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marzo 20, 2015
DEFINICIÓN del verdadero orador público, según el escritor y político francés Edouard Herriot: "El hombre que puede hacer que todo su auditorio llore al escucharle disertar sobre el arte de pelar cebollas".
—M.A.G.
VOLVIENDO del pueblo en automóvil una mañana, por poco atropello a un perro que estaba tendido en medio del camino. Como no hizo caso al toque de la bocina, me apeé para ver lo que pasaba. El animal apenas movía la cola, y en sus ojos pardos y tristes había una expresión de súplica.
En busca de sus dueños, fui a llamar a la puerta de la casa más próxima. Salió a abrir una señora, a quien le expliqué lo sucedido, al mismo tiempo que me hice a un lado para que pudiera ver el can echado en el pavimento.
—¡Caramba! ¡Es mi perra! —exclamó, y en seguida gritó—: ¡Rubia! ¡Ven acá!
La perra se incorporó y vino hacia nosotros con el rabo entre las patas. La dueña nos explicó que la familia solía premiar a Rubia por desempeñar el papel de "perro enfermo", pero que últimamente había resuelto hacer su número en el camino.
—E.B.
"NO TEMA pensar en grande, con tal de que no juzgue menos a los demás".
—Capitán Robert Falcon, explorador de la Antártida
EL CHUBASCO llevaba ya seis horas. Otro policía y yo nos hallábamos de servicio afuera de una de las principales estaciones del ferrocarril de Londres, y estábamos empapados hasta los huesos. Mientras yo controlaba a los peatones, mi colega dirigía las filas de los vehículos. De pronto, una voz chillona de mujer gritó imperiosamente de entre la multitud:
—¡Policía, apúrese! ¡Me estoy mojando!
Mi colega se volvió con lentitud en dirección de la dama, y dijo, esbozando una sonrisa plácida:
—No se preocupe, señora. Véngase aquí conmigo, bajo este sol radiante.
—R.B.W.
UNO DE los ayudantes que trabajaban en el laboratorio de sir Almoth Wright, en el Hospital Saint Mary's, en Londres, era Alexander Fleming, a quien disgustaba la charla ociosa, como lo demuestra la anécdota que sigue.
Un día se reunió el personal en torno a sir Almoth para discutir algunas cuestiones. Todos tenían alguna idea para la investigación o querían exponer sus hipótesis. La conversación era rápida, brillante. De pronto, volviéndose a Fleming, sir Almoth preguntó:
—Y usted, ¿qué opina?
El aludido contestó con una sola palabra:
—Probemos.
Con ello quería significar que sus colegas harían mejor en volver al trabajo que en seguir discutiendo. A las 5 de la tarde sir Almoth se dirigió nuevamente a Fleming.
—Y usted?
—Té.
Era, efectivamente, la hora del té. El joven laboratorista había pronunciado sólo dos palabras en todo el día.
—R.D., en L'Honneur de Vivre
CARICATURAS
UNA MATRONA en un quiosco de periódicos: "¿Hay alguna revista femenina a la que no le interese lo que peso?"
—F.F.
UN SEÑOR de edad, a una linda joven, en una fiesta: "¿Me permite sentarme a hablar con usted? Estoy algo cansado y quisiera que mi mujer me lleve a casa".
—Chesterton
UN PADRE de familia, a su hijo pequeño: "A la mujer se le llama el sexo opuesto porque siempre se opone a todo lo que uno quiere hacer".
—Hoest
UNA ESPOSA al marido, mientras los dos ven la televisión: "¡Vas a tener que hacer algo contra esa maldita úlcera! ¡Ya estoy harta de ver las noticias con el sonido apagado!"
—L.G.
NADA ES peor que un maestro que no sabe más de lo que debieran saber sus alumnos.
—Goethe
CARICATURAS
LA ESPOSA, al marido: "Lo he ensayado todo: la autohipnosis, la meditación trascendental... y he llegado a la conclusión de que lo que en realidad necesito es más dinero para el gasto diario".
—VAL
UN CLIENTE, al mecánico de automóviles: "No, no quiero que me quede como nuevo. Lo que quiero es que funcione".
