NUEVAS MARAVILLAS EN LA CIRUGÍA ORTOPÉDICA
Publicado en
agosto 24, 2014
Utilizando técnicas con las que ni siquiera soñaban hace algunos años, los cirujanos curan o detienen ya gran número de enfermedades de los sistemas óseo y muscular que antes se daban por incurables.
Por J.D. Ratcliff.
HACE POCOS decenios, los cirujanos especialistas en ortopedia se ocupaban sobre todo de pacientes tullidos por la poliomielitis y el raquitismo, o por la tuberculosis y otras infecciones de los huesos. Hoy esas enfermedades ya no son una amenaza importante para la salud, y de ahí que el cirujano de huesos haya vuelto sus armas en otra dirección, aumentando su campo en forma impresionante. En trabajo de equipo con reumatólogos, pediatras, internistas y cirujanos de tórax, ha lanzado un vigoroso ataque contra una larga lista de enfermedades que producen invalidez.
El éxito ha sido asombroso. Las víctimas de la artritis, condenadas antes a una vida de dolores y a la silla de ruedas, ahora se levantan y andan; ya se enderezan columnas vertebrales que están desviadas hasta el extremo de constituir un peligro de muerte para el enfermo; se ha puesto remedio a deformidades hereditarias y a defectos congénitos del esqueleto de los niños; las extremidades amputadas se sustituyen por otras artificiales mientras el paciente yace aún en la mesa de operaciones.
Examinemos algunos de estos notables progresos. En el pasado los médicos no tenían más que medicinas y tablillas para aliviar el dolor paralizante de la artritis reumatoide. No se podían lograr mejorías duraderas, porque la enfermedad causaba lesiones irreversibles en las articulaciones, normalmente suaves y lubricadas. Hoy se usan injertos metálicos para reemplazar el cartílago destruido, que produce un dolor lacerante cuando se mueve la articulación afectada. En la cadera, el injerto toma la figura de copa; en la rodilla, la de disco en forma de cuña. Hace poco se han insertado con todo éxito articulaciones completas de metal: tanto el cóndilo como la cavidad donde encaja.
Las probabilidades de éxito en la articulación artificial de la cadera eran muy escasas. Por una parte, los fluidos orgánicos corroen rápidamente a la mayoría de los metales; además, el tejido óseo de la pelvis y el fémur se destruye por el rozamiento del metal contra el hueso. Esos obstáculos se han superado utilizando una aleación llamada vitallium, inatacable por los humores del organismo; fijando la articulación artificial en el hueso con un material plástico que se endurece muy pronto; moldeando cuidadosamente las partes movibles; y finalmente experimentando continuamente con superficies recubiertas de teflón.
Hasta las delicadas articulaciones de los dedos se pueden sustituir con goznes metálicos, según el procedimiento para curar la mano artrítica modificado en 1961 por el Dr. Adrian Flatt, de los Hospitales Universitarios, en la ciudad de Iowa (Iowa). Aunque esos goznes están aún en período de experimentación, han salvado por lo menos parte de las funciones de la mano de ciertos pacientes. En la primavera pasada un grupo de ortopedistas de Míchigan informó de algo aun más emocionante: usaron con evidente éxito injertos flexibles de silicio y caucho, de varios tamaños, para reemplazar las articulaciones de los dedos enfermas o destruidas.
El problema de restaurar la función de la mano se complica más cuando el proceso patológico ha destruido los tendones. Sin embargo, ahora se emplean con buenos resultados tendones trasplantados del propio paciente. Por ejemplo, se trasplanta a la mano el tendón flexor del dedo del pie, que ya no nos es esencial, puesto que el hombre ha dejado de ser un animal arborícola.
REGRESO AL BALLET
Aunque todavía no se puede prevenir la artritis reumatoide, los cirujanos de huesos pueden, al fin, atacar la enfermedad antes de que destruya las importantísimas estructuras articulares. La lesión deriva del espesamiento de la membrana sinovial. Al engrosar, la sinovia invade el hueso y parece que destruye las estructuras articulares tanto por la presión que ejerce como por su acción química. Actualmente el cirujano ortopédico extrae la sinovia de las articulaciones y de las cápsulas de los tendones, y obtiene así excelentes resultados.
El Dr. L. Ramsay Straub, del Hospital de Cirugía Especial, de Nueva York, dice que "la extirpación total de las cápsulas sinoviales enfermas es la clave para contener quirúrgicamente el progreso de la artritis reumatoide". Aboga por la sinovectomía, sobre todo en pacientes que sufren esa enfermedad en las rodillas y en las manos. El Dr. Leonard Marmor, de la Universidad de California en Los Ángeles, informaba hace poco de 160 pacientes a quienes había practicado sinovectomías en sus rodillas reumatoides. Muchos de ellos se libraron de los dolores al cabo de pocos días, y pudieron pasear sin incomodidades una semana después de operados. En los principales hospitales de los Estados Unidos y de Europa se han dado a conocer resultados semejantes. Uno de los enfermos, bailarín tullido, pudo volver al ballet después que lo operaron.
