PREGUNTAS QUE CAMBIAN LA VIDA
Publicado en
noviembre 23, 2016
Foto: Getty Images
Hay momentos en que debemos hacer un alto en el camino para cuestionarnos si vivimos tal y como habíamos imaginado o vamos en una dirección equivocada.
Texto: Francesc Miralles.
Las preguntas son un rasgo esencial del espíritu humano que, siempre en tránsito hacia otra etapa, busca nuevos horizontes. Día tras día, los interrogantes llaman a nuestra puerta y hacen que nos cuestionemos lo que hemos construido hasta el momento.
Más allá de las tres preguntas clásicas que han mantenido ocupados a pensadores de todas las épocas —¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?—, en el día a día lo que solemos cuestionarnos es nuestra relación de pareja, nuestro trabajo y, en definitiva, si estamos satisfechos con el tipo de vida que llevamos.
La capacidad de dar la vuelta a lo que damos por sentado es muy patente en los niños. John A. Locke, un pensador inglés del siglo XVII, afirmaba que "se aprende más de las preguntas inesperadas de un niño que de los discursos de personas mayores que hablan según nociones que han tomado prestadas y los prejuicios de su educación". Ahora bien, no todas las preguntas nos permiten avanzar, ya que para muchos adultos, cuestionarlo todo es una excusa para el inmovilismo, pues la duda constante paraliza, o para la descalificación de terceros.
Dudar en exceso es tan perjudicial como no dudar en absoluto. En el primer caso, puede provocar que no tomemos partido por ninguna opción, o bien que nos decidamos demasiado tarde. En el segundo, vivir entre certezas absolutas conduce a la rigidez y al enfrentamiento con puntos de vista distintos del nuestro.
¿REFLEXIONAR O ACTUAR?
Saber cuándo conviene actuar y cuándo debemos reflexionar es la clave para lograr un equilibrio en nuestra evolución personal. Por lo que se refiere a las preguntas, la actitud hacia éstas revela tres tipos de personalidad diferentes:
El mar de dudas. Constantemente se plantea preguntas y acude a todo el mundo en busca de consejo. Tarda tanto en tomar una decisión que a menudo se le escapa el tren de la oportunidad. Cuando actúa, lo hace sin convicción y, posteriormente, se pregunta si no habrá obrado de forma equivocada.
El rey de la inercia. Le aterran los cambios. Puede adoptar una misma rutina durante toda su vida sin llegar a preguntarse si es eso lo que deseaba. Tiene poca capacidad de autocrítica y rehúye las discusiones. Su divisa es "la vida es así" y suele dejar que los demás decidan por él.
El interactivo. Conoce el punto medio entre la actuación y la duda. Cuando emprende un proyecto, lo lleva hasta el final y, una vez terminado, hace balance y extrae conclusiones para el futuro. Le gusta acabar lo que empieza y sabe extraer una lectura positiva de cada tropiezo. Las personas que pertenecen a este tercer grupo presentan una interacción equilibrada entre el hacer y el pensar y suelen sentirse realizadas.
NUEVAS VÍAS DE EXPLORACIÓN. Al plantearnos continuamente preguntas sobre la realidad que nos rodea, evitamos caer en la inercia. Cada interrogante abre una nueva vía de exploración y un nuevo escenario en nuestra vida. Foto: Age Fotostock
UN DIÁLOGO INTERNO
Cuando Sócrates proponía su célebre "conócete a ti mismo", se refería también a la importancia de plantearnos preguntas útiles. Pero, para hacerlo, es necesario que nos concedamos cierto tiempo para esta actividad, ya que muchas personas viven tan sujetas a obligaciones y jornadas programadas que les cuesta encontrar un momento para reflexionar. Así como llevamos regularmente el coche al mecánico, también es saludable y necesario someter a un examen periódico a nuestro rumbo vital.
Hay quien concede cita a todo el mundo excepto a quien más lo necesita. Como explica Walter Dresel en su libro Toma un café contigo mismo, se olvidan de la necesidad de mantener un diálogo interno que les permita tomar conciencia de sus expectativas y del valor que dan a lo que les sucede. Para ese café al que sólo uno está invitado –uno y sus preguntas–, merece la pena liberar los compromisos de la agenda, olvidarse de todo lo pendiente, desconectar el teléfono móvil y dedicar un par de horas a ver la propia vida en perspectiva. Una cafetería, un parque o incluso una iglesia pueden servir para ese encuentro íntimo donde hacer balance.
