Publicado en
septiembre 08, 2015
Podrá usted evitarse muchas molestias si lee con cuidado las siguientes explicaciones.
Entrevista con el Dr. Henry Feffer (Profesor de cirugía ortopédica en la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington, es ampliamente conocido como consultor en problemas de la espalda).
Pregunta: Doctor Feffer, la gente cree que el dolor de espalda está ocasionado por algún esfuerzo, pero usted dice que no es así.
Respuesta. No lo es. Especialmente las molestias de la parte inferior de la espalda, se deben a la inactividad, a no estar en forma.
P. ¿Quiere decir que una persona que trabaja en una oficina está más expuesta al dolor de espalda que un trabajador manual?
R. Desde luego. Los discos de la columna vertebral hacen un esfuerzo mayor cuando se está sentado, especialmente en una silla demasiado blanda. La presión en un disco es aproximadamente el doble estando sentado que de pie. Y esta presión dañará más probablemente un disco si no se tiene un buen soporte muscular externo, como suele suceder en el caso de una persona sedentaria.
P. ¿A cuál de los dos sexos afecta más el dolor de espalda?
R. Probablemente a los hombres, y entre ellos a los que han sido atletas, pues aunque sufrieron más esfuerzos dañinos en la espina que las personas sedentarias, su buen tono muscular los protegió. Pero si se dedican después a trabajar sentados, dejan de hacer ejercicio y engordan. De repente, un día, al agacharse, les empieza el dolor de espalda.
P. ¿Cuál es la edad más peligrosa para estos padecimientos?
R. Probablemente de los 25 a los 35 años. Después el peligro tiende a disminuir. La espalda empieza a ponerse rígida y esto constituye un proceso protector.
P. ¿Cuál es la región más susceptible de la espalda?
R. En lo que se refiere a la molestia mecánica; son los discos intervertebrales que sirven para amortiguar el choque entre dos vértebras. Estos discos son semejantes a una pelota de golf. Tienen una envoltura semielástica y un centro gelatinoso, como caucho líquido. Cualquier tensión vertical en la espalda se transmite directamente al centro gelatinoso, que distribuye la presión por igual en todas direcciones, y la envoltura cede y absorbe el choque.
P. ¿Por qué producen molestias estos discos?
R. A diferencia de la mayoría de las partes del cuerpo, el disco no tiene riego sanguíneo propio. A consecuencia de ello, tiende a degenerar pronto o a perder parte de su elasticidad. Conforme sucede esto, el disco va quedando cada vez más expuesto a alguna lesión: una caída, un esfuerzo excesivo, una sacudida violenta, pueden dañarlo seriamente. A veces la cubierta del disco aplastado sobresale a ambos lados de la columna, o se rompe y presiona algún nervio, que se inflama y produce un dolor muy localizado, quizá en el tobillo o en un dedo del pie. En los casos en que sobreviene la parálisis, es necesaria la cirugía.
P. ¿Qué tipo de ejercicios protegen la espalda?
R. Cualquier ejercicio que fortalezca la musculatura abdominal —principal soporte de la espalda— y los glúteos, músculos en los que se sienta uno. En efecto, los músculos abdominales levantan la pelvis al frente y los glúteos la bajan por detrás, la hacen rotar y la aplanan sobre la espina, reduciendo la presión. En este artículo especifico ocho ejercicios. Se deben hacer dos veces al día.
P. ¿Qué sillas deben usar las personas que tienen que estar sentadas mucho tiempo?
R. Aquellas que mantengan la espalda derecha.
El estar sentado encorvado, con todos los músculos flojos, es lo que ocasiona los peores daños. Puede producir dolor del cóccix, que se ablanda y a veces se pone dolorido. Eso es muy frecuente. A menudo la causa son los asientos del automóvil. Suelen ser demasiado blandos y no ejercen presión en las regiones adecuadas para mantener derecha a la persona. Cuando se hace un viaje en coche, se debe parar cada dos horas y andar un poco.
P. ¿Qué tipo de cama es mejor para la espalda?
R. Cada uno se debe acostar en la cama que le proporcione mejor descanso nocturno. El que duerma mejor en un colchón duro, que lo use. Es preferible ponerle una tabla si se tiene la costumbre de dormir boca abajo y la cama es blanda, porque no es cómodo estar doblado hacia atrás. Pero una cama dura no es la solución para todo el mundo. Si se duerme de espaldas o de lado, da lo mismo que la cama sea dura o blanda, con tal de que resulte cómoda.
P. ¿Qué opina de los espasmos musculares en la espalda?
R. Los espasmos son sólo un síntoma, la forma en que la Naturaleza avisa del peligro. Y soy intransigente en lo que se refiere al uso de relajadores musculares. Los espasmos tienen un objeto y no hay que tratarlos sencillamente dando al paciente relajadores musculares o inyectando novocaína. Lo que hay que hacer es tratar la enfermedad para que el espasmo desaparezca por sí solo cuando ya no sea necesario.
