Publicado en
junio 15, 2015
UN RECIENTE partido de fútbol americano entre equipos rivales de nuestra liga de aficionados, se interrumpió súbitamente cuando, sin advertirlo, una chica de formas voluptuosas se metió en el campo de juego. Todos la recibimos con miradas de admiración y un grito impulsivo de "¡Tiempo!" que salió simultáneamente de ambos bandos. Después de una pausa, una voz anhelante agregó... "para tomar medidas".
—M.R.K
DURANTE las manifestaciones estudiantiles celebradas en la Universidad de Yale, en la primavera pasada, los alumnos extremistas exigían acción inmediata para mejorar casi todos los aspectos de la vida universitaria. Nada parecía escapar de su avidez de reforma. Aun los jardineros, que estaban esparciendo nueva semilla de hierba en un macizo, cierta mañana hallaron un letrero que en gruesos caracteres exigía: "¡Hierba nueva!... ¡Inmediatamente!"
— D.O.K.
UN ABACERO le cambió un cheque a un estudiante de la Universidad de Wayne que, como identificación, le enseñó un nombre cosido en el interior de uno de sus calcetines. "El joven que confiesa que su madre le marca los calcetines", comentó el comerciante, "no puede estar mintiendo".
— B.T.
EN EL colegio universitario de Ithaca, en Nueva York, algunos miembros del profesorado estaban considerando ciertas normas de aseo personal para los estudiantes: no se permitirían barbas, ni bigotes, ni patillas que llegaran más abajo del lóbulo de la oreja; el cabello no se dejaría crecer excesivamente. Se apresuró a comentar uno de los proesores: "Todo eso está muy bien para las señoritas. ¿Qué normas deberán regir para los varones?"
— S.G.
EN UNA carta dirigida a los estudiantes de humanidades en la Universidad de Columbia, el decano de la facultad, Carl Hovde, apoyaba la propuesta de establecer dormitorios para hombres y mujeres en el mismo edificio, pero agregaba un pensamiento filosófico que había oído a un ex alumno veterano: "Los estudiantes deben considerar que durante 18 años han estado bajo el dominio de su madre. Tan pronto como se casen estarán bajo la férula de su esposa. Deberían, pues, pensarlo bien antes de decidir renunciar a un período de cuatro años de una inestimable libertad".
— C.A.W.