¡INDEPENDENCIA! UN AFÁN DE JUVENTUD
Publicado en
noviembre 10, 2014
Por María Rosa Espinel de Massú.
La mentalidad establecida, marcaba pautas generales en los adolescentes y jóvenes que al abrirse a la vida iban encauzando su destino: los muchachos irían a la Universidad hasta tener la edad y la oportunidad de formar su hogar... las chicas estudiarían o trabajarían hasta salir de su casa vestidas de novia.
Las necesidades actuales y la idiosincrasia reinante ha ido evolucionando estos conceptos; ya el joven de hoy, no tiene como meta inmediata el matrimonio... la carrera, los logros profesionales o laborales tienen un puesto primordial en su escala de valores.
LAS MUJERES
Nada más lejano, por no decir descabellado, era pensar que una joven de 21 años viviera sola, independiente de la casa paterna, antes de casarse. El trabajo, la Universidad, el noviazgo, todo, era bajo la tutela de sus padres.
Hoy ya no asombra escuchar que "fulanita" se mudó a un departamento de soltera con dos amigas o simplemente sola. Esto conlleva ante todo libertad, soltura de horario y autodecisión en todos los aspectos de su vida, pero, esas muchachas que sueñan con tener su propio espacio, muchas veces no miden que para ello, existen las obligaciones, responsabilidades y limitaciones que deben asumirse.
LOS HOMBRES
Los jóvenes, generalmente tienen dentro de sus propios hogares más prerrogativas de horario y soltura de actividades que sus hermanas. Por eso, al querer independizarse, buscan poseer un espacio con el afán de divertirse, de tener experiencias diferentes y mostrarle al "sexo débil" que ya son "muy hombres". Mientras en las chicas podríamos llamarlo un deseo de buscar madurez, en ellos sería dar rienda suelta a su inmadurez.
Con las debidas excepciones, el muchacho que se muda de su hogar, lo hace en el plano de una vida fogosa. Eso sí, conscientes de sus responsabilidades económicas, sacan pecho de que "se mantienen solos".
LOS PADRES
Normalmente se ha "peleado" dicha situación, tratando de disuadir al hijo o a la hija de cambiarse a vivir solos. Cuando ya no se ha podido lograr nada al respecto, no queda más que aceptarlo y suceden de hecho las siguientes variantes:
Los padres preocupados, le hace muy dificil contenerse para no ser "metidos"... no sueltan ese cordón umbilical que solo mentalizan pueda romperse con la boda.
Otros, son los que perteneciendo al grupo de "resentidos", se desentienden totalmente de esos hijos, recibiendo solo llamadas de saludo o visitas esporádicas.
Ni mucho que queme al santo, ni poco que no lo alumbre... la decisión a tomarse, debe y tiene que ser conversada en todas sus posibilidades entre padres e hijos, en forma armónica y madura. Los padres con más experiencia tienen el deber de hacerles ver lo que pierden y asumen al dejar el nido, transmitirles en buena forma las responsabilidades que conlleva esa independencia y por sobre todas las cosas no hecerse cargo de ningún egreso económico ni personal, pues quien quiere su propio espacio, debe primero poder costeárselo, caso contrario no puede cambiarse.
Es importante destacar que estamos hablando de casos en que los jóvenes se independizan porque así lo desean y no por razones geográficas o necesidades de estudio o trabajo, lo que tiene un enfoque totalmente distinto.
CONCLUSIONES
Los padres tienen que darles a entender a sus hijos que eso es lo que siempre serán: sus padres, y que estarán listos para apoyarlos en lo que la lógica así lo requiera, pero que en casa hay un lugar amoroso y privilegiado para ellos como miembros de una familia. Los hijos deben tener eso en claro y sus deseos de libertad, de independencia, por las más variadas razones, deben tener como pilar fundamental, el hecho de poder sostenerse, valerse y cuidarse por sí solos.
Fuente:
Revista HOGAR, Septiembre 2000