Cuando llega el momento de pasar revista a nuestra vida, de analizar el presente y modelar las acciones futuras, es cuando surgen las preguntas más incómodas. Son ésas que no nos atrevemos a plantearnos porque amenazan con hacer temblar los cimientos de lo que hemos construido hasta el momento. En ese caso, un método eficaz es anotar las preguntas en el papel y dejarlas reposar. Eso nos ayudará a concretar estas inquietudes para cuando estemos en disposición de resolverlas.
LA SOLUCIÓN, DURANTE EL SUEÑO
Aunque de entrada pueda parecer irracional, es bastante común que preguntas que durante el día no podemos contestar encuentren respuesta mientras dormimos. Robert Louis Stevenson afirmaba que en el sueño se resolvían muchos de sus relatos y Mendeleev no logró organizar la tabla periódica de los elementos hasta verla en un episodio onírico.
Algunos estudios recientes sobre el sueño han confirmado que durante el descanso nocturno la mente ordena y reorganiza contenidos que en la vigilia no habían encontrado su lugar. Por lo tanto, no deberíamos despreciar la capacidad del inconsciente de despejar dudas cuando actúa con libertad.
Según los especialistas en lucidez onírica, éste es el procedimiento que debemos seguir para encontrar respuestas mientras dormimos:
1- Anota en una libreta las preguntas y dudas para las que no has encontrado respuesta en la vigilia dejando un espacio en blanco después de cada pregunta.
2- Lee la lista de preguntas al acostarte, reteniéndolas brevemente antes de que te venza el sueño.
3- Trata de recordar lo que has soñado justo antes de despertar. A menudo, los sueños contienen, de forma simbólica, una valiosa información acerca de lo que más nos preocupa.
4- Una vez despierto, tómate una ducha, desayuna con tranquilidad y luego, siéntate a releer las preguntas en tu libreta. Seguro que a la luz del nuevo día hallarás respuesta a algunas de ellas.
5- Aunque todavía queden cuestiones sin resolver, guarda la libreta para la siguiente ocasión. Si dejas de pensar conscientemente en el asunto, liberarás espacio para que el inconsciente halle la solución más adecuada.
ENCUENTRO CON UNO MISMO. Todos deberíamos concedernos unas horas de diálogo interno para hacer balance y valorar el rumbo de nuestra vida. En esos momentos pueden surgir preguntas incómodas pero necesarias para avanzar. Foto: Age Fotostock
EL CUESTIONARIO "PROUST"
Los interrogantes estimulan el intelecto, especialmente cuando los compartimos con los demás. Esa es la razón por la que siguen triunfando los juegos de mesa basados en preguntas y respuestas sobre las diferentes áreas de conocimiento. Sin embargo, el marco de estos intercambios no debería restringirse a un tablero donde gana el jugador que acumula más puntos. Siguiendo el espíritu lúdico de los niños, podemos idear nuestro propio juego para poner en común aspectos personales que normalmente no revelamos. Las reuniones familiares o de amigos son una excelente ocasión para compartir experiencias, opiniones y visiones del mundo.
Entre la batería clásica de preguntas que se han usado a lo largo de la historia para hacer una radiografía íntima, destaca el llamado "cuestionario Proust", aunque. contrariamente a lo que se cree, el novelista Marcel Proust no fue su creador, sino sólo uno de los encuestados. En cualquier caso, sus 20 cuestiones siguen siendo hoy en día un medio interesante para conocerse y conocer a los demás:
1- ¿Cuáles el principal rasgo de tu carácter?
2- ¿Qué cualidad valoras más en un amigo?
3- ¿Cuál es tu defecto más acusado?
4- ¿Tu afición favorita?
5- ¿Tu mayor sueño?
6- ¿Cuál sería tu mayor desdicha?
7- ¿Qué ocupación te gustaría tener en el futuro?
8- ¿En qué lugar te gustaría vivir?
9- ¿Cuál es tu color favorito?
10- ¿Tu flor preferida?
11- ¿Tu animal favorito?
12- ¿Cuál es tu libro de cabecera?
