Publicado en
junio 29, 2014
"Naoi" , madera antigua, 1995.
Correspondiente a la edición de Mayo de 1995
Por Trinidad Pérez.
Cuando en 1972 Milton Barragán (1934) inauguró su primera exposición individual en la Galería Altamira, lo más notable de ella fue su contemporaneidad en un medio escultórico famélico.* Evidentemente, aparte de la sólida presencia en este campo de Jaime Andrade y Estuardo Maldonado, en 1972 no se podía mencionar ningún otro nombre vinculado a una expresión escultórica renovadora. Hasta entonces la escultura en el Ecuador era prácticamente inexistente y lo poco que se hacía estaba trabajado con técnicas y lenguajes tradicionales.
Aquella contemporaneidad identificada en la primera obra de Barragán consiste básicamente en su vinculación con las técnicas y, por lo tanto, expresión escultórica modernista. En su trabajo realizado entre 1966 y 1988, Barragán recicla desechos metálicos industriales a través de técnicas también industriales. Inicialmente la soldadura y el ensamblaje son explorados a sus límites en sus aurigas y otros temas arcaicos de fines de los sesentas y comienzos de los setentas. Para 1977, la técnica del tubo doblado y martillado, integrada años antes, es perfeccionada para dar volumen austero y gestualidad sobria a la figura solitaria, en pareja, o en grupos. A partir de aquel año su manejo de la figura demuestra una gran versatilidad técnica y estilística que, cuando el artista no cede a la estilización, transmite una sólida fuerza expresiva.
"Figura yacente, figura erguida", madera antigua, 1994
A nivel de su obra abstracta, su interés durante estos años es la abstracción constructivista en varias vertientes. Predominan las piezas de formas rectilíneas que hacia fines de los ochentas tomaron verdadero dinamismo y brío en obras como Toro barroso (1988). Alrededor de esta misma época se interesa por el manejo de formas geométricas orgánicas que en su ordenamiento bidimensional pueden despertar en el espectador su memoria ancestral (El mensaje-grafismo (1988)). Esporádicamente, Barragán ha investigado también el potencial compositivo de instrumentos como picos de construcción que al ser ensamblados se convierten en piezas escultóricas que, a pesar de su peso real, parecen alivianarse y elevarse en un movimiento dinámico y orgánico (Vórtice-picos (1975)). A fines de los ochentas, las composiciones abstractas llegan a su madurez formal en piezas como Rara Avis II (1986) o algunos de sus Scherzos (1986) en las que investiga el manejo de volúmenes, vacíos y luz a través de medios tan simples como el movimiento suave de láminas delgadas de aluminio.
La temática en la obra de Barragán, tan variada como su técnica, en gran medida está supeditada a sus investigaciones formales. De hecho, el verdadero contenido de su producción abstracta y figurativa del período 1966-1988 se encuentra más que nada, excepto en sus primeras obras arcaicas, en una preocupación constante por el ritmo y el movimiento dinámico. Todo lo demás, los temas cotidianos o los eróticos, es secundario a estos temas formales.
"Heronimus, Gregorius e Icarus", madera antigua, 1994
Luego de dejar de lado la actividad escultórica por algunos años, Barragán la retoma en 1994, abandonando el metal y tomando a la madera corno nuevo material expresivo; renovando así algunos de los ternas y conceptos ya explorados anteriormente. El movimiento dinámico de los setentas y ochentas cede a la presencia estática de sus aurigas y guerreros de la primera época (1966-1982) y con ella refuerza sus contenidos: la memoria arquetípica, la materialización del pasado en el presente que, incluso, se veía expresada , aunque de manera menos fuerte y evidente, en el hieratismo y simplificación de algunas figuras de los setentas y ochentas. La obra actual confirma su vinculación a "... la tradición modernista tan interesada por la integración de las tradiciones artísticas primitivas a la escultura moderna".**
"Retomando aquellos temas escultóricos, su interés por la figura humana en movimiento y la experimentación con materiales previamente utilizados en la industria o en la construcción, pero rompiendo con la escala pequeña o en miniatura, con la rigidez del metal y con la estilización naturalista de la figura, el artista logra imprimir en su nueva obra una fuerza expresiva inédita en la anterior. En la actualidad, deja de lado la chatarra metálica industrial para reutilizar vigas de madera que con sus clavos y agujeros apolillados llevan consigo doscientos o trescientos años de memoria: de murmullos, susurros y sermones.