AYUDA PARA LAS CADERAS
Probablemente no hubo otro progreso quirúrgico tan beneficioso para los pacientes de edad avanzada como los actuales procedimientos técnicos para tratar las fracturas de la cadera (uno de los accidentes más comunes y serios que sufren los ancianos). Como a esas edades los huesos son frágiles, cada año se producen más de 100.000 fracturas de ese tipo, y la cifra aumenta. Antes las fracturas del fémur se trataban por medio de la tracción o insertando clavos metálicos en el hueso roto, a lo cual seguían después meses de inactividad en cama.
Gracias a un procedimiento iniciado por los cirujanos franceses Jean y Robert Judet, osteólogos, rara vez se usa hoy la tracción. Según el Dr. Jean Judet, "en 1946 tratamos de sustituir la cabeza de un fémur fracturado poniendo un injerto de plástico, pero descubrimos en seguida que el vitallium, material metálico, daba mejores resultados. La técnica empleada parecía milagrosa: nuestros pacientes se levantaban y podían andar a los pocos días. Consideramos que la inmovilidad en cama era un sistema anticuado. Pero también comprendimos poco después que las cabezas metálicas desgastaban, por rozamiento, la cavidad cotiloidea de la pelvis. Fue un cirujano de huesos inglés quien halló la solución de este problema: el Dr. John Charnley, que fijó una cápsula plástica a la cotila de sus pacientes, para que la cabeza metálica del hueso no la dañara al moverse. El resultado fue que bajó de 60 a 10 por ciento la mortalidad por complicaciones consiguientes a la fractura de la cabeza del fémur".
Aun más grave que la fractura de cadera es su dislocación al nacimiento, pues en este caso el cóndilo de la articulación no encaja en su cavidad correspondiente. Si no se trata, este defecto conduce a una dolorosa invalidez, porque el peso del cuerpo recae sobre los músculos y tendones, en vez de apoyarse en los resistentes huesos. Antes no se descubría la dislocación congénita de la cadera hasta que el niño cumplía un año o más, porque tardaba en andar. Para corregir el defecto había que hacer una operación difícil y someter al enfermo a una prolongada inmovilización con yeso. El resultado solía ser una cadera defectuosa, que muchas veces requería nuevas operaciones al llegar el paciente a la edad adulta.
Ahora se busca este defecto en el reconocimiento habitual y se diagnostica con una sencilla prueba hecha al recién nacido antes de que salga de la maternidad. El tratamiento siguiente es la simplicidad misma: una tablilla especial, diseñada para encajar bien el cóndilo en su cavidad cotiloidea de la pelvis. Tras un período de tres meses de entablillado, la articulación del niño se suele normalizar y ya no se requiere más tratamiento.
ESPINAS DORSALES ENDEREZADAS
A la par con los notabilísimos progresos de la cirugía ortopédica marcha hoy el tratamiento de la escoliosis, o desviación lateral de la columna vertebral, que produce jorobas y otras deformidades. En los casos graves, la caja torácica se llega a deformar reduciendo el espacio de los pulmones y desplazando al corazón, lo cual perjudica tanto las funciones respiratorias como las de circulación. La escoliosis se puede atribuir a un defecto de las vértebras o de los músculos, o a alguna enfermedad, como la poliomielitis. También se presenta sin causa aparente —sobre todo entre las adolescentes—, pero en esos casos suele detenerse el proceso de desviación cuando cesa el crecimiento.
Los adolescentes con escoliosis grave tenían pocas o ninguna esperanza de poder andar derechos. Antes los ortopedistas trataban de corregir la deformidad encerrando al paciente en un molde articulado de yeso que llevaba un torniquete. En el curso de varios años se iba dando vueltas al torniquete, para apretar el molde, y la espina dorsal se enderezaba poco a poco. Sin embargo, después de quitar el corsé de yeso, con mucha frecuencia el espinazo volvía inexorablemente a tomar la forma anterior.
Pero en 1960 el Dr. Paul Harrington, cirujano del Centro Médico de Tejas (en Houston), aplicó la idea de fijar varillas de acero a las apófisis vertebrales. Usadas a la vez que un corsé de yeso para sostener la columna vertebral en su lugar debido, esas varillas proporcionan estabilización durante el tiempo suficiente para que las múltiples piezas óseas "encajen" en las muescas talladas por el cirujano a lo largo de la columna vertebral. De este modo, la zona desviada de la columna se transforma en una pieza recta e inflexible, mientras que las zonas sanas siguen moviéndose. Los cirujanos han enderezado con este método a pacientes lastimosamente deformados, aumentándoles la estatura hasta en 15 centímetros.
