Publicado en
julio 06, 2014
La influencia del medio ambiente en que la pareja desarrolla su vida, tanto laboral como social y familiar, es tan grande que en más de una ocasión ha producido tremendos perjuicios a matrimonios que se consideraban bastante estables.
Por María Rosa Espinel de Massú.
Variando un poco la frase del filósofo, nos encontramos ante un hecho bastante generalizado dentro de los matrimonios, sean éstos recientes o de mucho tiempo de casados, siendo en este último caso más grave pues los años deben afianzar a la pareja desechando cualquier sombra, peor aún cuando se trata de algo tan perjudicial como lo es la duda.
EL MEDIO AMBIENTE
Cuando una pareja se casa, se supone que a más de amor, de deseos de unir sus vidas para siempre, de comprensión, compatibilidad, etc, debe ante todo existir algo tan básico como lo es la confianza; desgraciadamente, mientras los otros elementos nombrados son tácitamente aceptados, como algo indiscutible para el buen funcionamiento de la pareja, el tema de la confianza, aunque bien se pronuncien las palabras "yo confío en ti", no es un asunto que se converse, que se "desmenuce" demasiado; cada uno piensa que el otro le tiene y debe sentir confianza absoluta, sabe que él la tiene, en fin, pero después de meras premisas que en la mayoría de los casos ni se nombran, no se habla más del asunto.
Sin embargo, ni siquiera se analiza consigo mismo, peor con su pareja, y son más bien las circunstancias, hechos aislados e inesperados, los que de repente hacen notar que ambos o uno de ellos, en un momento determinado, carece de la confianza necesaria para brindársela a su pareja, claro está, influenciado bajo ciertos parámetros que no siempre son valederos y que en la mayoría de los casos obedecen a simples conjeturas.
Todo esto simplemente demuestra que la confianza depositada en su pareja no ha sido lo suficientemente fuerte y que el tremendo fantasma de la duda hace presa fácil a la persona.
Esto puede ocurrir en simples nimiedades de la vida cotidiana o en asuntos de vital importancia, pero que al ir tomando cuerpo pueden producir nefastas consecuencias al matrimonio.
Por desgracia, ante el único remedio para que esto no suceda, que es netamente la comunicación, se yergue un gigante contrario: El medio ambiente en que la pareja desarrolla su vida, tanto laboral como social y familiar. La influencia de esto es tan grande que en más de una ocasión ha producido tremendos perjuicios a matrimonios que se consideraban bastante estables... veamos:
EL MEDIO DE TRABAJO
Si bien dentro de éste debe existir camaradería y solidaridad, a veces el punto va más allá, entonces en la pareja surgen ciertas dudas al notar un trato que pasa de ello entre compañeros de trabajo. Por otra parte, actividades del esposo o esposa, fuera de las horas de trabajo pero relacionadas con personas del mismo, y hechas en forma individual, pueden crear una imagen "unipersonal" de uno de los dos miembros de la pareja y el otro sentir que se lo deja de lado.
Incluso, sin hablar de actividades sociales, puede surgir la desconfianza dentro de ámbitos de trabajo y de hecho sucede a menudo.
LAS AMISTADES
Una pareja, en la que ambos o uno de ellos no tiene bien afincada la confianza el uno en el otro, afronta el problema de las amistades, que si bien son parte importante en la vida de uno no lo es totalmente en la del otro. Al notar que su pareja tiene confidencias, por ejemplo, con amistades, la tendencia a pensar que dichas conversaciones obedecen a "secretos" es bastante común... El siguiente paso es tenerle cierta aversión, aunque no se lo demuestre, a la persona cercana a su pareja, y de ahí surgen otros problemas más.
Incluso el núcleo familiar que formaba su vida de soltería, en un miembro de la pareja puede ser tomado como materia de desconfianza para la persona, que día a día encuentra bases para alimentarla.
CELOS Y OTROS MAS
La forma más evidente de manifestar la falta de confianza en su cónyuge son los celos en una persona. Va en proporción directa: No confío en ti, siento celos... No necesariamente deben haber motivos para ello, la falta de confianza los crea.
La persona que jamás ha dudado de su pareja no ve en cada palabra, en cada actitud de ella, el fantasma de los celos; no elucubra, no se forma juicios adelantados, simplemente acepta cualquier cosa aunque no sea muy natural por el simple hecho de que basta que su cónyuge lo exponga así, es pues que así es y nada más.
