NOTICIAS DEL MUNDO DE LA MEDICINA
Publicado en
noviembre 15, 2016
NUEVO APARATO PARA EXAMINAR EL CEREBRO
LOS RADIÓLOGOS están tomando por primera vez en cinco hospitales norteamericanos y británicos radiografías de la cabeza con una máquina que les permite observar el cerebro en sección transversal, a cualquier nivel escogido, exactamente como en las ilustraciones de los libros de anatomía. Se considera esta máquina el adelanto más revolucionario logrado en radiología desde el descubrimiento de los rayos X.
Con este aparato los médicos obtienen una información mucho más detallada y exacta sobre una gran variedad de trastornos cerebrales, entre ellos las trombosis y otras secuelas de la arterioesclerosis, el cáncer, los tumores benignos, los defectos congénitos y algunas lesiones del cráneo producidas por accidentes. Además, distingue los tumores de los daños ocasionados por las trombosis cerebrales; en resumen, "proporciona información con la que no contábamos antes", asegura el Dr. James Ambrose, radiólogo del Hospital Atkinson Morley de Londres. El proceso sólo dura 30 minutos, durante los cuales el enfermo permanece consciente y no corre los peligros propios de la angiografía y la neumoencefalografía, métodos en los que se hacen llegar a la cabeza ciertos compuestos químicos o aire.
El aparato, un registrador que cuesta 350.000 dólares, fue diseñado por la compañía inglesa EMI LTD. y utiliza tubos clásicos de rayos X con una computadora minúscula de fabricación norteamericana. Es un invento del ingeniero Godfrey Hounsfield. Al investigar, a fines del decenio de los sesentas, las técnicas de computadora para el reconocimiento de formas, observó que las radiografías tradicionales sólo integran en formas reconocibles el uno por ciento de los datos registrados. "Encontré la solución", explica el autor del invento, "al descubrir que se puede obtener la información íntegra haciendo las radiografías desde muy diversos ángulos y estableciendo la correlación de los resultados con una computadora".
El aparato registrador describe un semicírculo (180 grados) en un plano horizontal alrededor de la cabeza del paciente. Se hacen pasar sucesivas descargas de rayos X por el cerebro, cada una desde un ángulo ligeramente variado, hasta los detectores que giran por el lado opuesto. La computadora calcula la diferencia entre los fotones en el momento en que los emite el tubo de rayos X y el instante en que los reciben los detectores. Se obtienen así 28.800 "lecturas" que aparecen en una gráfica impresa y en forma de imagen visible en un tubo de rayos catódicos. Si se desea, esta imagen se puede fotografiar para archivo con una cámara Polaroid.
—Lawrence Altman, en el Times de Nueva York
EL BISTURÍ LÁSER
LA ABLACIÓN quirúrgica de las neoformaciones de las cuerdas vocales es generalmente difícil, tanto para el médico como para el paciente. El cirujano tiene que trabajar en un espacio muy reducido, usar instrumentos de manejo delicado y tomar muchas precauciones para no dañar el tejido sano. El enfermo suele soportar intensos dolores pos-operatorios. Ahora los facultativos del Centro Médico de la Universidad de Boston están solucionando estos problemas con un láser de bióxido de carbono que produce un potentísimo haz de rayos infrarrojos invisibles, capaz de eliminar rápidamente los pólipos, quistes y pequeños carcinomas localizados en las cuerdas vocales.
Los cirujanos emplean desde hace más de un decenio estos rayos superpotentes para fijar retinas desprendidas, y también (más recientemente) para destruir algunos tipos de cáncer cutáneo. Pero el grupo de Boston es el primero que utiliza un láser en operaciones de las cuerdas vocales. El Dr. Geza Jako, del departamento de otolaringología de la Universidad de Boston, empezó a servirse de este procedimiento en perros, en 1967. El Dr. M. Stuart Strong, jefe del departamento, fue el primero que lo aplicó en personas, hace ya más de dos años.
Después de insertar el tubo que permite ver las cuerdas vocales, el cirujano, con la ayuda de un microscopio binocular y un delgado haz de luz blanca, apunta el láser a la región afectada. Una vez que ha enfocado bien el objetivo, el operador pisa un pedal que abre un obturador, y el haz de láser infrarrojo actúa en el tejido enfermo durante medio segundo. Con varios "disparos", el potente haz de rayos láser "evapora" el tejido enfermo, al mismo tiempo que cauteriza los vasos sanguíneos de la zona tratada. Los tejidos adyacentes sanos no sufren ningún daño.
El equipo de la Universidad de Boston empleó el láser en más de 100 pacientes en un período de 18 meses. La mayoría de ellos comieron, bebieron y hablaron poco después de pasar el efecto de la anestesia. Todos salen del hospital al día siguiente.
—Time