Publicado en
mayo 04, 2014
Por Elena Kohls.
Cuando los videntes tenemos frente a nosotros por primera vez un objeto, nos formamos de él una imagen, que ha sido receptada a través de los ojos, no sólo con su forma y dimensiones reales, sino en relación con otros objetos que, posteriormente, nos servirán como referencias.
Pero... ¿Cómo puede un no vidente formar imágenes y percibir un objeto?
El no vidente tiene que oler, tocar, agarrar para tener una percepción más o menos clara de algo o alguien. No tiene idea del color ni sabe qué significa "el azúl intenso del mar". Para él, el color está dado por asociaciones, por explicaciones que ha recibido desde temprana edad. Por ello, es vital que cuente con una familia comunicativa y que se le ofrezca buenos profesores, que puedan describirle con detalle todos los objetos, por irrelevantes que parezcan, como el nuevo vestido de su hermana, o el perro del vecino.
El mundo del no vidente viene a ser, en gran parte, producto de lo que otros le han indicado que es. En el mundo de un ciego, el ruido, el olor juegan un papel muy importante, no porque esta persona haya nacido con algunos sentidos más desarrollados, sino porque, al faltarle la visión, puede percibir, sin interferencias, detalles auditivos y olfativos. Luego, los órganos correspondientes se desarrollan más.
Hay, por supuesto, una diferencia importante entre la persona que nació o quedó ciega durante los 5 primeros años de vida, y aquella que perdió la visión después de esa edad. En el primer caso, las imágenes no existen o se van perdiendo paulatinamente. Al cabo de algunos años, el ciego desarrolla visión onírica. Cuando la ceguera ocurre entre los 5 y los 7 años, permanece en la mente del individuo una idea muy vaga de los objetos. Hay que recordar a la persona la existencia de las cosas, su forma y sus características; hay que revivirlas, para que las imágenes no se desvanezcan completamente.
Es verdad que muchos ciegos pueden distinguir entre la sombra y la luz, en contados casos, perciben la diferencia entre lo claro y lo obscuro. Es algo que depende del tipo de ceguera, pero el color de una rosa nunca es algo concreto, para el no vidente. Una rosa es roja, roja como la sangre, roja como el color de la bandera. No existe diferencia alguna entre los matices del rojo.
Si un no vidente tiene la desgracia de crecer en una familia poco comunicativa, su mundo estará lleno de percepciones inadecuadas del mundo que le rodea.
PERO... ¿COMO SUEÑAN LOS CIEGOS?
Los videntes soñamos con cosas que hemos visto y nuestro sueño está lleno de colores, ruidos, sensaciones y olores.
Los sueños del ciego están llenos de ruidos. Las sensaciones auditivas, olfativas y táctiles predominan. Como no puede "inventar" imágenes, sus sueños son relaciones entre cosas, son reconstrucciones de ideas, de objetos, que se han formado en su mente, al tocarlos, por asociación. En estos sueños, los ruidos ayudan a identificar la cosa o la persona.
Hay cierta tendencia a ver la imagen del soñador como la de un espectador de la escena soñada. Cuando, en el sueño, aparece una persona cercana al soñador, lo hace sin ojos, aún cuando se puede distinguir otro órgano del cuerpo, como las manos y los pies; no así partes pequeñas, como los pliegues del lóbulo de la oreja, o los nudos de los dedos. Si el no vidente sueña con ambientes, como el de una habitación, los contempla vacíos: no hay cuadros, alfombras o muebles.
Los sueños de los niños ciegos son más realistas que los de sus homólogos videntes. Los infantiles se concretan en imágenes, no visuales sino sonoras, táctiles y olfativas. El ciego tiene una rica vida onírica, llena de imaginación, pero abundan los sueños de terror. Aparecen en ellos, con frecuencia, personajes que quieren hacerle daño, sensaciones poco comunes que, por ser desconocidas, le producen inseguridad y miedo.
En 1938, el Dr. Herman estudió los sueños de las personas que perdieron su vista antes de los 5 años. Carecían de visiones, al contrario de quienes perdieron la vista luego de haber cumplido los 7 años, que sí soñaban con imágenes. Lo anterior se explica porque la captación de imágenes depende de la educación inicial. Esa captación va al centro correspondiente del cerebro, y las informaciones almacenadas se matienen allí, aún sin estimulación sensorial, en este caso la proporcionada por el sentido de la vista.
Laura Bridgen, (ciega y muda) escribió que, al dormir, las imágenes parecían estar ausentes de su mente. Las sensaciones motrices y táctiles, mediante las cuales se comunicaba con los demás, formaban la parte principal de sus sueños. Al mismo tiempo, soñaba que escribía, moviendo las manos tan rapidamente que era casi imposible entender lo que quería decir. Esta forma de soñar estuvo presente en su vida, desde la infancia.
Entre los ejemplos de sueños de ciegos, uno de los más ilustrativos es el de Hellen Keller, que perdió la vista y el habla a los 19 meses. Su instrucción se inició a los 7 años; empezó a comunicarse con los demás a los 11, por medio de la palabra, y continuó hablando, en adelante, a pesar de la gran habilidad que tenía para expresarse con las manos. Podía tener una conversación, colocando los dedos en los labios o la garganta de su interlocutor. En agosto de 1906, preparó una colección de sus sueños, escritos a máquina y presentados en forma original. Escribe: "Mis sueños han cambiado radicalmente en los últimos 12 años, desde que mi profesora apareció en mi vida. Antes, carecían de sonido, de pensamientos y emociones de cualquier clase, con excepción del miedo. Uno de mis sueños más frecuentes me llevaba a una habitación callada y obscura. Cuando yo estaba allí, caía algo muy pesado y sin ruido, que hacía temblar el piso violentamente. Cada vez que esto ocurría, me despertaba con un salto. Tampoco era extraño que soñara con un lobo que me acorralaba y hundía sus dientes en mi cuerpo. Nunca hablé con las manos, durante mis sueños, pero si hablé, e incluso reí. Mi mente actuaba como un espejo, en el que las caras y los paisajes eran sólo el reflejo de esa misma mente".
Desgraciadamente, no podemos decir que este cambio sea propio de todos los ciegos. El de Hellen Keller es un caso excepcional, desarrollado gracias a la ayuda y la tenacidad de una profesora fuera de serie, que dedicó toda su vida a la educación de su alumna.
El mundo de un no vidente es complicado, difícil y, sobre todo, solitario. Por eso cuando esté junto a uno de ellos descríbale cuanto está a su alrededor.