ULTRASONIDO: SILENCIOSO RASTREADOR DE ENFERMEDADES
Publicado en
enero 09, 2017
A la izquierda, imagen del ultrasonido; a la derecha, placa normal de rayos X. Imagen: Instituto de Investigación de la Universidad de Stanford, Secretaría de Sanidad. Educación y Bienestar.
Las Ondas sonoras de alta frecuencia salvan más vidas que nunca por su eficacia para diagnosticar padecimientos y anomalías difíciles de definir.
Por Wilbur Cross.
LAS IMÁGENES que vi en la película impresionaban: una era de un corazón en el que se distinguían claramente sus complejas estructuras anatómicas; otra mostraba en el vientre materno un feto humano con el cráneo, las costillas y las vísceras fácilmente identificables; en una tercera toma, semejante a una gráfica, podían apreciarse ciertos rasgos morfológicos de un cerebro.
Lo notable de esta singular exhibición de imágenes es que tanto el feto como los órganos correspondían a sujetos vivos, no a cadáveres. La del corazón revelaba que el paciente tenía un defecto de la válvula mitral, importantísima para regular la circulación sanguínea. Por la imagen fetal el tocólogo que la estudiaba pudo saber de antemano que la criatura estaba en posición anormal, dato muy importante para el momento de atender el parto. La toma del cerebro mostraba un ligero desplazamiento de la estructura de la línea media, signo de la posible presencia de un coágulo sanguíneo o de un tumor.
De esta manera tan gráfica supe lo que es el ultrasonido, invento semejante al sonar que se está convirtiendo en uno de los más importantes recursos de la medicina para "ver" procesos patológicos y descubrir anormalidades en las partes más recónditas del organismo.
Como su nombre lo indica, el ultrasonido es sencillamente una vibración sonora de muy alta frecuencia que el oído humano no percibe. Para su empleo en medicina se generan millones de ciclos por segundo y se hacen convergir en un foco, lo mismo que se enfocan, los haces luminosos de una linterna eléctrica. El sonido de alta frecuencia atraviesa los tejidos y se refleja en ecos que se convierten en imágenes visibles en una pantalla parecida a la de un televisor y quedan impresos en una película fotográfica. El especialista "interpreta" dichas imágenes y determina el estado normal o patológico de los tejidos por los que han pasado las vibraciones. Así, por ejemplo, si una vesícula contiene cálculos biliares, el técnico en ultrasonido advertirá su presencia en las imágenes obtenidas.
Como procedimiento de diagnóstico, el ultrasonido tiene la ventaja de ser rápido e indoloro. Es lo que algunos médicos llaman ahora un medio "no invasor": esto es, que no invade el organismo como los productos químicos o las sondas introducidas, todo ello con los riesgos correspondientes; tampoco emite radiaciones potencialmente peligrosas, como las de los rayos X.
Aunque se ensayó sin frutos a partir de 1940, el diagnóstico ultrasónico ha vuelto por sus fueros en época reciente y hoy contribuye a salvar muchas vidas amenazadas por diversos trastornos y enfermedades. Mencionaremos un caso típico: un hombre de edad madura, internado en un hospital, empezó a quejarse de dolores abdominales unas semanas después de haber tenido un ataque al corazón. Cuando las pruebas demostraron que no había sufrido otra crisis cardiaca, su cardiólogo decidió recurrir al sondeo ultrasónico. La sonda, instrumento que se asemeja a un lápiz graso de gran tamaño, estaba conectada a un aparato provisto de pantalla como un televisor. Al mover el médico la sonda por encima del abdomen del paciente y después de estudiar las imágenes visibles en la pantalla, llegó a la conclusión de que las molestias del hombre se debían a cálculos biliares. Una vez que el enfermo se repuso por completo del ataque cardiaco, se le pudo hacer la extirpación quirúrgica de la vesícula biliar.
El cirujano de corazón R.W.M. Frater, jefe del servicio de cirugía de tórax del Colegio de Medicina Albert Einstein, de la Ciudad de Nueva York, opina que "el ultrasonido ha revolucionado el diagnóstico de los padecimientos cardiacos y circulatorios". Sirve para determinar la velocidad del flujo sanguíneo en arterias y venas, conocer el estado de las válvulas del corazón y su eficiencia funcional, revelar la presencia de derrames pericárdicos (cantidad excesiva de líquido en el saco fibroso dentro del cual está el corazón), localizar ciertos defectos congénitos de la citada víscera y descubrir la presencia de tumores y coágulos en sus aurículas y ventrículos. Puede asimismo empleársele para precisar hasta qué punto cumple el músculo cardiaco su función de bomba aspirante-impelente.
Es además muy valioso como aparato monitor. Antes, por ejemplo, muchos médicos recurrían a la cirugía en todos los casos de aneurisma, aunque fuera pequeño, pero ahora en algunos centros médicos se emplea para vigilar su evolución y sólo se extirpan los aneurismas que dan signos de crecimiento.
