LA COSA NOSTRA, VENENO EN LA SOCIEDAD NORTEAMERICANA
Publicado en
abril 20, 2015
El gran sindicato del crimen de los Estados Unidos, más grande, rico y siniestro que nunca, es tan poderoso que influye en casi todos los sectores de la sociedad norteamericana y va minando sus mismos cimientos.
Condensado de "TIME".
PARA muchos norteamericanos es difícil creer que en su país exista una organización criminal que esté apoderándose ilegalmente de miles de millones de dólares; que esté corrompiendo en gran escala a los funcionarios públicos, a los industriales y comerciantes y que incluso siegue las vidas de honrados ciudadanos. Sin embargo, se tienen pruebas fehacientes de que tal organización existe en los Estados Unidos, y no cabe la menor duda de que su núcleo es La Cosa Nostra, conocida también como la Mafia*, aunque constituye un vasto, creciente y clandestino imperio que no es posible conocer en todas sus ramificaciones.
Repentinamente el Congreso norteamericano ha convertido en asunto de primordial importancia la lucha contra la delincuencia organizada. Al mismo tiempo la Secretaría de Justicia ha creado una "fuerza de choque" especial, que se envía a las principales ciudades del país; se están asignando mayores partidas a la policía y se están movilizando más recursos humanos para dar la batalla a estos enemigos de la sociedad.
Robert Kennedy, que inició la primera gran ofensiva contra la Mafia al recibir el nombramiento de procurador general de la nación, hizo la advertencia: "Si el país no ataca en escala nacional a la delincuencia organizada, con armas y técnicas tan eficaces como las que esta posee, la delincuencia aniquilará al país".
La Cosa Nostra es un foco de corrupción aterradoramente grande que alcanza a las legislaturas de los Estados Unidos y a los ayuntamientos; que corrompe aspectos del negocio de los espectáculos y de las relaciones laborales y que, periódicamente, vierte sangre para cumplir sus nefandos propósitos. Este sindicato del crimen ejerce un efecto multiplicador en la delincuencia: los estupefacientes, cuyo tráfico ha convertido en un monopolio, impulsan a los toxicómanos a robar y a cometer toda clase de fechorías para costearse el vicio. La habilidad de La Cosa Nostra para burlar las leyes hace que las prédicas morales parezcan ridículas a quienes observan más de cerca su actuación: los menesterosos de las ciudades y los ciudadanos de raza negra. Según ha manifestado Milton Rector, director del Consejo Nacional de Lucha contra la Delincuencia: "Virtualmente todos los hechos delictivos que estudiamos, sea cual sea su gravedad, tienen alguna relación con la delincuencia organizada".
La Cosa Nostra propiamente dicha, esto es, el núcleo italiano de la organización, está constituida solamente por tres mil a cinco mil personas, distribuidas entre las 24 "familias" o pandillas regionales, cada una con su jefe, diseminadas por todo el territorio nacional. Esas familias forman una confederación de unidades relativamente independientes, a las órdenes de un consejo administrativo al que llaman la Comisión. Pero sus ramificaciones se extienden a muchos más millares de aliados y vasallos, que forman parte de los más diversos grupos étnicos. Como una vez observó con orgullo y precisión Jackie Cerone, miembro del grupo de Chicago, "La Cosa Nostra cuenta con judíos, polacos, griegos... Tenemos en ella de todo".
Desde el punto de vista económico, la organización es la mayor empresa del mundo. Sus ingresos brutos anuales, calculados muy a la ligera, ascienden a más de 30.000 millones de dólares, de los que le queda un beneficio neto de 7000 a 10.000 millones de dólares. Las formas principales de actividad de tan poderoso grupo de delincuencia organizada son las siguientes:
• El cohecho político, que consiste en obtener la colaboración de policías y políticos profesionales. Esta actividad se ejerce especialmente al este del Misisipí, donde es rara la administración municipal que esté libre de ella. Según dijo un gangster de Newark (Estado de Nueva Jersey) a otro colega suyo, en esa ciudad se entregan mensualmente 12.000 dólares a ciertos jefes policiacos, para comprar su complacencia. Según un informe de la comisión nombrada por el gobernador de ese Estado, la corrupción de funcionarios está tan difundida que a ella se debió en gran parte la revuelta que tuvo lugar en Newark en 1967, uno de cuyos motivos principales fue el resentimiento de los habitantes de raza negra contra la policía.