"Toro barroso", hierro, 1988
Menos noble en términos tradicionales, pero más apropiada para evocar espacios y emociones perdidos en el tiempo, en su calidad orgánica la madera registra en sí misma el paso del tiempo, y no sólo el de ese tiempo físico o geológico pero de aquel que es intangible que es el mítico. A partir del uso de este material, la evocación temporal es trabajada por Barragán a varios niveles: manteniendo la masividad natural de las vigas, incluso manteniendo los cabezotes que se tallaban antiguamente en ellas para poder transportarlas, y que el escultor las aprovecha para sugerir formas antropomorfas. La verticalidad de las mismas, u horizontalidad en algunos casos, es respetada y aprovechada para enfatizar el hieratismo y solemnidad de los temas representados. El primitivismo del tratamiento de la superficie, ese respeto a las marcas del tiempo, ayudan a transmitir una sensación más real del pasado: solemne por el formalismo de las poses y anti-heróico gracias al deterioro físico de la madera. Así al mirar estas figuras nos enfrentamos no a contenidos heroicos sino a contenidos humanos, no a la gloria de la guerra sino al dolor de la muerte (Gaule , Flandre (1994).
Igualmente, en sus venus hieráticas y sensuales a la vez (Venere (1994)), retorna ese contenido mítico de la fertilidad y continuidad de la especie. Según el artista, la alusión sexual está relacionada con la renovación de la vida. Y en ese sentido, las representaciones sanativas y naturalísticas de sus "fantasías eróticas" de años anteriores tendrían este mismo carácter. Pero, los contenidos de continuidad de la vida y su equilibrio con el universo son ahora más claramente expresados que en aquellas gracias al uso de medios más abstractos y por eso más directos: símbolos y trazos esquematizados y primitivos (Nao I y Nao II (1995)).
De esta manera su obra actual sintetiza sus búsquedas y preocupaciones anteriores. Al retomar lo primitivo, Barragán pretende transmitir su concepción de la escultura como un medio que en sí mismo carga un profundo contenido: en el sentido de que guarda aquellas evocaciones atávicas que se encuentran por ejemplo, aunque no podamos traducirlos, en los mensajes de los jeroglíficos de las estelas mayas. Según el artista, ** "es el enigma, el mensaje codificado el que nos lleva a que cada uno lo entienda a través de su propia capacidad perceptiva." Esta concepción del arte como capaz de capturar esa memoria universal lo vincula a la generación artística de los años sesenta, a la que de hecho pertenece tanto a nivel local (precolombinismo) como a nivel internacional (informalismo, expresionismo abstracto)".***
La actividad escultórica de Milton Barragán debe ser entendida como parte de una serie de procesos creativos afines: su profesión de arquitecto, experiencias en diseño de muebles y una actividad artística en dibujo, acuarela y cerámica iniciada justamente bajo la tutela de Jaime Andrade en los cincuentas cuando él dirigía los cursos de arte de la Facultad de Arquitectura, donde Barragán estudiaba. Todas estas experiencias se ha enriquecido, además, con la contemplación directa de obras de arte antiguas y modernas de la tradición occidental y oriental. Este suigéneris entrenamiento artístico de Barragán es a la vez un espejo de su proceso creativo, no siempre constante, a veces ligero, pero que en su obra actual se nos descubre como consistente en forma y contenido. Sus preocupaciones más íntimas en relación al ser humano y su relación con la naturaleza (la memoria, el tiempo, el ritmo) han tomado una forma madura y sólida en sus Naos, Venuses y Guerreros.
* Rodríguez Castelo, Hernán. "Sugestiva muestra de escultura de Miltón Barragán". El Tiempo (Quito) 12 de julio de 1972, p. 19.
** Conversación con el artista, enero 1995.
*** Tomado del ensayo de la autora en el catálogo-invitación a la exposición de Barragán en el mes de marzo de 1995 (Colegio de Arquitectos y Galería) M & S, Quito).