Publicado en
junio 29, 2014
El destino de nuestros hijos: Desde que nacen, los hijos se convierten en el centro de sus padres. Todas sus necesidades y deseos se ven cubiertos según la mentalidad paterna, pero llega un momento en que esto no sucede más...
Por Ma. Rosa Espinel de Massú.
El niño, una vez adquirido el uso de razón, reúne las condiciones —dentro de su edad— para ir formando su carácter selectivo... Empezará por los juegos y juguetes, continuará con su ropa, etc. Esto es básico para el buen desarrollo del niño y sus padres deben fomentarlo dándole a elegir por ejemplo "¿cuál de estas películas quieres ver?" o "¿qué color deseas para tu mochila?" Después de todo, es él quien va a usarla. El niño no podrá por supuesto elegir el precio o calidad pues su alcance no discierne correctamente al respecto y sus padres sí, pero en lo que puede competirle, pues debe hacerlo.
Sin cruzar absurdos límites, el dotar a un hijo de independencia bien distribuida, le va a conferir responsabilidades que son de vital importancia para su vida futura.
Si un padre o una madre, se dan cuenta de que sus hijos hacen elecciones equivocadas, deben dialogar con ellos, darles las razones propias de cada caso y hacerles entender lo que más les conviene. Los tiempos de "porque yo lo digo" han cambiado desde que nuestras abuelas lo usaban, ahora ese sistema solo causa rebeldía, especialmente en los adolescentes.
LA CARRERA
Por desgracia, este es un tema muy controvertido, ya que ese padre que durante años vislumbró a su hijo médico como él, o esa madre que imaginó a su hija haciéndose cargo del negocio familiar y de repente se enfrentan a un ingreso en la escuela de arte o en un matrimonio que la llevará a vivir fuera, ven que sus anhelados sueños toman otro rumbo y se niegan a aceptarlo. Consideran un acto de excesiva autonomía el cambio de rumbo, piensan que lo hacen para molestarlos, se sienten defraudados o incluso piensan que son hijos desagradecidos.
El escritor Khalil Gibran dijo alguna vez que los hijos "eran prestados" por un determinado tiempo... esa es la gran realidad. El argumento de algunos padres contra esto radica en que "van a equivocarse y queremos evitarlo". O "hemos trabajado duro para que ese negocio sea para ellos" o "a mí me fue bien en esto, ¿por qué va a experimentar en lo incierto?". Y así por el estilo, cuando lo único real es que están contraviniendo sus deseos forjados desde pequeños. Pues bien, si se equivocan, es su equivocación... lo cual definitivamente resulta mucho menos grave si sucediera con la actividad escogida por sus padres, quienes recibirían el dedo acusador por parte de esos hijos que no vacilarán en culparlos por el fracaso, ya que ellos no habían decidido por ellos mismos.
Ahora bien, hay muchos jóvenes que deseando otra carrera, no se encaminan en ella por darle gusto a sus padres, temen resentirlos, y así dan el primer paso que puede acarrearles los mayores problemas de su vida, pues una persona insatisfecha con su trabajo o con la frustración de que es otra la forma en que querían vivirla, es candidata al fracaso tanto emocional como material.
LA PAREJA
Es otro punto candente. No siempre los padres están a gusto con la pareja que han elegido sus hijos para casarse, en muchos casos tienen razón, pero en otros, es porque simplemente no llenan sus expectativas. Empieza entonces una desmedida intromisión, surgen conflictos, y si llegan a casarse, el buen pie que debieran tener las relaciones entre todos, se verá resquebrajado por una contra hecha durante el noviazgo y que será dificil de olvidar por todas las partes involucradas.
Con esto, no sostenemos que los hijos pueden ir y hacer lo que les venga en gana, ya que el consejo no va en desmedro de la autoridad paterna y el diálogo es la mejor forma de ver claro el horizonte. El problema radica en que en dichos diálogos, los padres asumen una posición de "yo tengo la razón" y nada habrá de cambiar esa premisa. Todo esto, lejos de alejar a un hijo, una hija de una relación, va a fomentarla aún más.
La labor de los padres no es imponer su criterio a los hijos, sino permitirles que ellos escojan su propio camino, aconsejándolos y a la vez confiando en ellos.
CONCLUSIONES
Si bien los padres no pueden "dejar todo" en manos de sus hijos, deben empezar a sembrar la semilla del buen criterio desde que son muy pequeños, sin la tutela paterna. Los consejos o "avisos" que a diario pasan los padres, en las distintas circunstancias, al parecer pasan desapercibidos en su momento; eso no es verdad... se anidan en ellos y brotan en el instante necesario y esos hijos extraen de ellos puntos precisos en la ocasión precisa, Las costumbres, los hábitos, la idiosincrasia paterna, es parte del equipaje que portarán en el recorrido de sus vidas. Eso no se improvisa, es el resultado de años de recopilación, en dosis muy pequeñas, de lo que ha sido una fructífera convivencia familiar...
Se ha dicho siempre que los hijos son el espejo de los padres, y eso está bien, el problema es cuando se convierten en la sombra de sus padres... Esto se evita, respetando su individualidad y criterio; fomentando sus intereses, dando el empuje necesario a sus afanes, con positivismo. Y si lo elegido por sus hijos no es lo tan esperado, pues confiemos en ellos, démosles la seguridad de un respaldo permanente, enarbolando el lema "siempre podrás contar conmigo".
Fuente:
Revista HOGAR, Junio 1999