Por supuesto que hay temperamentos de por sí celosos, con causas o no, incluso con miembros de su familia y no sólo su pareja, que lleva eso dentro de sí, le brota ante cualquier eventualidad y de ahí surge el problema. Pero así mismo esa persona en el fondo carece de esa confianza de la que hablamos, incluso, al ser una persona celosa pues tiene mucho de inseguridad.
Los celos matan el amor... pero no propiamente de quien cela, pues precisamente, se cela ¡porque se ama! Aunque en forma no bien orientada. Pero... los celos matan el amor del otro, que se siente ofendido, menoscabado en su integridad y acosado muchas veces hasta en forma violenta.
DUDAS, MAS NO CELOS
Obviamente, la falta de confianza de alguien en su pareja no sólo se manifiesta en forma de celos, o relacionados a ellos; hay miles de formas de dudar de su cónyuge sin que sean celos; por ejemplo, un marido que duda en cuanto al manejo del dinero del presupuesto familiar, o si la esposa le dice la verdad en cuanto al rendimiento escolar de los hijos. Hay casos en que la esposa duda en cuanto al sueldo de su esposo, o sobre lo que le diga respecto a su familia política. Y así hay miles de ejemplos; pero de una duda se pasa a otra, y esa sombra, ese "desperfecto" dentro del matrimonio sólo arroja incertidumbres, encono, y de ahí a una crisis no hay más que un paso.
DE DONDE NACE LA DUDA
Por supuesto que sí hay personas más desconfiadas que otras, tampoco quien obra con sus cinco sentidos puede crear un océano en un vaso de agua. Puede ser que sí lo ahonde, que por su manera de ser agrande la situación, pero siempre hay un pequeño punto de donde parte dicha duda, y que por inconsistente que sea se agarra con fuerza de la persona. Ante hechos completamente abiertos no tendría cabida la duda; por eso la transparencia, la comunicación entre quienes a base de mutuo amor caminan juntos por la vida.
La duda, la desconfianza, sea de la índole que sea, cercena la paz de un hogar y lacera a la persona que la siente; se adjudica el ser por ejemplo engañado, el que no es partícipe de la realidad de problemas, acontecimientos importantes o nimiedades; se juzga a sí mismo como una persona echada a un lado y por su propio cónyuge. Esto alimenta resentimientos, agobio e incluso desamor. Por otra parte, quien es objeto de dudas termina considerándose a sí mismo una persona vigilada, incluso en sus propias palabras, piensa que no es digna de la confianza de su cónyuge y luego de sentirse mal puede reaccionar ante hechos que bien sabe no son verdaderos y que más bien ofenden.
CONCLUSIONES
Las palabras, la comunicación entre dos personas que no sólo viven bajo un mismo techo o duermen en la misma cama son primordiales; pero no palabras para "aclarar dónde estuve", ni tampoco palabras para "decir cuánto gasté". Las palabras deben ser parte de la vida diaria en común: "ésto hice, me gusta aquello, iré allá". Sin que cada pronunciamiento sea motivo de "alerta" en su cónyuge, quien debe asumir cada palabra, cada movimiento de su pareja como un predicamento real, factible y plausible, incluso cuando no lo parezca, y entonces, si es algo realmente que lo merezca, preguntar, dando por un hecho que la respuesta es satisfactoria, sin buscar cabos sueltos, ¡peor atar otros!
Una pareja son dos en número, pero uno solo en esencia... Parte vital del matrimonio es saber que el uno cuenta con el otro, que el uno se apoya en el otro, en cada necesidad, que el pensamiento del uno tiene un lugar en la mentalidad de su pareja, pues por eso precisamente lo son... Por supuesto que cada cual debe hacerse "ganar" la confianza, pero jamás con demostraciones plausibles ni argumentos heroicos. El "detector de mentiras" no es instrumento del hogar... sólo lo es la confianza depositada el uno en el otro y sobre todo en sí mismos, para saber obrar y actuar teniendo y dando fe en su pareja... Como todo en el matrimonio, la fe en cada uno es bilateral: "Te amo porque te tengo confianza y tengo completa fe en ti porque nuestro amor va por encima de toda duda...".
Fuente:
Revista HOGAR, Enero 1995