En los adultos la curvatura de la espina procede a veces de alguna infección sin descubrir. El encorvamiento de la espalda llega a ser tan fuerte que la víctima apenas verá más que sus pies; en los casos graves, la mandíbula queda pegada contra el esternón y el enfermo no puede comer. En esos casos, en que la vida peligra, los cirujanos de huesos de los Estados Unidos y de Francia han aserrado con éxito la columna vertebral, para sacar de una vértebra una pieza en forma de cuña, y han enderezado la espina sin dañar la delicada médula espinal.
HITOS DE LA MEDICINA
Para el actual cirujano de huesos ni siquiera es imposible acortar la estatura de personas anormalmente altas. En esta operación, aún rara, el cirujano extirpa trozos simétricos del fémur, junta los extremos del hueso cortado e instala una placa de metal para mantenerlos en su lugar hasta que se suelda el hueso cuando crece. Una de las más espectaculares operaciones de este tipo es la realizada en 1965 en Oswestry (Inglaterra). La paciente era una joven de 22 años de edad cuya estatura desmesurada llegaba a 1,98 metros. Importunada por los chiquillos e incómoda con las personas de su edad, se había convertido en un ser huraño y malhumorado. Después, en una serie de cuatro operaciones, el cirujano le acortó los huesos de las piernas y los muslos, hasta un total de 15 centímetros, con lo que la chica "nueva" tuvo la estatura, ya más tolerable, de 1,83 metros.
Hay veces en que, a causa de un defecto congénito o de una enfermedad, una pierna es más corta que la otra, pero los cirujanos de hoy pueden hacer mucho para igualar las dos. Pueden impedir que crezca más la pierna sana mediante un procedimiento quirúrgico que inhibe el crecimiento en las zonas donde se va formando el tejido óseo. Aunque es más difícil alargar la pierna corta, los cirujanos consiguieron recientemente hacer una resección parcial del fémur o de la tibia, para ir después separando por tracción los bordes cortados, a razón de un milímetro y medio cada día. En la misma proporción en que se va formando nuevo tejido óseo, se llena la hendidura. El problema está en no estirar demasiado los vasos sanguíneos y los nervios, naturalmente elásticos. El Dr. William Anderson, de Edimburgo (Escocia), ha llegado a alargar piernas hasta cinco centímetros empleando este recurso.
Incluso las antiguas técnicas de amputación han cambiado radicalmente. En estas operaciones (impuestas muchas veces por graves defectos circulatorios de las extremidades) el paciente tenía pocas esperanzas de recobrar la facultad de andar. Hoy se coloca provisionalmente al operado una pierna postiza mientras está aún en el quirófano, y puede andar al día siguiente. La técnica, que constituye un hito en la rehabilitación de los amputados, fue introducida por el Dr. Marian Weiss, de Varsovia (Polonia), y perfeccionada por el Dr. Ernest Burgess, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Seattle).
Uno de los pacientes del Dr. Burgess era una enfermera de 75 años de edad que sufrió dos amputaciones por debajo de la rodilla. La primera, en la pierna derecha; la otra, tres meses después, en la izquierda. A las dos semanas de la última operación ya podía pasear sin ayuda.
Algunos médicos predicen la posibilidad de futuros trasplantes de articulaciones y miembros completos del cuerpo. Incluso hoy, en un caso raro y famoso, se ha logrado colocar otra vez una extremidad amputada. Hace seis años un muchacho de 12 años de edad llamado Everett Knowles, hijo, se subió a un tren de carga que pasaba por un suburbio de Boston. Momentos después, al ir con el cuerpo hacia afuera, chocó con el estribo de un puente que le arrancó el brazo derecho casi a la altura del hombro. Afortunadamente para Everett, sufrió el accidente no lejos del Hospital General de Massachusetts, donde los científicos estaban bien compenetrados con las complicaciones de los trasplantes orgánicos y contaban con el respaldo de todos los servicios modernos al alcance de la mano. Un equipo de cirujanos emprendió la operación de nueve horas que iba a pasar a la historia, porque lograron colocarle otra vez el brazo, reparando cuidadosamente el hueso, los músculos, las venas, las arterias y lo más crítico de todo: los nervios. Hoy el muchacho tiene un brazo casi normal.
Semejante hazaña quirúrgica, imposible hace pocos años, resume los pasos de gigante que ha dado la ortopedia. El Dr. Goran Bauer, cirujano de huesos y especialista de investigaciones en el Hospital de Cirugía Especial de Nueva York, comentó: "La actual cirugía del sistema músculo-esquelético promete la reconstrucción en vez de la amputación, la cirugía en vez de los aparatos, la vida activa en vez de la invalidez. Su meta es añadir vida a los años; no sólo años a la vida".