Publicado en
abril 16, 2015
EN PREPARACIÓN para una inspección por altos funcionarios del gobierno, se nos estaban dando cursos de repaso en cierta academia militar. Hablándonos de maniobras tácticas, el instructor nos dijo:
—Señores: si se les hiciera alguna pregunta cuya respuesta ignoran, contesten simplemente: "Eso depende principalmente de la configuración del terreno", y las más de las veces tendrán ustedes razón.
El instructor tenía la costumbre de cambiar el tema sin previo aviso, para averiguar quiénes no estaban poniendo atención. Así, pasó súbitamente a referirse a costumbres y finuras militares.
—¿Qué se debe hacer —preguntó— cuando se encuentra uno con una señora en la calle, yendo uniformado?
Del fondo del salón salió una respuesta dicha con voz suave:
—Eso depende principalmente de su configuración, mi teniente.
—J.M.
UNA TARDE, estando sentado tranquilamente en mi litera del cuartel leyendo una novela, llegó un joven soldado a preguntarme si no tenía yo otro libro que le pudiera prestar. Le dije que sí, y en seguida le enseñé mi modesta biblioteca: Mitología griega, La Eneida y La Sagrada Biblia. Después de examinar mi colección, me preguntó con paciencia:
—¿No tienes algo de literatura para adultos?
— J.B.H.
MI MARIDO estuvo en el Ejército antes de casarnos. Cierta noche en que había salido de parranda con unos amigos, vieron en una esquina a una muchacha muy guapa que esperaba la oportunidad de atravesar la calle. Bajando el cristal de la ventanilla del automóvil, mi esposo le preguntó si deseaba acompañarlo a tomar "una amistosa taza de café".
—No, gracias —replicó la chica.
—Comprenderá —agregó él—que no suelo invitar a todas a tomar café conmigo.
Y ella respondió cortésmente:
—Y usted comprenderá que yo no suelo rechazar a todos los que me invitan.
— R.Q.
CASADA con un marino, hace tiempo me acostumbré a que mi marido llamara cubierta al piso, mamparo a la pared y dijera babor y estribor por izquierda y derecha. Me causó cierto desasosiego, sin embargo, el que mi esposo, después de una larga separación por su servicio en alta mar, me dijese al contemplarme en la cama: "Bienvenida a bordo".
—J.P.S.