EL AMO DEL MUNDO (Juan José Castillos)
Publicado en
enero 12, 2014
Estaba sentado cómodamente en mi biblioteca, preparando una disertación para un congreso, cuando sonó el timbre.
¿Quien será esta vez?, pensé. Hoy debo estar de turno. A las 2 vino un alumno a consultarme sobre unos libros que le habían ofrecido, a las 3 y cuarto, el cobrador de la sociedad médica, a las 3 y media, un periodista que quería entrevistarme sobre algo que ya había respondido a otros mil y una veces en los últimos años, a las 4 y 50, otra vez los testigos de jehová, tuve que dejarlos escapar en una pieza pues se me iba la tarde, aunque me divierte pinchar sus rosados globos con algo de esa juvenil y malévola picardía que espero no perder nunca. A las 5 y 20, el muchacho de la sanitaria, por lo menos cuando se fue podía abrir la canilla de la cocina sin hacer arcadas.
Y ahora, en esta atípicamente concurrida tarde de verano, nuevamente alguien en la puerta. Cuando abrí vi que eran dos tipos que jamás había visto antes, prolijamente vestidos, altos, jóvenes. Mormones, me dije, pero no, ya que ninguno llevaba cartelito en el pecho y además, hablaban mejor español que yo.
Queremos hablar con usted, dijeron, “¿podemos pasar?". No los hice pasar a la biblioteca, allí sólo van mis amigos, parientes o quienes yo percibo como especialmente afines, no va conmigo desnudar mi privacidad ante extraños.
Se sentaron en el living, cómodos y a sus anchas, como si estuvieran en su casa. No es común ver hoy a gente joven tan segura de sí misma, pensé.
Bueno, ¿qué desean?, les contesté ensayando mi sonrisa para visitas. Cuando respondieron no podía creer lo que estaban diciendo.
Somos mensajeros de un pueblo establecido en otra galaxia, a cientos de miles de años luz de ustedes. Hace mucho tiempo que los estamos visitando y estudiando, sin intervenir, como es usual. Pero en esta oportunidad se ha decidido modificar esta política. Venimos a ofrecerle el cargo, si así quiere llamarlo, de amo del mundo".
Tuve que reír, aun cuando procuro siempre ser respetuoso con todos, incluyendo a los locos. Antes que pudiera decirles cómo tomar el 191 que va hasta Millán y Santa Fe, me silenciaron con un gesto.
“Lo hemos estado estudiando muy bien, no sólo a usted, por supuesto, a varios millones más en este mundo. Vimos en usted cosas buenas y malas, grandeza y mezquindad, como en todos los demás humanos, en mayor o menor medida. Pero lo excepcional en usted es su incorruptible y profundo sentido de justicia. Eso fue lo que nos decidió a seleccionarlo para este experimento. Queremos que usted se asesore, medite y comience a tomar decisiones. Lo conocemos mejor que usted mismo jamás podría soñar en conocerse. Creemos que no nos defraudará. Si no nos cree, no discuta, sólo síganos, prometemos no robarle más que unos minutos de su tiempo".
Había escuchado todo el discurso con un silencio poco habitual en mí, especialmente luego de oír una sarta de disparates de tal calibre, pero algo en el comportamiento de mis visitantes me hizo callar y seguirlos, como pedían. Obviamente no eran testigos de jehová, aunque no me habría sorprendido encontrar afuera al profeta Ezequiel con su carroza de fuego.
Subimos a un auto y nos alejamos del centro por Avenida Italia hacia la costa de oro. Luego de pasar el puente que marca los límites de Montevideo, se internaron entre los eucaliptus del Parque Roosevelt y en un claro vi un objeto ovalado de unos veinte metros de diámetro, posado sobre el suelo.
Curiosamente, no había nadie cerca, aun cuando ese parque está habitualmente muy concurrido en verano. Descendimos del auto y me llevaron al interior de la nave, ya que no podía ser otra cosa.
Se trataba de una estructura metálica hueca con una sola cámara central donde había lo que parecían ser seis cómodos sillones. Nos sentamos y sin que se notara ruido ni vibración alguna, la nave despegó, ya que una franja anular alrededor de la misma súbitamente se tornó transparente y pude ver que volábamos tan alto que el parque entero era una pequeña mancha verde junto al azul profundo de las aguas del Río de la Plata, visto por lo menos desde esa altura.
Lo que me sorprendió más fue la total ausencia de tableros con lucecitas multicolores y extraños instrumentos como los que muestran las películas de ciencia-ficción. En la cabina de vuelo, si así se la podía llamar, no había nada excepto los sillones y las paredes, o mejor dicho, la pared, pues la estructura era totalmente continua, sin uniones o interrupciones de ningún tipo.
En lo que pareció ser el espacio de media hora, aunque pudo haber sido mucho más pues carecía de referencias, vi cosas maravillosas, tanto que me sería imposible describirlas tal como las contemplé.
Recuerdo que en mis años juveniles había observado muchas veces el cielo nocturno con telescopios, lo que me había dado una percepción del universo, su inmensidad, su belleza, nuestra insignificancia, a la vez que me había procurado visiones de planetas y estrellas que me habían fascinado durante largas horas.