—B.H.
CIERTO señor, a un amigo suyo: "Cuando por fin me di cuenta de que mi padre tenía razón, mi hijo ya estaba en edad de no compartir mi opinión".
—M.B.
EL PRESO, a un compañero: "Tuve una crisis de identidad: dejé mis huellas digitales sobre la caja fuerte".
—D.McF.
APLAUDIMOS al director de orquesta Leopold Stokowski, que en septiembre de 1976, a la tierna edad de 94 abriles, firmó un contrato por seis años para grabar discos.
—L.L.
Jamás creeré que Dios juega a los dados con el mundo.
—Einstein
CHIQUILLADAS
CHILLIDO lastimero de una pequeña de ocho años, horas antes de que le extirparan las anginas: "Mamá, si me dan un nene, ¿me permites llevarlo a casa?"
—M.M.
CUANDO mi marido era niño, su madre siempre le instaba a que dejara a su hermano menor jugar al fútbol con él y con sus amigos. Un día, al ver que el pequeño estaba llorando a un lado del campo (evidentemente excluido por los mayores), mi suegra insistió en que lo admitieran.
A los diez minutos se acercó de nuevo a observar el partido. El chiquitín sonreía alegremente, pero todavía continuaba fuera del campo.
—¿Es que no estás jugando? —inquirió su madre.
—Sí —respondió el muchacho, muy orgulloso—, pero ahora estoy lesionado.
—K.M.
—¿TE GUSTA la escuela? —demandó cierta señora a un niño.
—Claro que sí —dijo el chiquillo—. Si no hubiera escuela, no tendría yo vacaciones.
—Wah Kiu Yat Po de Hong Kong
A mi hija que acababa de aprender a contar, le preguntaron qué seguía al cero. "El despegue", contestó sin titubear.
—W.W.
HAY UNA prueba sencilla para reconocer al joven enamorado, observa cierta consejera sentimental: el muchacho cree que no hay nada lo suficientemente hermoso para su prometida... excepto él mismo, desde luego.
—M.G.
MI ABUELO es octogenario y muy vigoroso. Al recibirlo en el aeropuerto me sorprendió, por tanto, verlo bajar del avión ayudado por una azafata y apoyándose en un bastón. Tan pronto estuvimos solos, me guiñó el ojo y me dijo: "He llevado bastón para recibir atención especial de la azafata".
—T.T.
DEFINICIONES QUE NO ESTAN EN EL DICCIONARIOS
ESNOBISTA: Imitador que se hace pasar por iniciador.
—V. de K.
MAXIFALDA: Prenda que viste la mujer para despertar la curiosidad del hombre por algo que ya conoce.
—G.T.
SECRETO: Lo que contamos a otros, advirtiéndoles que no lo repitan, porque nosotros no podemos guardarlo.
—A.O.
NO HAY nada que juzguemos más a la ligera que el carácter de la gente; no obstante, en ninguna otra cosa debiéramos obrar con mayor prudencia.
—G.C.L.
CHARLAS Y PARLAS
LAS OLAS rompen tranquilas sobre la playa, como perritos que dan dos o tres pasos cautelosos en la arena y luego retroceden al trote. (J.H.)... Hacía tanto frío que hasta el Sol se envolvió en una densa manta de nubes. (H.C.S.)... Afuera, en el aire frío y vigorizante, la bruma besa la tierra recién arada. (D.B.)... El péndulo iba y venía entre los confines de su jaula de cristal. (L.D.)...
SABE uno que ha llegado a la edad madura cuando, al salir de vacaciones, incluye un suéter en el equipaje.
—D.N.
HUMORISMO MILITAR
EL CAPITÁN de una base naval donde servía yo como carpintero de navío, necesitaba un nuevo tirador para la puerta de su oficina, así que mandé a mi ayudante hacer el trabajo.
Cinco minutos más tarde regresó para informarme que en la bodega se habían terminado los tiradores. "Entonces demuestre su iniciativa", le ordené. "No me importa dónde encuentre usted uno, lo que cuenta es que haga el trabajo".
