubrimos hace mucho: hacernos amigos con cualquiera con quien podamos formar una alianza. Hicimos esto en la política con bastante éxito. No teníamos poder por nosotros mismos, entonces hicimos una coalición con diferentes tipos de personas que iban en la misma dirección general.
Ahora, desafortunadamente, como nos hemos apiñado en grandes ciudades, pensamos demasiado a menudo en términos de romper la coalición. Pero en cuanto uno sale del centro de las ciudades principales, los blancos son todavía mayoría. Cuando se es parte de la minoría de un 12 por ciento, no se sobrevive por sí mismo.
A pesar de que todos aquellos con quienes hablé estuvieron de acuerdo en que los negros han hecho notables progresos desde el decenio pasado, todos subrayaron que todavía queda mucho por hacer. Pero lo que fue nuevo y sorprendente en casi todas las entrevistas fue el fuerte énfasis en la autosuficiencia. Consideremos, para concluir, estas tres declaraciones:
Otis Smith, el abogado de General Motors: "Los negros necesitamos alguien como un ministro de Asuntos Internos, que esté constantemente increpando, gritando, discutiendo y enseñándonos a ayudarnos a nosotros mismos".
John Herbert, el hombre de Ford en Iowa: "Es hora de que los negros dejen de pedir y empiecen a hacer".
Benjamín Hooks, director ejecutivo de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color: "El progreso futuro seguirá requiriendo la misma forma de encarar las cosas, terca y yendo al fondo del asunto, con la que hemos llegado donde estamos hoy. No hay varita mágica".
Fotos: Arthur Ashe, Wallace Muhammad (Wide World); Jesse Hill (© Fabian Bachrach); Andrew John (United Nations/Y. Nagata); Kenneth Clark (© Raimondo Borea)