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septiembre 25, 2015
Cada pueblo y cada ciudad tiene sus propios ejemplos de valor, bondad y decencia. A continuación presentamos al lector a tres...
MADRE EXCEPCIONAL
LOS HIJOS, nietos y bisnietos de Raquel y Roberto Beaumont esperan reunirse en Colombia el cuarto domingo de julio de 1995 para celebrar, por cuadragésimo año consecutivo, el "Día de la Familia". El hijo mayor, Roberto, es dentista y vive en Colombia. Raquel y Ricardo, ambos abogados, viven en Perú. Y desde Los Angeles, California, acudirán Gustavo, que es médico, y Carmen, que es psicóloga.
La tradición comenzó en Lima la noche de un sábado, a fines de julio de 1956, cuando Raquel sentó a sus cinco hijos adolescentes a la mesa del comedor. Había puesto una rosa junto a la servilleta de cada una de sus hijas, y un clavel junto a la de los muchachos.
Carmen Córdova, que entonces tenía 15 años, recuerda así esa noche: "Mamá sabía que en poco tiempo nos íbamos a separar, y que ya no podría acercarse todas las noches a cada uno de nosotros para preguntarnos cómo nos iba o qué nos hacía falta".
"Nos dijo que el Día de la Familia era para regalarnos tiempo y amor, y que esperaba que nosotros les diéramos los mismos presentes a nuestros hijos, cosa que hemos hecho". En la cena del Día de la Familia, chicos y grandes están invitados a hablar con el corazón. Los mayores dan consejos a los más jóvenes y los animan a mejorar en algún aspecto de su vida durante el año siguiente.
Raquel madre tiene hoy 80 años y vive en California. Pese al cansancio que le produce el pasar largos días y noches estudiando la historia de Estados Unidos para aprobar un examen que le permitirá hacerse ciudadana de ese país, todos sus hijos saben que cuentan con ella.
"Una vez por semana platicamos y nos carteamos con mamá", dice Carmen. "A veces, mis hermanos abogados le piden su opinión cuando están trabajando en un litigio. Aunque no es abogada, respetan sus consejos porque todas las noches, cuando se estaban preparando para los exámenes profesionales, mamá se desvelaba estudiando con ellos. Hizo lo mismo por todos nosotros, y eso que apenas terminó la enseñanza media".
"Ahora mis hijos y mis nietos acuden a ella en busca de consejo. Lo que creó para nosotros y nuestros hijos alrededor de aquella mesa en 1956 es muy hermoso".
—Dennis McCarthy, en el Daily News de Los Ángeles
FIRMA: EL VIAJERO
TODO COMENZÓ cuando Linda Gómez, terapeuta recreativa del hogar para ancianos Castle Country, recibió una tarjeta postal firmada por "El Viajero". El remitente decía ser un camionero de tiradas largas, que deseaba enviar postales a los residentes de la institución.
Desde entonces, los internos han recibido correo unas dos veces por semana desde todos los rincones de Estados Unidos. En cierta ocasión en que su corresponsal estaba enfermo, las tarjetas llegaron firmadas por la "Señora del Viajero", cuyo esposo no quería decepcionar a quienes esperaban noticias suyas.
Varias personas se han presentado en Castle Country con fruta y helado, diciendo que un desconocido les había pedido que llevaran esas cosas como obsequio a los internos. El Día de las Madres y el de San Valentín, el Viajero manda ramilletes de color de rosa para las mujeres, y flores azules para las solapas de los hombres. Cambia de florería con frecuencia para que nadie averigüe su identidad. Y siempre se encarga de que haya suficientes regalos para todos.
Algunos suponen que el benefactor es un vecino de la localidad, pues conoce por su nombre a muchos de los residentes. Quizá alguna vez tuvo a un ser querido en Castle Country. "En realidad no queremos saber quién es ni por qué nos eligió para hacernos parte de su vida", dice Linda Gómez. "Pero nos gustaría decirle que se lo agradecemos de todo corazón".
—Ann Kay Marsing, en el Sun Advocate de Price, Utah
MEDIA VUELTA EN EL AIRE
EN EL Aeropuerto Pangborn Memorial, de Wenatchee, Washington, Nanc Reznicek rompió a llorar. Era el 4 de noviembre de 1993, y su hijo Jeremy y ella acababan de perder el último avión a Seattle debido a un problema con el coche. Ya no alcanzarían a tomar otro vuelo de enlace que les permitiera llegar al funeral del padre de Nanc, que se celebraría al día siguiente en un poblado de Minnesota.
Sin que Nanc lo supiera, Amy Devnich, empleada de la aerolínea Horizon Air, le envió un mensaje al piloto del avión, Steve Duclos, pidiéndole que regresara a Wenatchee, pese a que iba ya en pleno vuelo a Seattle y llevaba el avión atestado de pasajeros.
Duclos accedió, a condición de que Amy obtuviera el permiso correspondiente de las oficinas centrales de la aerolínea, en Portland, Oregon. Ella hizo una llamada telefónica, y la autorizaron para hacer volver el avión si lo juzgaba necesario. Sin pérdida de tiempo, otro empleado corrió al estacionamiento y le dijo a Nanc que no se fuera.
Antes de enviar el mensaje a Duclos, Amy había revisado los itinerarios de los pasajeros para cerciorarse de que ninguno perdería otros vuelos si el avión daba media vuelta. Luego localizó a la agente de seguridad que operaba el detector de metales del aeropuerto, la cual se había ido a casa, y le pidió que regresara. Finalmente hizo volver a la pista al camión de combustible. Pocos minutos después, el avión aterrizó en Wenatchee.
"Ni en mis sueños más descabellados se me habría ocurrido que una persona estuviera dispuesta a arriesgar tanto para hacer regresar un avión", comentó Nanc. "Fue un verdadero gesto de generosidad".
—Stephen Maher, en el World de Wenatchee, Washington
ILUSTRACIÓN: CHRIS SPOLLEN