La Cosa Nostra tiene influencias poderosas en una docena de distritos electorales de Chicago, y controla los votos de unos 15 miembros de la asamblea legislativa del Estado de Illinois. Conocido con el nombre de Bloque del Distrito Occidental —eufemismo que emplean los periódicos para evitar querellas por difamación— ese grupo se opone a los proyectos de leyes contra la delincuencia que se someten a la cámara legislativa del Estado, impone el nombramiento de gangsters en el gabinete político de Richard Daley, el alcalde de Chicago, y corrompe a elementos del departamento de policía de la ciudad.
Ralph Salerno, recientemente jubilado, perito que fue del departamento de policía de la ciudad de Nueva York en asuntos de la Mafia, y coautor de la obra La confederación del crimen, estima que esa organización del hampa influye en los votos de unos 25 miembros del Congreso de la Unión. Y ni siquiera el poder judicial escapa de su perniciosa influencia.
• El juego es la mayor fuente de ingresos ilícitos de La Cosa Nostra. Según cálculos conservadores, cada año se apuestan ilegalmente unos 20.000 millones de dólares, en las carreras de caballos, las loterías clandestinas y los espectáculos deportivos. Una tercera parte de esa cantidad es beneficio neto para la organización y sus afiliados.
En los tugurios de los barrios bajos se juega generalmente a "los números". El jugador apuesta a un número —por ejemplo, al total de los dólares que se jugarán en unas carreras de caballos—, con una pequeña suma, desde 25 centavos. El tahúr que toma la apuesta es demasiado insignificante (y demasiado vulnerable) para ser miembro de La Cosa Nostra, para la que trabaja mediante contrato.
Los corredores de apuestas ocupan el escalón que sigue en la jerarquía. El corredor de apuestas, que suele tener varios agentes, generalmente dispone de varios abogados, es hombre de posición acomodada y maneja considerables sumas de dinero. Cuando los agentes de la FBI echaron el guante a Gil Beckley (banquero de los corredores de apuestas de menor categoría), los libros de contabilidad de que se incautó la policía de Miami probaban que en un solo día de enero de 1966 este delincuente había manejado apuestas por valor de 250.000 dólares, las cuales le habían dejado un beneficio neto de 129.000.
Los corredores de apuestas de la clase de Beckley no son necesariamente socios directos de La Cosa Nostra, sino independientes. El sindicato criminal, igual que en algunos otros sectores, se contenta con una participación, y confía la administración del negocio a elementos más o menos extraños.
El interés público cada vez mayor por el fútbol y el baloncesto hace que las apuestas sean cuantiosas en estos deportes, por lo que puede resultar muy atractivo comprar a los jugadores.
La Liga Nacional de Fútbol ha hecho muchos esfuerzos para descubrir esas trampas, utilizando, paradójicamente, los servicios de Gil Beckley. Este dijo a los funcionarios de la Liga: "Quiero que el juego sea limpio. Si me entero de alguna irregularidad, les daré el nombre del equipo, pero no los nombres de los jugadores venales".
Hasta hace unos años una de las mayores fuentes de ganancias de La Cosa Nostra era Las Vegas, donde el juego, en general, está legalizado. La técnica empleada, a la que se llama "espumar", era tan sencilla como sacudir un árbol cargado de monedas de oro: antes de consignar en los libros de contabilidad las ganancias producidas por los seis casinos controlados por La Cosa Nostra, simplemente se apartaba una buena parte de ellas. Cuando el gobierno, en 1966 y en 1967, logró expulsar a los gangsters de la mayoría de los casinos, la recaudación de impuestos dio un salto de más de 50 millones de dólares anuales.
• La usura produce varios miles de millones de dólares a La Cosa Nostra. El tipo de interés a que se presta es frecuentemente el 20 por ciento semanal, a lo que llaman los gangsters en su jerga "seis por cinco", esto es, hacer un préstamo de cinco dólares el lunes, para recibir a mediodía del sábado seis dólares. Con frecuencia los prestatarios son tahúres, pero no es raro que se trate también de trabajadores industriales, de comerciantes en bancarrota o de cualquier otra persona que necesite urgentemente dinero en efectivo y carezca de garantías prendarias para obtenerlo de un banco. Muchos de los negocios legales que utiliza La Cosa Nostra como mampara para ocultar sus verdaderas actividades fueron adquiridos cuando sus propietarios no pudieron hacer frente a sus deudas. También fueron "adquiridos" de igual modo algunos funcionários, como James Marcus, ex comisionado del Abastecimiento de Aguas de la ciudad de Nueva York.