Esa tarde cuando abandonaba mi oficina, di de espaldas en el suelo al pretender coger el tirador interior de la puerta.
—G.A.D.
CIERTO campesino, pidió en vano ser eximido de asistir a un curso de capacitación militar. Como nadie podía encargarse de sus siete vacas, las llevó consigo al servicio militar. Cumpliendo las instrucciones, se presentó en el lugar señalado y dejó el ganado pastando pacíficamente afuera del cuartel... pero no por muchb tiempo. Esta vez el Ejército mostró mayor comprensión y permitió que el individuo regresara a casa.
—D.T.A.
UNA ORDEN de rutina de la Real Fuerza Aérea australiana, dada en Canberra, pedía a todo el personal buscar una carpeta que se había extraviado. La cubierta llevaba el siguiente rótulo: "Pérdidas y robos".
—M.H.
EL ESCRITOR G.K. Chesterton dijo en cierta ocasión que cuando la gente deja de creer en Dios, suponemos que ya no cree en nada. Pero es mucho peor que eso: cuando deja de creer en Dios, cree en cualquier cosa.
—M.M.
UN IRLANDES que estaba pescando en Escocia no lograba sacar nada, hasta que un pescador local le echó a la lombriz que aquel usaba de carnada un poco de whisky. Entonces el sedal del irlandés se puso tenso y la caña se le dobló.
—¿Ya picó uno? —preguntó el escocés.
—¡Caramba, no! —repuso a gritos el otro— Pero la lombriz tiene agarrado del cogote a un salmón enorme.
—R.A. de G., en Venture
¡POR SUPUESTO!
EN CIERTO parque de diversiones, una exhibición consistía en un remolque en forma de arca de Noé, que contenía varias parejas de animales. Un día se suspendió... debido a las lluvias torrenciales.
—R.J.E.
CARTA de una tienda: "Estimado cliente número 104068: su nombre es importante para nosotros...
—H.P.
UNA CASERA recelosa y mal encarada me mostraba la habitación que alquilaba. Como una letanía me recitó las acostumbradas restricciones: no estaba permitido beber, recibir invitados del sexo masculino después del anochecer, tocar música muy ruidosá, ni tener la pieza en desorden.
—Convenido —le dije—, con tal que tenga yo campo para mis novelas, gramáticas, antologías, diccionarios... y, naturalmente, para mi tesauro.
Meneando la cabeza, repuso la señora con desaprobación:
—Ah, se me olvidaba: tampoco se aceptan animales.
—T.C.
—Pocos podemos apreciar lo que es la eternidad ... todo el tiempo infinito —decía un teólogo.
—¿Alguna vez ha comprado usted algo a plazos? —le preguntó uno de sus oyentes.
—N.S.P.
DURANTE la segunda guerra mundial, como soldado raso en el Ejército británico, me encargaron escribir un guión para una película, en compañía del teniente Eric Ambler, el capitán Carol Reed y el coronel David Niven. En ocasiones trabajábamos en el Ministerio de Guerra, pero las más de las veces escribíamos en el Hotel Ritz; allí, mis tres compañeros, con gran liberalidad y frecuencia, pedían bebidas al bar. El único del grupo a quien no le estaba permitido ese lujo era a mí, con mi paga de 14 chelines por semana. Llegó a ser un suplicio verle la cara al camarero cada vez que se presentaba. Resolví por tanto desprenderme de mi más valiosa posesión: un desnudo, obra del pintor André Derain. Lo llevé a una galería de la calle Bond, y lo vendí por 60 libras esterlinas. Desde entonces, pude llamar despreocupadamente al criado del Ritz. Después de la guerra fui a Hollywood, y una noche Niven me invitó a cenar. Al entrar a su casa, lo primero que vi en la pared de la sala fue el desnudo de Derain.
—Ese cuadro... ¿de dónde lo sacaste? —pregunté con voz ronca.
—El golpe de suerte más extraordinario, viejo. Lo compré en la calle Bond por sólo 65 libras. La galería quebró poco después.
