EL CIUDADANO ORDINARIO SE HACE OÍR
Publicado en
octubre 12, 2014
El pueblo dispone ahora de un nuevo medio de hacerse oír. Un organismo norteamericano modelo, que cuenta con numerosos voluntarios y con el patrocinio de una emisora de radio, le permite al ciudadano corriente defender su derecho contra las autoridades locales.
Por James Daniel.
CADA VEZ que la señora Georgia B. miraba la calle desde su ventana podía ver tres automóviles abandonados, generalmente medio ocultos bajo un enjambre de niños. Esto había durado dos meses, durante los cuales la Dirección de Sanidad de la ciudad de Nueva York había prometido varias veces retirarlos "la semana próxima". Por último, cuando su hijo pequeño se cortó con los vidrios rotos de uno de los vehículos, la señora B. telefoneó a un número que había oído mencionar en su emisora favorita. Una empleada voluntaria la atendió y le indicó que llamara a otro número, dándole el nombre de la persona con quien debía hablar. Así lo hizo la señora B... y al día siguiente los automóviles abandonados desaparecieron.
Jacqueline C., de 19 años, firmó sin desconfianza un contrato con una escuela por correspondencia, que le garantizaba un empleo de aeromoza si tomaba un curso que le costaría 700 dólares, de los cuales debía pagar al vendedor un anticipo de 100 dólares. Como era menor de edad, su padre firmó también. A poco descubrió que la supuesta escuela era sólo una casilla de correo, y trató de anular su compromiso. Pero la compañía de financiación en cuyas manos estaba el contrato amenazó con entablarle juicio al padre por los 600 dólares restantes, más costos. Angustiada, Jacqueline llamó al mismo número recomendado por la emisora radiofónica, y pronto la pusieron en comunicación con un abogado de la Legal Aid Society (o Sociedad de Asesoramiento Legal). No pudo aquel localizar al desfachatado vendedor, pero convenció a la compañía de financiación de que se desistiera del proyectado juicio.
La señora B. y Jacqueline C. son tan sólo dos de los 120.000 habitantes de la ciudad de Nueva York cuyas cuitas han merecido la simpatía y la ayuda práctica de un servicio social de características únicas llamado Call for Action ("Pida acción"). Este organismo sin papeleo, establecido en 1963, pone a las personas que se encuentran en dificultades en contacto con las instituciones públicas o particulares más indicadas para solucionarlas. Si el problema es complicado, o si se sospecha que la institución no sabrá cumplir su cometido, la misma Call for Action llama a algún jefe de aquella, en situación de acelerar el trámite. Periódicamente comprueba los resultados finales de las llamadas recibidas durante el día o la semana, a fin de averiguar cómo funcionan las instituciones y si sus recomendados han sido atendidos. Estas comprobaciones revelan que reciben atención cuatro de cada cinco de aquellos.
Si bien actualmente se están iniciando otros programas semejantes en diversas ciudades norteamericanas, Call for Action comenzó en la ciudad de Nueva York, donde su eficacia ha quedado comprobada extensamente. En esa urbe, como en cualquier otra, la eficacia del servicio depende de dos diferentes fuentes de cooperación. Una de ellas es el cuerpo de 50 voluntarios, hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes amas de casa, que comienzan por investigar las instituciones de la localidad para saber qué clase de ayuda puede proporcionar cada una, y luego hacen las veces de telefonistas. En Nueva York cada voluntario trabaja por lo menos un día por semana, desde las 11 de la mañana hasta la una de la tarde, de lunes a viernes inclusive.
La segunda fuente es una estación de radio que patrocina al organismo. En Nueva York esta ha sido desde que aquel se estableció en 1963, la WMCA, emisora especializada en rock-'n'-roll que presenta muchos programas en los cuales se tratan ampliamente diversos temas. La WMCA da a Call for Action oficina y teléfonos. A intervalos regulares revisa los problemas planteados al organismo, en busca de temas para programas documentales y de carácter editorial, con los que se mantiene a las instituciones públicas y particulares bien al tanto de que el público observa cómo cumplen sus servicios. (También se aconseja a quienes llaman que digan a la institución aludida que WMCA-Call for Action les indicó que recurrieran a ella.)
La diversidad de los problemas que Call for Action trata de resolver es impresionante. De 11.388 llamadas recientes un 20 por ciento se referían a la vivienda, 13 a mercaderías fraudulentas y 10 a problemas de sanidad. El resto se referían a empleos, a la instrucción, al tránsito, la policía, el seguro social, los narcóticos, la discriminación racial y religiosa y la contaminación del aire.