13- ¿Una música que te emocione?
14- ¿Qué cuadro te ha causado mayor impresión?
15- ¿Tus héroes en la vida real?
16- ¿Tu nombre preferido?
17- ¿Qué don te gustaría poseer?
18- ¿Cómo te gustaría morir?
19- ¿Cuál es tu actual estado de ánimo?
20- ¿Cuál es el motor de tu vida?
PENSAR PARA ACTUAR
Aunque a las personas que están siempre atareadas les puede parecer una pérdida de tiempo, una indagación de esta clase permite que afloren a la conciencia nuestras motivaciones más íntimas y algunos rincones que muchos no visitan desde su adolescencia.
Además del método onírico o del cuestionario Proust, las preguntas que nos hacen los niños son una excelente escuela para tener una percepción más fresca de la realidad que nos rodea. Sobre este asunto, la ensayista norteamericana Fran Lebowitz apuntaba: "A menudo, los niños hacen mejores preguntas que los adultos. '¿Por qué es azul el cielo?' o ' ¿qué dicen las vacas cuando mugen?' tal vez sean cuestiones más trascendentes que las adultas '¿por qué no has llamado?' o ' ¿quién es tu abogado?".
Como el pequeño príncipe, que no deja de interrogar al aviador sobre el planeta donde ha aterrizado, mantener la capacidad de cuestionar lo que nos rodea garantiza que, al menos, no seremos arrastrados por la inercia.
Cada interrogante abre una brecha en una dirección inesperada y, por consiguiente, sugiere una nueva vía de exploración. Sin embargo, aunque es saludable preguntar como un niño, en ningún caso puede ser un sustituto de la acción. Atender a las preguntas que surgen en el camino debe ayudar a que nuestros actos tengan más sentido y profundidad. El pensamiento debe alimentar la acción y no al revés.
Las cuestiones que nos acompañan son una oportunidad de imaginar nuevos escenarios en los que se puede representar nuestra vida. Cuando nos estamos preguntando sobre nuestros anhelos y metas, las respuestas a las que llegamos son un espejo que revela la distancia que existe entre lo que hemos soñado y lo que somos.
Puesto que el ser humano tiene la capacidad de recomenzar una y mil veces sobre las ruinas de lo que ha sido, las preguntas se constituyen en los pilares sobre los que podemos edificar una existencia llena de sentido para uno mismo y de valor para los demás.
CLAVES PARA HACERSE LAS PREGUNTAS CORRECTAS
Algunas premisas ayudan a actuar de manera más práctica y efectiva en las encrucijadas que van surgiendo dia a da
• LO HECHO, HECHO ESTÁ. Por lo general, interrogarse sobre el pasado suele ser poco productivo, ya que supone remover acciones muertas, por mucho que hayan condicionado nuestro presente. Fuera de una sesión de psicoanálisis, dar demasiadas vueltas a los errores cometidos nos impide actuar con eficacia en el aqui y ahora.
• DIVIDE Y VENCERÁS. Disecciona las grandes preguntas en cuestiones más pequeñas y asumibles, una detrás de otra. Tal vez desconozcamos el bosque en el que nos hemos extraviado, pero podemos reconocer el árbol que tenemos delante. Como hacen los grandes detectives de las novelas, muchas cuestiones pequeñas pueden dar respuesta a un gran interrogante
• NO PRESUPONGAS. Cuestionarnos cosas que no han sucedido todavia es una forma de enmascarar el miedo y frenar nuestra vida. En lugar de preguntarte "¿que pasará si...?", resulta más práctico abordar cada situación en su momento y lugar.
• SEPARA EL GRANO DE LA PAJA. Hay que distinguir las prioridades de lo que es secundario. Si te desgastas analizando constantemente lo que te rodea, perderás la visión de conjunto. Buscar una razón y una respuesta para todo se acaba convirtiendo en un escollo para la propia realización.
• PREGUNTA EN POSITIVO. No te cuestiones qué has hecho mal, sino qué puedes hacer a partir de ahora para mejorar. Al fin y al cabo, los tropiezos forman parte de nuestra evolución y son incluso necesarios para nuestra formacion. No hay mayor error que no actuar por miedo a equivocamos.
Fuente: REVISTA INTEGRAL - MAYO 2008