—Peter Ustinov, en un discurso ante la Sociedad Angloamericana de Prensa, en París
EN LA revista parisiense L'Express, Olivier Guichard, uno de los antiguos ayudantes de Charles de Gaulle, da la receta del general para dejar de fumar.
—¿Por qué fuma usted? —le preguntó una vez de Gaulle—. Es un hábito ridículo. Deje usted el cigarrillo. Es muy fácil.
—¿Cómo? —preguntó Guichard.
—Pues bien, diga usted a su asistente principal, a su esposa y a su secretaria que desde mañana ya no volverá a fumar. Eso es todo.
LA RUIDOSA y maloliente contaminación se está extendiendo de las arterias a los vasos capilares del transporte. Las carreteras frondosas se ven atestadas de millones de "amantes de la campiña" motorizados, que se detienen sólo para cargar combustible, lavarse las manos o tomar un refresco. Pero, ¿qué se puede hacer? Las carreteras se hicieron para los automóviles. Las cosas son así.
Sin embargo, propongo al lector que goce un poco siquiera del placer más barato, más saludable y hasta ahora más olvidado: pasear a pie. No se trata de un simple maratón a campo traviesa, sino de dirigirse a la oficina cruzando parques o siguiendo calles desconocidas. Gracias a mis caminatas conozco algunas ciudades mejor que muchos de sus habitantes. En una distancia de seis a ocho kilómetros, el peatón no requiere sino un 50 por ciento más del tiempo que tarda un vehículo de servicio público... y se ahorra la molestia de ir cogido del pasamano de un autobús o tren atestado.
Las caminatas son una manera de encontrarse en determinado lugar, más que de esforzarse por llegar. Para quienes deseen saber qué se gana con vagar durante uno o dos días por el campo, el músico Louis Armstrong tenía la respuesta. Cuando alguien le preguntó qué sacaba del jazz, contestó: "Si tiene usted que averiguar una cosa así, nunca llegará a saberlo".
—J.H.
AL SALIR de vacaciones con la esposa, cuatro hijos y un perro, mi hermano se detuvo en una gasolinera para comprar combustible. Al ver la camioneta cargada hasta más no poder, el empleado comentó alegremente:
—Conque huye usted del mundanal ruido, ¿eh?
Mi hermano, tras de hacer callar al perro que ladraba, volver a poner en su asiento a uno de los niños, y arreglar la tambaleante pila de maletas, respondió:
—No. Nos lo llevamos todo con nosotros.
—J.M.
Los viajes ilustran. En mi primera visita a San Francisco, salí armado de dos planos detallados de la ciudad, resuelto a conocer la urbe sin andar tonteando inútilmente. Media hora después, tras recorrer unas cuantas calles transversales y muchas cuestas sinuosas, y topar con algunas esquinas sin un letrero de identificación, me vi perdido. Por fortuna, avisté a un cartero y me fui corriendo hacia él, agitando al viento mis cartas de navegación.
—Perdóneme —le dije—. ¿Puede decirme dónde estoy?
—Esos mapas no le servirán de nada —me contestó—. Cuando uno se pierde llevando un plano, se siente frustrado. En cambio, si se extravía sin él, se olvida de que va por mal camino y a veces descubre cosas mejores de las que estaba buscando.
Me quedé allí un rato mientras el cartero se alejaba. Luego se me acercó un turista a pedirme señas. Le di los mapas y, subiéndome a un tranvía que pasaba, gocé de un día maravilloso.
—K.G.
¿HA NOTADO USTED...
...que nadie se mancha de salsa una corbata que no le gusta?
—D.W.
...que las únicas cartas que se reciben a tiempo son las conminatorias?
—G.F.
...que los personajes de las novelas en episodios de la televisión jamás ven en el televisor una de esas novelas?
—R.R.
...que cuando alguien dice que el dinero se ha hecho para gastarlo, por lo general se refiere al ajeno?
—A.L.
QUIEN tiene una razón para vivir puede soportar casi cualquier manera de hacerlo.