Pero nunca había presenciado el espectáculo que se presentó ante mis ojos luego que la Tierra desapareció de nuestro campo de visión. Soles de grande y pequeño tamaño y de colores indescriptibles, asteroides, cometas, inmensas masas incandescentes que giraban a gran velocidad emitiendo destellos de luz, objetos y formas difusas de tal extraña apariencia que no se asemejaban a nada que ningún ser humano haya jamás visto.
Súbitamente mi mente no pudo asimilar más maravillas y perdí el conocimiento. Cuando abrí los ojos me hallaba sentado en el living de mi casa y frente a mí, sonriendo, estaban mis dos visitantes quienes con toda calma esperaban a que dijera algo.
Está bien, lo intentaré, alcancé a balbucear. "¿Pero cómo podré...? ¿Quien me ayudará? ¿Cómo sabré quien es sincero y quien querrá aprovechar la situación, como tantas veces ya ha pasado?".
No se preocupe, nada podrá resistirse a su voluntad en este planeta a partir de este momento. Le bastará mirar a los ojos de una persona para penetrar en lo más íntimo de su ser, con sólo mirarla sabrá si dice la verdad o miente, cuáles son sus intenciones o qué oscuros secretos puede ocultar en su memoria. Sólo tiene que sentarse a pensar qué desea hacer y cómo lograrlo de la manera más adecuada. Ahora nos vamos, ya nos pondremos en contacto con usted.
Se levantaron, me saludaron y se fueron. Durante seis horas permanecí inmóvil en el living de mi casa, con la mente en blanco, imposibilitado de mover un dedo o de hilvanar dos pensamientos juntos. La enormidad de la situación me había desbordado. Momentáneamente, por supuesto. Al fin me levanté y me dirigí a la biblioteca. Tomé el teclado de mi computadora y comencé a escribir.
Artículo 1º - A partir de la fecha toda persona adulta trabajará para subsistir en las tareas que sean más apropiadas para su educación y preferencias. Se tenderá en todo lo posible a la autosuficiencia, cubriendo las necesidades que no puedan ser satisfechas por medio de servicios a la comunidad.
Articulo 2º - A partir de este momento queda abolido el consumismo. Se prohiben los avisos comerciales de cualquier tipo en los medios de difusión. La persona que sea descubierta promoviendo de cualquier forma un producto o un servicio comercial será desterrada de por vida a la Zona de Exclusión.
Articulo 3º - Del mismo modo, se prohibe cualquier actividad que tenga por objeto la venta de un producto o servicio por un precio que otorgue un margen de ganancia. Los transgresores serán desterrados de por vida a la Zona de Exclusión.
Artículo 4º - Quedan terminantemente prohibidos los actos de violencia física contra las personas, la propiedad o el medio ambiente. Los reincidentes en estos delitos serán excluidos permanentemente de la vida en sociedad y confinados en lugares de residencia individual.
Articulo 5º - Se prohibe la fabricación, distribución y venta de cualquier sustancia estimulante artificial para consumo no recetado por razones de salud. Los infractores de esta disposición, serán igualmente excluidos permanentemente de la vida social.
Articulo 6º - En la Zona de Exclusión, a los ambiciosos, los codiciosos, los sedientos de poder, se les permitirán las actividades prohibidas en los artículos 2º y 3º, en tanto las ejerzan unos contra otros.
Articulo 7º - Se estimularán muy especialmente todas las actividades que ennoblezcan al ser humano como la práctica de la libertad -en tanto no implique una violación de las reglas anteriores-, el amor, la solidaridad, la búsqueda del conocimiento, el arte en todas sus formas.
Articulo 8º - Se prohibe prohibir nada más aparte de lo anteriormente prohibido.
Mientras mi vieja y ruidosa impresora procesaba este texto, pensé que el uso del poder debería limitarse exclusivamente a quienes no lo ansían como un fin en sí mismo, a quienes lo ven como meramente un medio para hacer posible una meta deseable para la mayoría, sin pensar en su uso para fines mezquinos.
Me bajé del taxi que me había dejado frente a la puerta del edificio de las Naciones Unidas en New York y me disponía a entrar cuando sorpresivamente alguien me tomó del brazo y murmuró algo junto a mi oído:
¡Querido, vamos, despierta! Ya sonó el despertador, ¿no lo oíste? Tenés que ir a dar clase. Dale, que vas a llegar tarde.
Sin saber bien todavía donde estaba, me senté en la cama, me froté los ojos y volví a la realidad.
TeIepáticamente me comuniqué con mis visitantes del día anterior. "Todo está bien. A nuestro modo, a nuestro ritmo, ya vamos a llegar a lo que ustedes quisieran ver aquí. Por favor, tengan paciencia con nosotros".
Bostecé y me estiré todo lo que pude. "Vamos que son las ocho ya. Esto te pasa por trasnochar tanto. Tenés el desayuno pronto".
Lentamente me levanté y comencé a vestirme.
Fin