SAUCE, EL ÁRBOL DE LA VIDA
Publicado en
noviembre 24, 2016
"La cabaña de sudar se construye con doce o dieciséis sauces jóvenes. También ellos nos enseñan algo, pues en otoño sus hojas mueren y regresan a la tierra, y en primavera vuelven a la vida. Asimismo, los hombres mueren, pero renacen en el mundo real del Gran Espíritu, en el que no hay más que los espíritus de todas las cosas."
Alce negro, líder de los sioux.
Por Ignacio Abella.
La vitalidad proverbial de los sauces les ha permitido poblar una gran parte dle las regiones terrestres, adoptando infinidad de formas que, con frecuencia, se hibridan entre sí. Son árboles dioicos –flores masculinas y femeninas en pies distintos— que se reproducen sexualmente. Además, tienen una extraordinaria capacidad para la multiplicación vegetativa. Basta hincar una ramita en suelo húmedo, incluso con la punta hacia abajo, para que arraigue formando un nuevo árbol. Así se propagan fácilmente los mimbres, los sauces llorones y el resto de las especies que crecen naturalmente al borde de los ríos y en humedales.
También se cultivan muchas veces plantados en setos. Simplemente se clavan unas estacas para preparar un cierre provisional, que en poco tiempo se desarrollará formando un cercado vivo y vigoroso. De este modo se pueden aprovechar todas las ventajas de los setos de hoja caduca, que permiten pasar el sol y el viento durante todo el invierno y proporcionan sombra y frescura en los calurosos días del verano. Es, precisamente, en la estación estival cuando más se agradece la presencia del sauce, ya que su abundante transpiración resulta una verdadera bendición. Su sombra y el murmullo de sus ramas cimbreantes y hasta el color plateado de su follaje crean un ambiente risueño y apacible, muy apropiado para los patios.
Según la tradición china, Lao-Tse, padre del taoísmo, meditaba bajo los sauces y también existe un lugar mítico llamado Mu-yang tcheng, cuyo significado es "la ciudad de los Sauces" y que se considera la eterna morada de los justos.
No es extraño que las culturas orientales hayan visto en el sauce el símbolo de la luz y de la inmortalidad, dado que es capaz de soportar los peores huracanes. Su fuerza se debe a la aparente debilidad, es decir, a la flexibilidad que le permite doblarse sin llegar a romperse. Su permanencia y longevidad se han relacionado con la capacidad de arraigar y rebrotar, renaciendo entera e incesantemente cada primavera. De ahí también, probablemente, el sentido funerario del sauce que se plantaba junto a las tumbas como símbolo de inmortalidad. Y en el mundo griego, Pausanias habla de un bosque de álamos y sauces consagrado a la infernal Proserpina. Por otro lado, se representaba a Orfeo, el misterioso visitante del Averno, con una rama de este árbol en la mano.
Por toda Europa el sauce ha sido un árbol de inspiración relacionado con todo tipo de musas y poetas. pero también se le vincula a la brujería.
MADERA PARA VASIJAS Y CESTOS
A lo largo de la historia, el sauce ha sido, ante todo, un árbol útil, usado tanto por su madera –adecuada para tornear y fabricar vasijas y utensilios de toda clase–, como por sus ramas, con las que se hacen jarcias, atados y trenzados para cercar, atar o confeccionar cestos, cajas y recipientes. En cestería, también se utilizan las ramillas finas de la mimbrera y especies afines. Para obtenerlas, se desmochan los troncos en invierno, cortándolos de manera que de la cabeza de un pie grueso nace una maraña de mimbres como una erizada cabellera.
Con ramitos tiernos de sauce hacían los niños de antaño las saliveras, canutillos de corteza que chiflaban como pequeñas flautas. Para prepararlas se cantaba una cancioncilla casi ritual con la que se pretendía que la corteza se separara limpiamente y sin romperse de la madera: "Salivera salivar, salí chifla de salgar, con salú y sin quebrantar, nunca volverás a entrar".
Los sauces viejos y huecos tienen una gran personalidad en el paisaje y una importante función, pues son capaces de albergar infinidad de formas de vida.
El viejo árbol se inclina sobre el antiguo camino. No hay ya flores en sus ramas ni hierba a sus pies. Los caminantes no vieron al árbol en su juventud, pero el árbol los ha visto envejecer, poco a poco, a todos.
(Hsu Ning, poeta chino del siglo IX)
CORTEZA MEDICINAL
Pero, además, la corteza del sauce tiene interesantes propiedades medicinales conocidas desde antiguo. Se sabe, por ejemplo, que Hipócrates ya la utilizaba para combatir el dolor en el siglo IV antes de Cristo. Contiene salicilina, una sustancia activa estrechamente emparentada con el ácido acetilsalicílico de la actual aspirina, muy útil como analgésico –está indicado para algunos dolores de cabeza o de tipo reumático– y también como antiinflamatorio.