SUS CIGARRILLOS CONTIENEN GASES VENENOSOS
Publicado en
febrero 01, 2015
Existen pruebas muy convincentes de que no sólo la nicotina y la brea del tabaco son mortales.
Por Walter Ross.
Como resultado de experimentos recientes en animales y seres humanos, se ha descubierto un fantasma, enemigo desde hace años de los fumadores de cigarrillos. Su nombre es "gas".
Aunque la mayoría del público ignora el peligro, los peritos han comprobado que el 92 por ciento del humo del tabaco lo componen doce gases mortíferos. Los tres más venenosos son el monóxido de carbono, el cianuro de hidrógeno y los óxidos de nitrógeno. Este terno tóxico, junto con la nicotina, es el causante de muchas enfermedades cardiacas y circulatorias, del enfisema y de la bronquitis crónica. El cáncer pulmonar ocasionado por la brea es un peligro conocido; no obstante, incluso un cigarrillo de bajo contenido de brea y de nicotina puede ser altamente peligroso por los gases que produce.
Empiezan a verse los primeros signos de preocupación. La tercera conferencia mundial de especialistas en el abuso del tabaco hizo hincapié en los gases de los cigarrillos, sobre todo en el monóxido de carbono (CO). Las pruebas en contra del CO son ya tan definitivas que el Parlamento sueco aprobó la primera ley en el mundo que exige en todo paquete de cigarrillos la especificación del contenido de brea, nicotina y monóxido de carbono. Lars Ranstróm, director de la Asociación Nacional Sueca para el Tabaquismo y la Salud, afirma que "el monóxido de carbono puede ser el componente más peligroso del humo de tabaco".
Los médicos coinciden en calificarlo de amenaza mortal. El Dr. Wilbert Aronow, profesor de medicina en la Universidad de California (Irvine) y perito en la materia, asegura: "Tanto la nicotina como el monóxido de carbono favorecen los ataques cardiacos y las muertes repentinas por enfermedades coronarias". Agrega el Dr. Poul Astrup, cuyos ensayos en Copenhague son paralelos a los del Dr. Aronow: "El CO aumenta la incidencia de la aterosclerosis (depósitos de colesterol en las arterias) en los adictos al cigarrillo".
Si bien la ciencia ha tenido indicios desde hace años de que el tabaquismo provoca cáncer pulmonar, bronquitis crónica y enfisema, sólo en fechas recientes ha descubierto cómo pueden producir tales lesiones determinados gases del humo. Recuérdese que los pulmones cuentan con dos mecanismos principales para purificarse. Primero, los cilios, estructuras microscópicas, semejantes a pelillos, que revisten las vías respiratorias y están cubiertas con una capa mucosa que atrapa las partículas extrañas y los microbios. Al ondear constantemente, expulsan las toxinas de los pulmones.
Algunos experimentos realizados en animales han demostrado que el humo del cigarrillo entorpece los cilios y termina por paralizarlos. (El causante número uno es el cianuro de hidrógeno.) Por tanto, se cree que la brea, al no ser expulsada, deposita sus corrosivas materias químicas en el delicado revestimiento de los pulmones y en el árbol bronquial. Según los investigadores, es probable que así empiecen la bronquitis crónica, el enfisema y el cáncer pulmonar.
En segundo lugar están los macrófagos, células grandes y blancas que actúan como aspiradoras y viven en el fluido de la superficie interna de los pulmones. Atacan a las partículas invasoras que aspiramos y las digieren o las transportan a los bronquiolos, las ramas terminales del árbol bronquial. Allí, las partículas entran en la mucosa o en la linfa, para luego ser expulsadas con su carga tóxica. En un ensayo, macrófagos de pulmones de conejos fueron expuestos a una gran concentración de bióxido de nitrógeno. El gas redujo el número de microbios ingeridos por estas células defensoras y disminuyó su capacidad bactericida.
Los óxidos de nitrógeno son también poderosos irritantes. Puesto que se ponen en contacto con los delicados tejidos pulmonares, fumada tras fumada, pueden originar enfisema al atacar las paredes de los alvéolos y la fina película de que están revestidos.
¿Cómo afecta al organismo humano el monóxido de carbono, quizá el más peligroso de todos? Este gas, incoloro e inodoro, constituye aproximadamente un cuatro por ciento del humo del cigarrillo. Por su marcada tendencia a unirse con los glóbulos rojos (cuya sustancia básica es la hemoglobina, transportadora de oxígeno a los tejidos), el CO que se inhala desplaza rápidamente al oxígeno de la sangre y forma carboxihemoglobina, o COHb. Abunda también en el aire contaminado por los automóviles. Una persona que no fuma tiene entre medio y dos por ciento de COHb en el sistema circulatorio, mientras que el tabaquista registra, según la marca y cantidad de cigarrillos que consume diariamente, de cuatro a 15 por ciento.
Una manera de determinar el daño que puede causar al corazón una alta concentración de COHb en la sangre, es ver lo que ocasiona a órganos que adolecen de una deficiencia de oxígeno: tal es el caso de las personas con angina de pecho (dolor producido en el tórax por el esfuerzo corporal).
