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marzo 04, 2015
LA ESPOSA de un primo mío debía graduarse en los días en que esperaba a su primer hijo. Cuando le telefoneé una semana después de la graduación para saber cómo estaba, me dijo: "Afortunadamente, logré terminar la ceremonia en una sola pieza".
—DA.
CIERTO profesor de astronomía instaba a menudo a sus alumnos a que complementaran el curso con lecturas adicionales a las obligatorias. Aseguraba que tales investigaciones, a más de serles provechosas, les darían mayor comprensión de la materia.
Sus alumnos, muy a su pesar, se convencieron del valor de ese consejo al toparse en el examen final con la siguiente pregunta, que podría ganarles 25 puntos: "Describa el sitio donde se encuentra la sección de astronomía en la biblioteca de la universidad".
—V.R.
POCO TIEMPO después de mi matrimonio, supe que mi esposa me comprendía realmente.
Hacía yo a la sazón estudios avanzados de física. Una noche me hallaba tan enfrascado en un problema que no la oí cuando me llamó para cenar. Desesperada, prorrumpió: "¡Querido, la carne, las papas, la ensalada y el agua helada están a punto de alcanzar el equilibrio térmico!"
Acudí de inmediato al comedor.
—G.W.R.
COMO ESTUDIANTE posgraduado de la universidad, ganaba dinero para mis gastos personales corrigiendo exámenes para un profesor de la facultad de pedagogía. Todos sus alumnos eran jóvenes universitarios, a excepción de una dama cqn 20 años de experiencia docente, quien tomaba ese curso para llenar los nuevos requisitos de certificación instituidos por aquellos días.
En una prueba aparecía la pregunta: "¿Cuál es la cualidad personal más importante que debe caracterizar a un profesor?" Los más jóvenes contestaron con generalidades: "dedicación", "comprensión" o "paciencia". La respuesta de la dama fue más específica: "Visión periférica".
—J.R.C.
NUESTRO profesor de derecho explicaba la diferencia entre agravio e incumplimiento de promesa matrimonial. Una guapa alumna le preguntó:
—Si un joven le promete a la novia casarse, pero no se lo cumple, ¿podrá ella demandarlo por agravio o por incumplimiento de promesa?
—Incumplimiento —respondió el maestro; y con una sonrisa añadió—: ¿Acaso tiene usted un problema de esa naturaleza?
La chica estaba aún sonrojada, cuando en el fondo del salón alguien dijo:
—Ahora ya no se me ocurriría ni en sueños.
—S.R.S.
POR LA primavera de 1972, época en que algunas universidades norteamericanas estaban en situación crítica por reducciones en el presupuesto y por disturbios estudiantiles, designaron a mi padre rector de una de ellas. Poco después de su nombramiento, alguien le preguntó si estaba capeando el temporal. "Bueno", repuso mi padre, "durante el día estoy en una terrible tensión nerviosa, pero de noche duermo como un niño: descanso unas horas, despierto y lloro un poco, me vuelvo a quedar dormido otro rato, y..."
—C.R.G.
CIERTO día, en una clase de ciencias políticas, el profesor y un alumno se enfrascaron en una discusión que se iba complicando por momentos. De pronto el estudiante cayó en cuenta de que el maestro había cambiado de parecer, y muy seguro de sí le dijo:
—Pero, profesor, ahora está usted defendiendo mi tesis.
—Ya lo sé; es que su tesis resulta muy deleznable.
—C.P.C.
UN PROFESOR de estadística se describía a sí mismo y a sus colegas de la siguiente manera: "El estadígrafo es un individuo que, si mete la cabeza en un horno caliente y los pies en un balde de agua helada, declara: "En promedio, me siento muy bien".
—J.S.
LOS ALUMNOS de la escuela preparatoria local que no asistan a clase deben presentar una excusa escrita por sus padres.
Un estudiante de último año que faltó a clases un día volvió con esta nota explicativa, de puño y letra de su madre, para la maestra: "Siento que Juan haya estado ausente el viernes. Sucede que se casó, y tuvo que presentarse en la iglesia con la novia".
—T.M.
SARAH SHORT, profesora de nutrición en la Universidad de Syracuse (Nueva York), ha estado fomentando el interés por dicha asignatura con sus conferencias, que resultan todo un espectáculo. Por ejemplo, expuso la fórmula del colesterol pintándola con colores fluorescentes en una de sus piernas. Aunque ella nunca la mencionó durante la clase, los estudiantes la sabían perfectamente al terminar la conferencia.
—Times de Nueva York