Como procedimiento de vigilancia y control, el ultrasonido ha resultado de especial utilidad en obstetricia, ya que debe evitarse la radiología durante el embarazo, por el peligro de los rayos X para la madre gestante y para el feto. Con esta técnica se sabe si un embarazo está complicado con algún tumor que, de no extirparse, podría matar a la madre. La silenciosa sonda llega a descubrir desde la octava semana de la gestación el embarazo gemelar, que sólo por excepción puede diagnosticarse con rayos X antes de la vigésima.
Más importante aún es el empleo del ultrasonido para descubrir anomalías morfológicas. Puede revelar antes de la semana 20 de la vida intrauterina defectos tales como la falta de miembros en el feto. El sangrado vaginal al final del embarazo siempre ha sido un molesto e inquietante problema para el tocólogo, causado a veces por el asentamiento anormal de la placenta u órgano que une al feto con la pared uterina. Mediante el ultrasonido es ahora fácil determinar la posición exacta de la placenta sin que su empleo entrañe peligro de hemorragia, riesgo que siempre existe al hacer la exploración manual.
El ultrasonido se presta sobre todo para el reconocimiento médico de las criaturas de muy tierna edad. No lesiona los tejidos en crecimiento, no requiere hospitalización del pequeño y no precisa de productos químicos o de inyecciones. Se ha empleado en niños para descubrir defectos congénitos del corazón, la presencia de líquido dentro del saco pericárdico y otros males y anomalías ocultos que resulta difícil y hasta peligroso diagnosticar empleando otros procedimientos. Lo mismo es válido tratándose de pacientes de edad avanzada, que por su debilidad no soportan a veces otras técnicas de diagnóstico.
Otro de los campos de aplicación del sistema es el cerebro humano. En 1973 el Instituto de Ultrasonido, dependencia gubernamental australiana, dio a conocer un ingenioso método para captar una imagen clara de los tejidos cerebrales. Mediante exposiciones de determinada duración de los ecos originados en el cerebro sobre película sensible, los investigadores del Instituto pudieron impresionar por lo menos diez diferentes tonos de color gris (cada uno de los cuales representa el eco generado en un tejido distinto) en lugar de la sombra uniforme obtenida hasta entonces, que no revela nada. Y así, por ejemplo, el matiz casi negro indica una zona llena de líquido, acaso indicio de un coágulo sanguíneo.
Este importante avance logrado por los australianos ilustra cómo, paso a paso, los pioneros en el campo del ultrasonido están disipando las sombras y revelando cada vez con mayor claridad los secretos del organismo humano. Otra innovación de mucha trascendencia ha sido el empleo de computadoras. Norcott D'Esterre, gerente regional de ventas de la empresa norteamericana Grumman Health Systems, me explicó: "Al principio los instrumentos ultrasónicos sólo se podían enfocar en una porción limitada del área anatómica que se exploraba, pero ahora, con la computadora, se ve una imagen completa, bien enfocada en todos sus planos, lo que da al médico más capacidad de diagnóstico".
Con este tipo de innovaciones el ultrasonido puede a veces ser un recurso muy valioso para la investigación de los trastornos mentales. El Dr. Michael Schachter, siquiatra especializado en fisicoquímica molecular, comenta: "Sabemos que algunos trastornos comúnmente calificados de enfermedades mentales son en realidad alteraciones de la nutrición, químicas o metabólicas. El ultrasonido constituye un importante avance en el diagnóstico siquiátrico cuando hay sustrato orgánico en alguna estructura anatómica del cerebro".
Esta conclusión tiene el pleno apoyo del Dr. Jeffrey Rothman, especialista en el diagnóstico ultrasónico de los males cerebrales, quien afirma: "Desde hace años es sabido que algunos de los muchos enfermos hospitalizados por trastornos mentales padecen en realidad males que podrían aliviarse con tratamiento quirúrgico o médico".
Recientemente Rothman estudió 170 pacientes en los que se sospechaban enfermedades o lesiones de la cabeza. La exploración ultrasónica reveló que trece tenían hematomas subdurales; otros trece sufrían de atrofia cerebral (degeneración o desgaste) y en cuatro había un nocivo exceso de líquido en el tejido cerebral, o sea, lo que los médicos llaman edema del cerebro. "Esto nos lleva a preguntarnos", añade Rothman, "cuántos pacientes hospitalizados por supuestas aberraciones mentales podrían curarse, o por lo menos, mejorar hasta el punto de poder ser dados de alta. El ultrasonido es un recurso digno de mayor confianza cada día para lograr un diagnóstico preciso".
Como se ve, el ultrasonido es capaz de ayudar a un individuo durante toda su existencia y aun antes de venir al mundo. Permite ver su evolución durante la vida intrauterina; vigilar su salud durante la primera y segunda infancia y localizar lesiones ocultas en los años de plena actividad; revelar a tiempo graves padecimientos, lo cual, a su vez, facilita la adopción de medidas preventivas oportunas; además, orienta al médico para que vigile el estado de su paciente en el curso de una enfermedad grave.
¿Podría pedirse algo más a este nuevo guardián de nuestra salud, un sonido que nadie oye y que, sin embargo, se puede ver?