El Dr. Aronow llevó a cabo un estudio en 10 voluntarios, entre los 40 y 56 años, que sufrían de esta afección. Pasearon en automóvil durante 90 minutos por las autopistas de Los Ángeles, respirando el aire contaminado. Al final del recorrido, se, produjo la angina con menos ejercicio corporal que antes, y había disminuido la cantidad de oxígeno que llegaba al músculo cardiaco. Posteriormente, los mismos individuos repitieron el trayecto, pero respiraron aire comprimido puro. Esta vez su rendimiento en el ejercicio y en el suministro de oxígeno al corazón fueron análogos a lo que habían sido antes del paseo.
El CO perjudica también la circulación al hacer más permeables las arterias, producir edema (acumulación anormal de fluido) y permitir la formación de depósitos de colesterol. Estos se conocen con el nombre de aterosclerosis, primera etapa de muchas enfermedades peligrosas. Un estudio demostró que los fumadores con una concentración de COHb del cinco por ciento padecen una aterosclerosis 21 veces mayor que la de los fumadores con tres por ciento o menos.
Se supone generalmente que la nicotina, alcaloide venenoso, es el elemento del tabaco que forma hábito o dependencia. Actúa sobre las glándulas suprarrenales y sobre ciertos tejidos del corazón para liberar "catecolaminas", poderosos estimulantes que elevan la tensión arterial y el ritmo cardiaco, y hacen que el corazón se esfuerce más y requiera mayor cantidad de oxígeno. Al inhalar, el fumador absorbe nicotina y una pesada carga de CO, que desplaza oxígeno de la sangre. Tanto el alcaloide como el óxido afectan la viscosidad de las plaquetas, factor principal de la coagulación sanguínea, y, por ende, aceleran la formación de coágulos. Todo esto quizá explique por qué los fumadores sufren más ataques cardiacos y tienen mayores probabilidades de morir a consecuencia de un infarto coronario.
Si el CO y la nicotina constituyen un grave peligro para el fumador, sumados a una gran altitud pueden ser cuestión de vida o muerte. En junio de 1976 un grupo de pilotos profesionales solicitó a la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos que prohibiera el cigarrillo en la cabina de mando de los aviones comerciales, y que vedara a las tripulaciones fumar desde ocho horas antes del despegue (tiempo necesario para eliminar el 75 por ciento del CO inhalado). "El monóxido de carbono deteriora sustancialmente las funciones vitales del cerebro y del sistema nervioso", escribieron los pilotos. Tal vez esto explique por qué los tabaquistas sufren más accidentes automovilísticos que las personas que no lo son.
Un nivel de dos a cinco por ciento de COHb altera la visión y el juicio, y reduce la atención a los sonidos. Cuando el nivel llega al 10 por ciento, disminuye en una cuarta parte la agudeza visual y la capacidad de percibir luces débiles. La vista continúa decreciendo a medida que aumenta la intoxicación. Las investigaciones indican que el efecto del monóxido de carbono inhalado se multiplica por la escasez de oxígeno en las cabinas de sobrepresión. Los tripulantes que fuman pueden sufrir durante el vuelo una deficiencia de oxígeno equivalente al 20 por ciento a nivel del mar. Lo peor es que la COHb merma la eficiencia del individuo de una manera traicionera; la persona probablemente no se dé cuenta del peligro hasta que ya es demasiado tarde.
EN VISTA de la continua publicidad en torno a las sustancias peligrosas que contienen los cigarrillos, los fabricantes han hecho esfuerzos por disminuir la toxicidad de sus productos, sobre todo por reducir el contenido de brea y nicotina. Y los fumadores han optado por las llamadas marcas "seguras".
Hay indicios, sin embargo, de que ese cambio no es siempre provechoso. Las primeras pruebas hechas en los Estados Unidos demostraron que algunos fumadores aspiran más profundamente y con mayor frecuencia cuando consumen marcas de menor contenido nicotínico (posiblemente para compensar la disminución en su "dosis" de nicotina); por tanto, aumentan en realidad la absorción de brea y gas. Más desconcertante aún es el descubrimiento de que los cigarrillos con filtro quizá permitan pasar mayor cantidad de gases venenosos que los sin filtro.
En un informe reciente publicado por la revista inglesa Lancet, el Dr. Nicholas Wald, de la unidad de epidemiología del cáncer en el Ministerio de Salud de Gran Bretaña, menciona el aumento impresionante en el consumo de cigarrillos con filtro en Inglaterra durante los últimos 20 años: desde una pequeñísima proporción hasta un 80 por ciento del mercado. Advierte que en ese mismo período han disminuido las defunciones por cáncer pulmonar entre hombres menores de 60 años. Sin embargo, aumentaron las enfermedades cardiacas entre los fumadores de uno y otro sexo. Necesitamos averiguar con urgencia, afirma el Dr. Wald, si la tasa de mortalidad por estos padecimientos se relaciona con la ausencia o presencia de filtro en los cigarrillos.
Mientras tanto, los que insisten en seguir fumando se encuentran ante un grave interrogante: ¿Existe algún tabaco que reduzca el riesgo de enfermedad y muerte? Por el momento, el único cigarrillo seguro es el que no se fuma.