—Nietzsche
GEORGE Kennan, ex embajador de los Estados Unidos en Rusia: "Una de las cosas que he tenido que aprender en la vida es que, en cuestiones políticas, la verdad dicha prematuramente tiene un valor escasamente superior al error".
—Memorias: 1950-1963
AL BUSCAR la verdad absoluta aspiramos a lo inalcanzable, y por tanto, debemos contentarnos con sus fragmentos.
—Sir William Osler
TOMAS DE POSESION
DECÍA el presidente norteamericano John Kennedy: "El día antes de que tomara yo posesión como Primer Mandatario, el presidente Eisenhower me dijo:
—Comprobará usted que a la consideración del Presidente de los Estados Unidos no llegan problemas de fácil solución. Todas las cuestiones que se pueden resolver fácilmente, son resueltas por otros.
Me pareció difícil de creer, pero ahora sé que es verdad".
—F.B.
EN ENERO de 1941, después de asumir por tercera vez la presidencia de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt bajó del estrado con el presidente de la Corte Suprema, Charles Evans Hughes, quien le había tomado el juramento de rigor.
—Me pareció algo breve la ceremonia —comentó Roosevelt—. ¿No sería que usted omitió parte del juramento?
—No, señor Presidente. Si la hubiera omitido, usted lo hubiera notado, estoy seguro. Se lo sabe tan bien como yo.
—J.J.McA.
OIDO POR CASUALIDAD
ENTRE universitarios: "Tomó una sola lección de karate y ya puede romper tablas... con la mano enyesada".
—J.D.
ATRIBULADA empleada de una tienda: "¿Has pensado alguna vez en cuántas hojas de parra debió de probarse Eva antes de decir: Me quedo con esta?".
UN AMIGO a otro: "El dinero quizá no lo sea todo, pero es muy útil cuando uno no encuentra las tarjetas de crédito".
—J.W.
EN UN COCTEL: "No está realmente tan contento como parece; es que quiere lucir su nueva dentadura".
—B.G.
CIERTA dama a otra, al salir del supermercado: "Siempre soñé con derrochar el dinero, pero jamás pensé que sería en azúcar, leche, pan y papas".
—F.F.
EPITAFIO en la catedral de Elgin (Inglaterra): "Aquí descanso, yo Martin Elginbrodde. Tened misericordia de mi alma, mi Señor Dios, como la tendría yo, si fuese el Señor Dios y Vos fuérais Martin Elginbrodde".
DOS ALPINISTAS se encontraron en la cima de una montaña. Uno de ellos relató:
—He venido aquí por amor a la aventura y por mi insaciable curiosidad. Me gusta ver el amanecer desde un nuevo horizonte y pisar tierra jamás hollada por el ser humano. Me deleita abarcar el universo y admirar la hermosura de la naturaleza desde el silencio de los picachos. Y a usted, ¿qué lo impulsó a subir aquí?
—Es que mi hija está aprendiendo a tocar piano y mi esposa a cantar...
—Harvest Magazine de Formosa
EL GENERAL de Gaulle estaba en su casa de campo con su esposa viendo televisión. Se representaba algún episodio histórico y en el aposento resonaban las notas de La marsellesa. El general escuchaba, hondamente conmovido. Luego con ojos lánguidos, volviéndose a Madame de Gaulle, le dijo en un susurro: "¿Oyes, querida? Esa es nuestra canción".
—D. del C.
CUENTOS CRUELES
LO ESCUCHAMOS por casualidad en una agencia de préstamos: "No me importaría estar metido en deudas hasta el pescuezo si no fuera yo tan alto".
—H.T.
DESPUES de un día muy ajetreado en cierta gran tienda, una dependienta le comentaba a una amiga: "Cuanta más paciencia demuestro, más se aprovecha el público de ella".
—"Graffiti"
UN RIVAL del padre Bourdaloue, célebre predicador del siglo XVII, se jactaba: "Cuando el padre Bourdaloue predicó en Ruán provocó gran desorden; los artesanos dejaron sus talleres, los médicos a sus pacientes, y así sucesivamente. Yo prediqué allí al año siguiente y volví a poner todo en orden".
—Chamfort