• El tráfico de estupefacientes, sobre todo el de la heroína, produce unos 25 millones de dólares anualmente. La Cosa Nostra, para eliminar en gran parte los peligros, contrata a vendedores al por menor, y se reserva el papel mucho más seguro, mucho más ganancioso, de importador y distribuidor al mayoreo.
• La explotación de los trabajadores y los empresarios adopta varias formas. Una de las más sencillas extorsiones consiste en informar a un industrial modesto, que acaso tenga únicamente una docena de empleados, que a partir de ese momento se ha creado un sindicato y, aunque los trabajadores no lo sepan —y no reciban jamás ningún beneficio—, el patrono paga a los "organizadores sindicales" las cuotas de inscripción y las mensuales. En otros casos, el falso sindicato firma contratos colectivos muy perjudiciales para los trabajadores, y se reparte con los propietarios de la empresa la diferencia entre lo que podría haber obtenido un verdadero sindicato obrero y lo que ellos han impuesto.
• La infiltración de La Cosa Nostra en las empresas legítimas constituye hoy la más pingüe fuente de ingresos de la organización, la que más se desarrolla, y es seguramente el mayor peligro que amenaza a los Estados Unidos. Las empresas pueden adquirirse de muchos modos: desde la compra directa, hasta la adjudicación judicial al no haberse podido pagar un préstamo, y no debe olvidarse que La Cosa Nostra dispone de un volumen mayor de capital de inversión que cualquier otra empresa del mundo. En la zona de Nueva York, sin ir más lejos, Carlo Gambino, uno de los jefes de la organización, y su "familia", poseen bienes inmuebles valorados en 300 millones de dólares.
Una vez que las empresas son víctimas de los tentáculos de La Cosa Nostra, casi siempre dejan de funcionar legalmente. Si se trata de un, restaurante —que es uno de sus negocios favoritos— o de un cabaré, este se ve obligado a comprar el carbón o el petróleo a un afiliado a La Cosa Nostra, a alquilar servilletas y manteles a otro, e incluso a utilizar los servicios de recolección de basura de un tercer concesionario. La organización ha de aprobar siempre los contratos de los cantantes, de los empleados de los parques de estacionamiento, y hasta de las muchachas encargadas de los guardarropas, a todos los cuales se exige a veces una parte de sus ingresos, "por comisión".
En general la Mafia trabaja preferentemente con las empresas de servicios y los comercios al menudeo —en particular las instalaciones de máquinas tragamonedas, las tiendas de vinos y licores, y las lavanderías—, cuyos ingresos en efectivo son fáciles de "espumar". Cuando en diciembre de 1968 los agentes de la FBI registraron la casa del hijo de Stefano Magaddino, encontraron un maletín que contenía más de 500.000 dólares "espumados", procedentes de las quince empresas que posee Magaddino en la zona de Buffalo (Nueva York).
Esas empresas pequeñas y marginales no afectan gran cosa a la economía del país, pero la industria de la construcción en gran escala es asunto de mayor cuantía, como lo es también la industria pesada, en la que, al actuar simultáneamente en los frentes del sindicato y de la empresa, La Cosa Nostra comienza a tener una participación cada vez mayor. Milton Rector afirma que los gangsters se han infiltrado hasta tal punto en las operaciones de transporte de carga aérea, que en cualquier momento podrían paralizar por completo el aeropuerto Kennedy, de Nueva York.
A medida que aumentan las sumas de origen ilícito disponibles, se ponen a buen recaudo muchos millones de dólares en los bancos extranjeros, entre los cuales los favoritos son los suizos, por su sistema de cuentas anónimas numeradas. Esos fondos suelen volver a entrar en los Estados Unidos en forma de "préstamos" con fines de inversión. El jefe de la "familia" de Filadelfia, Angelo Bruno (al que se conoce como el señor A), tuvo que garantizar una importación de tocadiscos de monedas, y para ello presentó un cheque certificado de un banco suizo por valor de 50 millones de dólares.
MALEANTES DE GUANTE BLANCO
Para ingresar actualmente en La Cosa Nostra propiamente dicha, esto es, en la organización y no en sus muchas afiliadas, hay que ser, ante todo, italiano, o de ascendencia italiana. Hasta 1952 era también requisito ser un asesino consumado, pero ahora ya no es necesario. Como dijo en una ocasión Angelo De-Carlo (apodado "el Gyp"), jefe de Nueva Jersey: "Ahora hay aquí millares de tipos que nunca han roto un plato".
