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septiembre 09, 2015
SALUDO MATINAL
EN UN reloj para marcar la hora de entrada de los empleados, el personal de la empresa recibe un mensaje grabado del director. Quienes llegan temprano escuchan una felicitación. Los que entran apenas a tiempo oyen los buenos días en tono agradable. El subalterno que llega tarde recibe un furibundo regaño.
—L.M.E.
Sencillez ante todo. Siendo jefe de redacción del Times, de Nueva York, Turner Catledge era mariscal de legiones de párrafos y almirante de millares de comas. Uno de sus dictados memorables a los redactores era el siguiente: "El salón de tipografía tiene a su disposición un surtido ilimitado de puntos para poner fin a oraciones breves y sencillas".
—L.M.E.
QUIROMANCIA PARA SUS COMPRAS
EN MAYO pasado el Banco Mutual Heiwa del Japón anunció un sistema revolucionario para evitar tener que cargar tarjetas de crédito para hacer compras. Es el primero de su clase que existe en el mundo.
Se llama "sistema sin carné" y su secreto no es otro que la computadora electrónica y la palma de la mano humana. Al cliente le basta sólo hacer grabar en la memoria de la computadora la palma de su mano, lo cual se realiza en la oficina principal del banco. Del resto se encargan aparatos transmisores especiales instalados sobre los mostradores de las tiendas importantes.
Esto significa que se pedirá al parroquiano que coloque la mano sobre el aparato transmisor, que inmediatamente pasa la imagen a la computadora que hay en la oficina central. Y, una vez confirmada la identidad del comprador, la máquina electrónica deducirá la cantidad correspondiente de su cuenta corriente.
Dieciocho grandes tiendas de Tokio están tomando parte en este proyecto, cuyo funcionamiento se inició hacia fines de 1971. Para el futuro, el Banco Mutual Heiwa considera ampliar el sistema a los supermercados y tiendas menores por todo el país.
—Yomiuri Shimbun, Tokio
DESPUÉS de transportar dos aviones de la RCAF a Toronto, los pilotos sacaron pasajes en el aeropuerto de Malton para regresar a Calgary, vía Air Canada. Cuando les llegó el turno en el mostrador, se les informó que no podían transportar sus paracaídas gratis, aunque en el pasado solían hacerlo.
El empleado les exigió que pagaran el exceso de peso, y los dos oficiales replicaron que antes que pagar preferían llevar los paracaídas como equipaje de mano. Los pilotos comenzaron en el acto a ponerse los paracaídas y se dirigieron a la zona de acceso al avión. Comprendiendo el efecto desconcertante que esto causaría en los pasajeros, el molesto empleado se puso de inmediato en contacto con el gerente. La respuesta no tardó en llegar los paracaídas serían trasladados sin costo alguno.
—J.D.R.
LA PRUDENTIAL ASSURANCE COMPANY, de Montreal, recibió la siguiente carta:
"Muy señores míos: Yo no poseo la póliza No. 569009. Sin embargo, si este aviso se refiere a la póliza No. 412581, que sustituye la póliza No. 983727 y hace alusión a la póliza No. MP 301444, a la que se adjunta la póliza No. M 216172, tomen nota de que ya no necesito este seguro, pues un agente local se encargará de ahora en adelante de la tarea de tratar de confundirme".
Poco después de estar residiendo en Francia, mi hermano llevó a su hijito de seis años a visitar a una familia francesa. Después de ver televisión durante un rato, el niño le pidió a su padre que le comprase un aparato.
—Lo compraremos —respondió mi hermano— cuando comprendas mejor el idioma. Después de todo, los programas son en francés.
—Pero papá, por favor —suplicó el niño—. Yo puedo comprender los programas ahora. ¿No te fijaste que los retratos están en inglés?
—C.C.
EN ESTADO INTERESANTE
DURANTE su primer embarazo, nuestra hija única fue a vivir con nosotros mientras su marido desempeñaba servicio militar en el exterior. En un principio nos llevábamos muy bien, pero después de un tiempo sus exigencias comenzaron a molestarme. En varias ocasiones cambiamos palabras duras. Después de una de tales disputas, la joven salió del aposento hecha un mar de lágrimas y yo quedé con el remordimiento de haber perdido los estribos. Buscando consuelo, me volví a mi marido, quien había sido espectador de toda la contienda sin pronunciar ni una palabra. Me extrañó verlo sonriente.