En el fondo de la mayoría de esas llamadas existe algún dramático episodio, de pequeñas dimensiones pero intensamente humano. Por ejemplo:
• Un timador convenció a un ciego, padre de cuatro hijos, de que vendiera mercancías por teléfono. La única condición era que debía usar su propio teléfono, al cual el timador conectó un magnetófono. Se había convenido que el estafador retiraría las cintas magnetofónicas, efectuaría las ventas y pagaría una comisión al ciego, además de los gastos de teléfono, pero en lugar de eso el timador recogió las cintas, hizo sus ventas, y desapareció. A poco la compañía telefónica desconectó la línea del ciego, pues este no había podido pagar la cuenta, que pasaba de 100 dólares. Call for Action persuadió a la sección de asistencia pública de que se hiciera cargo de la cuenta, y ya está promoviendo la emisión de leyes más severas contra las prácticas de ventas poco escrupulosas.
• Una señora encinta se aficionó a las drogas y el marido la abandonó. Temiendo que el niño naciera anormal, una vecina telefoneó a Call for Action. Las voluntarias lograron encontrar una institución dispuesta a atender el múltiple problema causado a la señora por el abandono, el abuso de estupefacientes y el embarazo, y la vecina firmó los papeles necesarios para internar a la mujer en un hospital. A su debido tiempo esta Buena Samaritana pudo anunciar el nacimiento de un hermoso niño e incluso la reconciliación del matrimonio.
Claro está que no todos los casos terminan bien. Las voluntarias de Call for Action lamentan aún el de un muchacho de 12 años cuya madre informó que se pasaba las noches bebiendo, robando y probando drogas. Inútilmente fue la mujer de institución en institución tratando de obtener ayuda. Por último, la policía detuvo al menor.
"Ahora todo el mundo se ofrece a ayudar; ¿por qué no lo hicieron antes?" se queja la madre, con amargura.
Cali for Action y la WMCA difundieron por radio el episodio para subrayar la necesidad de más instituciones que trabajen por el bien de la colectividad.
Quienes observan la obra de Call for Action piensan que tiene un significado social superior al hecho de resolver decenas de millares de tragedias domésticas y de prevenir otras. En primer lugar reafirma en la gente pobre el hábito de exponer sus agravios y la esperanza de obtener reparaciones si su queja es justa. Muchos de los que han recurrido a esa institución nunca antes tuvieron oportunidad de hacerse oír. Se asombran al ver que les es posible oponerse al municipio y ganar.
En segundo lugar eleva la calidad de los servicios públicos. Por ejemplo, cuando Call for Action trataba de encontrar empleo para los menesterosos del barrio de Harlem, comprobó que no existía ninguna oficina local destinada a ese objeto en lo que es la zona neoyorquina de población más densa y con mayor número de desocupados. Call for Action presionó a las autoridades hasta conseguir que se abriese una.
Acaso su más sonada victoria contra la ineptitud burocrática fue la que obtuvo cuando R. Peter Straus, propietario y presidente de la WMCA, pidió a los voluntarios del organismo que averiguaran los motivos de la continua decadencia de gran parte de las casas viejas. neoyorquinas. Se invitó por radio a los inquilinos a que informaran por teléfono si en su casa había ratas, escaleras desvencijadas, falta de calefacción o montones de basura. Una multitud de personas contestó, y al tratar de poner a cada una en contacto con la sección gubernamental apropiada, Call for Action descubrió increíble duplicación de tareas en las diversas jurisdicciones burocráticas. La Dirección de Salud Pública, por ejemplo, se hacía cargo de las quejas ocasionadas por la falta de agua caliente en los grifos, mientras la de Obras Públicas recibía las que se referían a la falta de agua caliente en los calefactores.
Luego de tratar en vano de hacerse oír por los funcionarios del municipio, media docena de voluntarias, dirigidas por Ellen, esposa de Straus, se presentaron una mañana en la oficina principal de las que en la ciudad se ocupan de la vivienda, y el personal las tomó por empleadas nuevas. Examinando los archivos, reunieron datos relativos a varios casos, datos que permitieron desenmascarar a una asociación de propietarios de casas de los barrios bajos. Tales propietarios explotaban los edificios hasta que ya no servían para nada, y entonces los abandonaban. Dos resultados de la investigación fueron el establecimiento de un número telefónico en el Ayuntamiento, destinado a atender quejas, y un plan del municipio y la federación para investigar la posibilidad de utilizar computadoras electrónicas para poner en orden los registros de propiedad.
"Cuando estaba yo en el gobierno", dice John Gardner, ex secretario de Sanidad, Educación y Previsión Social de los Estados Unidos, "me parecía urgente adoptar algún procedimiento que permitiera a los ciudadanos exponer sus quejas ante una autoridad competente y obtener que se tomaran medidas sin tardanza. Call for Action está en situación de satisfacer esa necesidad, ya que se mantiene desligado del gobierno y de cualquier otros intereses creados, lo que le permite concentrar sus esfuerzos en obtener resultados. Es una idea enormemente constructiva, capaz de ayudar a toda clase de personas a resolver toda clase de problemas".