P. ¿Significa siempre el dolor de espalda que se tiene una lesión en la columna?
R. No necesariamente. El dolor de espalda puede proceder de enfermedades del riñón, de la vesícula biliar, de una úlcera péptica. Puede ser ocasionado también por tumores en el vientre. Pero si se eliminan todas esas posibles causas y otras afecciones raras, como la artritis, se verá que la mayoría de los dolores de espalda se originan en la columna vertebral, y especialmente en algún disco, porque son sus partes más sensibles.
P. ¿Pueden ser sicosomáticos los dolores de espalda?
R. Sí, con frecuencia lo son. Para mucha gente que comprende, por ejemplo, que no podrá progresar en su trabajo y no sabe cómo justificar este fracaso aparente, una enfermedad de la espalda lo resuelve todo. Si no lograron más éxitos, fue por sus molestias. O en el caso de un matrimonio que no se lleva bien, el dolor de espalda puede ser la mejor excusa de la esposa para mantenerse apartada del marido. Realmente así es, o por lo menos así lo cree ella. Y se soluciona el problema sin que nadie se sienta culpable de nada.
P. ¿Es muy arriesgada la cirugía de la columna?
R. Suele ser mayor el riesgo de que la operación no cure el dolor, o quizá lo empeore, que el peligro de que el paciente muera o quede paralítico. Es preferible prescindir de la cirugía si la lesión no es muy específica y curable sólo con una operación.
Muchas personas deberían resignarse a padecer siempre algunos dolores de espalda y deberían aprender a sobrellevarlos.
P. ¿Qué opina de los medicamentos para tratar los dolores de espalda?
R. En los casos en que el factor inflamatorio es de importancia primordial y no se puede hacer otra cosa, hemos estado inyectando algunos medicamentos con cortisona. Recientemente se han empleado bastante las inyecciones de quimopapaína, enzima derivada de la raíz de la papaya, pero es muy potente y hay que ser muy cauteloso para evitar que llegue a la médula espinal, mientras que con la cortisona no existe tal riesgo.
P. Doctor, ¿ha tenido usted alguna vez dolor de espalda?
R. Una vez. Pero se me pasó, y desde entonces no he vuelto a tener molestias de importancia. Trato de mantenerme en forma y estoy convencido de que esa precaución sirve de mucho.
OCHO EJERCICIOS PARA FORTALECER LA ESPALDA
El Dr. Feller recomienda —si lo aprueba su médico— esta serie de ejercicios dos veces al día, haciendo cada uno al principio cuatro veces en cada período y aumentando gradualmente hasta diez veces.
1. Acuéstese boca abajo. Apriete los glúteos. Contraiga el vientre. Mantenga esta posición durante cinco segundos; después relaje los músculos cinco segundos. Vaya aumentando cada día los períodos de contracción y aflojamiento hasta 20 segundos.
2. Acuéstese de espaldas, con las rodillas dobladas, las plantas de los pies apoyadas en el suelo y los brazos a los lados. Contraiga los glúteos y el vientre. Aplane bien la parte inferior de la espalda contra el suelo. Mantenga esta posición durante cinco segundos y relaje los músculos durante otros cinco. Gradualmente vaya aumentando hasta 20 segundos.
3. Repita el ejercicio número 2 con las piernas estiradas.
4. Acuéstese de espaldas. Doble las rodillas hacia el pecho. Cruce las manos alrededor de las rodillas. Mantenga los hombros contra el suelo. Acerque las rodillas hasta el pecho con los brazos y levante la cabeza hasta tocar las rodillas con la frente.
5. Acuéstese de espaldas, con las rodillas dobladas, las plantas de los pies apoyadas en el suelo, los brazos cruzados sobre el pecho. Levante la cabeza y los hombros del suelo. Dóblese encorvando la espalda hasta quedar sentado. Mantenga la espalda curva y haga un esfuerzo con los músculos del vientre. Baje el cuerpo otra vez al suelo lentamente.
6. Acuéstese de espaldas con las rodillas dobladas, las plantas de los pies apoyadas en el suelo, los brazos estirados hacia arriba. Tóquese las rodillas con la cabeza. Baje otra vez el cuerpo lentamente. Acerque las rodillas al pecho. Apriételas fuertemente contra el pecho con los brazos y acerque la frente a las rodillas.
7. Siéntese en el suelo con las piernas estiradas. Contraiga el vientre. Estire los brazos e, inclinándose adelante, trate de tocarse la punta de los pies con los dedos. Balancee el cuerpo para tratar de alcanzar los dedos de los pies.
8. Siéntese en una silla, con las manos a los lados. Agáchese hasta tocarse las rodillas con la cabeza, contrayendo el estómago al inclinarse hacia delante. Mantenga el peso sobre las caderas. Afloje lentamente los músculos del vientre al erguirse.
Condensado de "U.S. News & World Report" (Septiembre 20, '71), © 1971 por U.S News & World Report, Inc., 2300 N St., N.W., Washington, D.C. 20037