—¿Qué puede causarte tanta gracia? —le dije, algo amoscada.
—Veo —respondió— que ya te vas dando cuenta de lo que es vivir con una mujer encinta.
—J.M.
MARTÍN LUTERO: Nuestro Señor ha escrito la promesa de la Resurrección no sólo en los libros, sino en cada hoja de la primavera.
UN CAMELLO a otro: "Me siento como si me hubieran pasado por el ojo de una aguja".
—Will Spense, en Daily Mail, de Londres
ACAMPANDO BAJO LAS ESTRELLAS
HABLANDO de su señora en una excursión en que acamparon al aire libre, decía un sujeto: "Cada vez que ella grita, no sé si salir armado de la carabina o de un matamoscas".
—B.M.
HE HECHO esfuerzos sobrehumanos para acostumbrarme a acampar a la intemperie. La última vez que me quejé a mi marido de tener que dormir sobre guijarros, luchar contra la claustrofobia y mantener arropados a mis hijos, él me dijo, meneando amargamente la cabeza:
—No creo que te acostumbres nunca a vivir al aire libre.
—No, no, si eso me encanta —protesté—; lo único a que no me acostumbro es a dormir en tiendas de campaña.
—Querida —respondió él tristemente—: sin la dormida eso se llama día de campo.
—J.M.C.
DURANTE el largo viaje en automóvil de regreso de una excursión en que habíamos acampado a la intemperie, mi esposa rompió el largo y tedioso silencio diciéndome: "Ojalá no se te ocurra preguntarme qué estoy pensando, porque no sabría cómo explicarte que pensaba en qué podría decirte, en caso de que me hicieras esa pregunta".
—R.A.S.
UNA NOCHE de 1944, actuando estrictamente contra los reglamentos de tiempo de guerra que limitaban el consumo de la gasolina, conduje mi auto para ir a un baile en un pueblo cercano. Estaba oscuro cuando llegué y, con el fin de esconder mi auto, abrí la puerta de una cerca y lo coloqué detrás de un seto vivo.
A medianoche un agente de policía apareció en la puerta y me llamó.
—¿Es usted el dueño de un cupé rojo? —me preguntó.
—Sí —confesé—, pero ¿cómo diablos lo descubrió
—No pude evitarlo, señor —repuso—. Usted lo estacionó en mi jardín.
—Victor Hogg, de Norwich (Inglaterra)
ESPANTACONEJOS
UN NORTEAMERICANO llamado George Redding tiene un huerto de hortalizas muy particular. Está ubicado en un claro, al parecer natural, entre los robles que dan sobre la orilla del río Bass, en el Cabo Cod, y está dotado de extrañas defensas: alrededor de las diversas legumbres hay enterradas muchas botellas vacías, con el cuello hacia arriba, algunas aún con las etiquetas de variados licores, y todas inclinadas a ángulos distintos. De cualquier parte que sople el viento, algunas de las botellas emiten un silbido. A flor de tierra, el sonido es muy intenso: lo suficiente para molestar a los conejos de largas orejas, que se abstienen de entrar en el huerto.
—W.M.T.
DURANTE una práctica de lanzamiento de proyectiles teledirigidos, en honor de la visita del príncipe Felipe al buque de guerra London, nuestro artillero de mejor puntería derribó el blanco con un tiro directo. Impresionado, el príncipe Felipe exclamó: "¡Ese hombre merece un coco!"
No pensamos más en lo que tomamos por un chiste, hasta que algunas semanas después llegó un paquete del palacio de Buckingham que contenía un coco enorme... el cual ocupa ahora el lugar de honor en la vitrina de trofeos del buque.
—C.S. Lewis, del acorazado inglés London
SECRETOS CONYUGALES
LE PREGUNTARON al actor de cine Robert Mitchum qué había hecho perdurar su matrimonio durante 30 años, cuando tantos otros habían fracasado. Respondió: "La tolerancia mutua. Los dos hemos seguido creyendo siempre que el otro será mejor desde mañana".
