Publicado en
diciembre 30, 2016
Por el alimento que pide nuestro cuerpo podemos saber qué nutrientes necesita.
LOS apegos alimenticios son tan sólo carencias energéticas, por eso debemos aprender a entender y descifrar su mensaje. Estas carencias se dan a distintos niveles —físico, emocional o mental—, pero, desafortunadamente, hemos aprendido a paliarlas siempre con comida fisica. El problema es que estamos acostumbrados a relacionar la comida con emociones y sentimientos de placer, recogimiento o cariño desde la infancia y así seguimos de adultos. Mientras crecemos, nadie nos explica cómo hay que evolucionar en este campo; no nos enseñan a aprender una alimentación consciente en la que nosotros llevemos la batuta de nuestra vida. En realidad, se trata simplemente de conocer los efectos y reacciones de cada alimento y bebida que decidamos ingerir.
Una carencia es algo que nos falta y que puede darse a nivel energético, por eso buscamos una reacción o efecto con un alimento o bebida puntual. Ahora bien, cada persona tiene un apego específico, de ahí que no hablemos de chocolate en general, porque cada individuo tiene una relación diferente con este alimento. Por otra parte, cada clase de chocolate provoca un efecto distinto. Por ejemplo, si una persona tiene una deficiencia de proteína, falta de calor o de carbohidratos de buena calidad, lo más probable es que desee el chocolate con almendras. En cambio, una a la que le falte dulzor o cremosidad, lo preferirá con leche, y un tercero podría decidirse por el estimulante del cacao.
¿QUÉ TE APETECE?
Cuando nuestro organismo desea intensamente un alimento, nos está enviando un mensaje que podemos interpretar.
Carne. Nos apetecen alimentos concentrados, calientes y vigorizantes porque necesitamos energía. Indica una carencia de proteínas, minerales, sal y aceite. Debemos comer toda clase de pescado, proteínas vegetales y verduras del mar (algas). Se recomiendan las verduras de raíz en cocciones largas —que calienten—, así como los patés vegetales de consistencia seca y tendencia salada.
Productos lácteos. Cuando deseamos quesos salados, lo que buscamos es el efecto de contracción, densidad y calor. Al igual que sucede con la carne, señala una carencia de proteína concentrada, minerales y sal. En cambio, si nos sentimos atraídos por los lácteos blandos —mantequilla, leche, crema, nata, queso fresco...—, lo que querernos son efectos de expansión y relax. Es un indicio de que nos falta calcio, vitaminas y proteínas. Debemos comer tofu fresco cocinado, mantequilla de frutos secos, toda clase de semillas o frutos secos tostados y algas para un aporte de minerales y calcio.
Dulces. El deseo de dulzor, satisfacción sensorial y energía instantánea, como la que nos aporta la glucosa, tiene que ver con una carencia de carbohidratos y glucosa o de proteína. Debemos comer a diario verduras dulces en cocciones largas, hacer postres caseros con frutas locales e incluir en nuestra dieta más ensaladas, licuados, verduras verdes y fruta. Además, conviene reducir la sal, los condimentos salados, las proteínas de grasa saturada y los horneados de harinas.
Los apegos o excesos pueden generarse también por carencias energéticas a nivel emocional y mental. En ese caso, por más que las queramos compensar abusando de ciertos alimentos, lo cierto es que el conflicto emocional no se va a solucionar. No hay que olvidar que los cuerpos emocional y mental no tienen dientes ni sistema digestivo y que lo que hay que hacer en tales ocasiones es usar el mismo nivel de vibración que corresponde a la causa real. Es decir, debernos hacer algo que se nos olvida a menudo: depurar y nutrir a diario el cuerpo emocional de la misma forma que limpiamos y nutrimos nuestro cuerpo físico. ¿Cómo? Pues reflexionando sobre nuestras experiencias, aprendiendo de ellas, dejando ir lo que no necesitamos y regalándonos amor y cariño a nosotros mismos. No se trata de alimentarnos con comida, sino con una buena música, con lectura, con un paseo... En definitiva, dándonos tiempo para poder ser; para poder conectar con más profundidad con nuestra esencia interior y, así, encontrar la armonía y la conexión que todos buscarnos. Porque nuestro cuerpo emocional tiene necesidades y no podernos seguir ignorándolas por más tiempo.
MONTSE BRADFORD
Experta en nutrición natural y energética
www.montsebradford.es
Fuente: REVISTA INTEGRAL - JUNIO 2009