Pero a pesar de que La Cosa Nostra suele ahora calzar guante blanco, no deja de recurrir en ocasiones, a sus antiguos métodos. Una de las conversaciones más espeluznantes que ha interceptado la FBI fue la que tuvo efecto entre dos de los gangsters de Sam Giancana, de Chicago, que comentaban el asesinato de William Jackson, un colega suyo de 160 kilos de peso.
James Torello: Colgaron a Jackson en el gancho de la carne, pero estaba tan gordo, que lo dobló. Estuvo tres días colgado allí, antes de estirar la pata.
Fiore Buccieri (con risita nerviosa): ¡Había que ver al tipo, con patas de elefante! Y cuando Jimmy lo pinchó con aquella aguja eléctrica...
Torello (emocionado): ¡Se estremecía como un sapo, ensartado en el gancho! Le echamos agua para que la aguja tuviera más electricidad, y empezó a gritar...
LAS LEYES INEFICACES
¿Por qué prospera La Cosa Nostra? El poder de La Cosa Nostra está, más que en sus tradiciones o en su fuerza, en su capacidad para sobornar a los funcionarios públicos. Si no fuera por esto, no duraría.
Además, las leyes y los encargados de hacerlas cumplir han carecido de eficacia en demasiados casos. Las policías de los Estados y de las ciudades rara vez tienen recursos suficientes para combatir con éxito a una red de malhechores astutos y que cuentan con grandes recursos económicos, cuyo poder se extiende más allá de las ciudades y de los Estados. Hasta hace pocos años, las autoridades federales no podían hacer más que encogerse de hombros cuando los gangsters sangraban poco a poco al país. La coordinación entre los organismos judiciales y policiales en todas las escalas jerárquicas es muchas veces ineficaz, o no existe. Y en caso de que se obtengan éxitos parciales, esto es, la detención y condena de los delincuentes, La Cosa Nostra encuentra rápidamente reclutas para llenar los huecos.
Por otra parte, la acción penal no es nada fácil, ya que La Cosa Nostra cuenta con abogados venales bien pagados, que explotan al máximo los privilegios de la Declaración (Carta) de los Derechos Humanos, sin contar con que, con relativa frecuencia, los asesinos a sueldo de la Mafia eliminan a los posibles testigos de cargo. Por si esto no bastara, hasta hace muy poco tiempo los tribunales no admitían la mayoría de las pruebas que conseguía reunir la FBI.
Actualmente está cambiando bastante la situación. La interceptación de las conversaciones telefónicas y las grabaciones electrónicas han proporcionado un 80 por ciento de las informaciones que posee el gobierno sobre la Mafia. Si bien sigue siendo objeto de controversia la captación electrónica de las conversaciones privadas —que desde luego pondría en grave peligro las libertades civiles en caso de ser mal utilizada—, se ha conseguido, por lo menos, que el Congreso promulgara en 1968 un decreto que amplía las facultades del gobierno en esta materia y la jurisdicción de la Secretaría de Justicia.
Actualmente se dispone de una suma cada vez mayor de fondos federales destinados a ayudar a las ciudades y a los Estados. Entre las leyes importantes que se han presentado con este fin al Congreso, una de ellas ampliará los poderes de investigación de los fiscales; estar mezclado con la delincuencia organizada será un delito de jurisdicción federal. Según otra ley, podrá apelarse a procedimientos civiles, como los que se instruyen para evitar la constitución de monopolios, para atacar a la delincuencia organizada, bajo su careta de falsa legitimidad.
Pero los Estados Unidos no disponen aún de un arma todavía más eficaz: la indignación pública. La complaciente sociedad norteamericana solapa a los delincuentes con su tolerancia (¡y a veces con su admiración!) además de proporcionar un buen mercado para sus "servicios". El juego ilícito prospera a causa de la demanda popular. Los políticos venales siguen en sus puestos porque los electores les otorgan sus votos. Los empresarios que a sabiendas aceptan dinero mal habido, so capa de que "los negocios son los negocios", son tan corruptos como los políticos que se venden. Por ello, La Cosa Nostra seguirá trabajando hasta que las masas populares sientan cólera ante todas sus depredaciones y la aplasten con el peso de la ley.
*La Mafia está formada por los elementos sicilianos y más antiguos de la delincuencia organizada, mientras que La Cosa Nostra (Nuestra Cosa) que es más amplia, y consiste en la moderna ramificación de ella, surgió en territorio estadounidense.