—Programa de Robert Frost
LOS PADRES de mi marido parecen llevarse extraordinariamente bien. Un día le pregunté a mi suegra:
—¿Vosotros no habéis tenido desavenencias en 50 años de casados?
—Oh, sí, hemos tenido muchas diferencias —repuso ella— y él invariablemente me ha ganado las discusiones. Pero, como yo sé que siempre tengo razón...
—B.M.
A SIR Robert Menzies, primer ministro de Australia de 1949 a 1966, le encantaban las discusiones con las personas que interrumpían sus discursos con preguntas satíricas. Durante un mitin, una mujer exclamó:
—Bob Menzies, si usted fuera Dios yo no votaría por usted.
A lo que Sir Robert respondió:
—Señora, si yo fuera Dios, usted no estaría en mi distrito electoral.
—Malcolm Gibbs y Bruce Petty, en The Australia Character
VENTAJA
EL PRIMER día de escuela una maestra bregaba en vano para hacer entrar a una niñita reacia que se quedaba afuera con su madre. Finalmente pidió ayuda a una chiquilla de primer año para que tratase de convencer a la niña rebelde de entrar a clase. En brevísimos segundos, las dos niñas cruzaban el umbral, cogidas de las manos, sin lágrimas en los ojos y listas para iniciar sus estudios. Al terminar el día, la profesora llamó por teléfono a la madre de la chiquilla para averiguar qué había dicho la otra niña para convencerla tan rápidamente.
—Fue asombroso! —exclamó la señora—: La muchachita, parándose con los brazos en jarra, dijo "Mira, nena: si algún día piensas entrar a la universidad, es mejor que comiences a estudiar desde ahora".
—R L.K.
TREPIDACION
MI NIETO de tres años experimentaba su primer temblor de tierra una madrugada de 1971, en Los Angeles (California). El estremecimiento de la casa y la sacudida de las ventanas lo despertaron sobresaltado. En breves segundos se hallaba en la alcoba de sus padres, llamando a su padre diciéndole: "Ven pronto, papi. Alguien está tocando a todas las puertas de nuestra casa".
—A.J.J.
CARICATURAS
UN VENDEDOR de automóviles que enseña un coche a un presunto cliente: "Este tiene una alarma automática que suena el día antes de vencer se la próxima cuota".
—D.M.
UNA CHIQUILLA a otra, indicando a un boy-scout: "Es leal, ahorrativo, digno de confianza... y muy atrevido".
—S.H.
UN SEÑOR, al teléfono: "El dueño de la casa no está. Habla usted con el jefe de la comisión de recaudación de fondos".
—B.B.
UNA ESQUIMAL, frotándose la espalda dolorida al levantarse de la cama, dirigiéndose al marido: "¡Cuántas veces te he dicho que no te olvides de poner anticongelante en el colchón de agua!"
—M. R.
UN MUCHACHO, a sus padres, en la mesa del comedor: "Rechazo todos vuestros valores, empezando por las espinacas".
—Cochran, en The Wall Street Journal
DE HOMBRE a hombre: "No sé lo que hubierá hecho sin Elena... especialmente después de que nos empezaron a llegar hijos".
—Berhardt
CARICATURAS
EL MÉDICO, reconociendo a un señor de edad madura: "La mayoría de mis pacientes jóvenes mide 81 centímetros de cintura. El distanciamiento entre las generaciones, en su caso, es de 33 centímetros".
—B.B.
UNA NIÑITA dice a su padre, quien está asando carne al aire libre: "Papito: ¿Por qué no inicias un movimiento de liberación masculina? Así no tendrías que cocinar más".
—J.T.
UNA MATRONA a otra: "Me fascinan las nuevas modas, porque no he visto todavía algo por lo cual merezca la pena adelgazar".
—P.F.
LA TAQUILLERA de un cine, hablando por teléfono: "La película principal comienza a las 7:20; las escenas escabrosas pasan a las 8:10, 8:47 y 9:05".
—D.R.
LA OFICINISTA guapa, que está contando los papeles que hay en el "buzón de ideas" de los empleados, dirigiéndose al jefe: "Para usted hay dos; las otras 26 son para mí".
—T.K.F.
UN ESTADOUNIDENSE que está viendo la televisión, a su esposa: "¡Lo de prohibir los anuncios de cigarrillos ha sido una gran cosa! Ahora deberán prohibir los de jabones, luego los de cereales, automóviles, productos desodorantes, muebles..."
—B.B.
Perspectiva poética. Un instructor de literatura de la Universidad de Carolina del Norte presentó a sus alumnos lo que calificó de "uno de los versos más bellos y más elegantes de nuestro idioma". Hizo que todos tomaran debida nota en sus cuadernos de apuntes de la expresiva sencillez de aquellas palabras:
—Pase con la luz —dijo citando aquella línea de poesía, y la repitió suavemente, como para sus adentros—. Pase con la luz... ¿no os parece algo muy bello para decir a otra persona?
La clase convino en ello, como era natural, y quiso saber quién era el autor.
—Me parece que es anónimo —repuso el instructor—. Está escrito en un letrero que hay en la esquina de la calle Franklin.
—AP
OBSERVANDO A LOS PAJAROS
Oceanus, la revista del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (Massachusetts), recomienda a los marinos que, cuando tiren al mar los anillos de material plástico con que suelen unirse seis latas de cerveza o de gaseosa, los corten primero. De no hacerlo así, alguna gaviota podría meter el cuello adentro, con resultados funestos para ella.
—UNESCO Features
ALGUNAS de las aves marinas que se encuentran muertas por las playas se han asfixiado con las argollas que se arrancan a los envases metálicos de cerveza o de agua gaseosa, que los que almuerzan en las playas o en sus yates tiran descuidadamente al agua. Los pájaros marinos, al ver brillar estos objetos en el mar, los confunden con peces y les caen encima, cometiendo el fatal error de tratar de engullirlos.
—H.C.
Ya que me lo pregunta. Le preguntaron al actor y artista de cabaré Peter Lind Hayes a qué atribuía el haber encanecido prematuramente, a lo que repuso Hayes: "A preocuparme por la posibilidad de quedarme calvo".
— C.M.
UN VERANO mi hermano estaba reparando un bote en la cabaña, mientras Brad, mi sobrinito de cuatro años, observaba un pececito en un tarro de cristal que sostenía en una mano y un resbaloso sapito verde en la otra.
—Pásame esa llave inglesa, por favor, Brad —le pidió mi hermano.
Brad permaneció un momento confuso mirando del tarro al sapito, preguntándose cómo podría desocupar una mano. Luego, sin más titubeos, se metió el sapito en la boca, le pasó la llave inglesa a mi aturdido hermano, se sacó el sapito de la boca y, sin decir palabra, se alejó.
—D.J.
CAZA LICITA
TODO comenzó en la primavera cuando un cervatillo, que se acercó a la casa de Bert Longue, se convirtió en animalito doméstico para la familia. Poco antes de iniciarse la estación de cacería, Longue y su vecino John Kaempf le pusieron al ciervo una chaqueta roja, con la esperanza de protegerlo de los cazadores.
El rumiante salió a perderse en el bosque, y no volvimos a verlo hasta varias semanas después, cuando otro vecino nuestro, Earl Bartholomew, resolvió ir de cacería.
—Cruzaba yo el bosque —cuenta Bartholomew— cuando oí unos pasos detrás de mí. Al volverme a mirar, ¡me encuentro con un ciervo cubierto con una chaqueta roja!
Dice Earl que le rascó la cabeza al cuadrúpedo, y luego prosiguió adelante en busca de la pieza que perseguía.
—Pero el maldito cervatillo echó en pos de mí, hasta que por fin tuve que abandonar la caza y marcharme a casa, seguido siempre por el animal.
—¿Cazaste algún ciervo? —le preguntó su esposa al llegar.
—Cómo no —repuso Bartholomew—. Y por más señas está parado allá afuera en estos momentos, esperando algo de comer.
—P.P.