NO DEJE QUE SUS HIJOS EMPIECEN A FUMAR
Publicado en
junio 09, 2013
Los compañeros de escuela y los anunciantes presionan a los niños. ¿Qué puede hacer usted al respecto?
Por Maura Christopher.
CUANDO MI SOBRINO, Jesse, tenía diez años y cambió de escuela, no tardó en descubrir quiénes eran los chicos más populares, y quiso pertenecer a ese grupo selecto. Uno de ellos le preguntó si alguna vez había fumado; Jesse mintió y le contestó que sí. Luego se reunió con otros dos muchachos bajo el puente de una carretera y, pensando que no podía retractarse, probó sus dos primeros cigarrillos.
Más tarde, arrepentido de su acción, Jesse telefoneó a su casa.
—Mamá, sucedió algo terrible —confesó—. Fue tonto, y no me gustó nada.
Las bases que usted establezca como padre pueden contribuir a determinar si su hijo rechaza ese primer ofrecimiento de un cigarrillo, si se lo fuma pero no prueba otro, o si se inicia en una torturante adicción. La madre de Jesse comenta: "Siempre le hicimos ver claramente a nuestro hijo lo que pensábamos al respecto. Ni su padre ni yo fumamos, y no permitimos que nadie fume en nuestra casa". Sus esfuerzos fructificaron: después de esos dos primeros cigarrillos, Jesse jamás volvió a fumar.
La clave estriba en comenzar esta educación muy temprano, en los años en que los niños se están formando y los padres ejercen mayor influencia sobre ellos. "Desde que los pequeños tienen tres o cuatro años de edad, hay que transmitirles el mensaje de que fumar es dañino", advierte la pediatra Marjorie Hogan. "Si uno espera hasta que sean adolescentes, será demasiado tarde".
¿Qué pueden hacer los padres?
Dar el ejemplo. Las probabilidades de que los niños fumen o masquen tabaco se triplican cuando el padre o la madre tiene este hábito. "Si usted pide a sus hijos que no fumen", explica la doctora Hogan, "y luego enciende un cigarrillo, el mensaje que les transmite es increíblemente confuso".
Además, pone usted en peligro la salud de los menores. Entre los chicos que respiran el humo exhalado por sus padres hay una alta incidencia de enfermedades crónicas del oído, pulmonía, bronquitis y otras infecciones de las vías respiratorias. El humo que exhalan otros fumadores también se ha relacionado con el cáncer pulmonar, y probablemente con los cánceres cervical (del cuello uterino), cerebral, tiroideo y mamario, así como con las cardiopatías.
Si usted todavía no ha dejado de fumar, inscríbase en algún programa de ayuda de los que organizan las asociaciones de lucha contra el cáncer y contra las enfermedades pulmonares, o el hospital de su preferencia. Persevere hasta que rompa con el hábito. Muchas personas que lo logran lo han intentado en más de una ocasión.
Hable claro. El tabaquismo constituye la causa de muerte de más fácil prevención en la sociedad actual.
Explique a sus hijos que los cigarrillos provocan cáncer. Señáleles, además, sus efectos negativos a corto plazo. "Contraer cáncer pulmonar en la vida adulta parece algo muy remoto, y no los impresiona mucho", afirma el pediatra Jonathan Klein. "Saber que tendrán mal aliento y que nadie querrá besarlos tiene para ellos mayor significado".
Hágales ver también estas otras consecuencias a corto plazo:
• La ropa de los fumadores huele mal.
• Se les manchan los dientes y las uñas.
• Quienes fuman se quedan fácilmente sin aliento.
• Tienen menos energía.
• Muchos adolescentes aseguran que prefieren salir con personas que no fuman.
Explíqueles cuánto cuesta fumar en términos que sus hijos entiendan. Dígales, por ejemplo, que con el dinero que gasta semanalmente un fumador en cigarrillos, se podrían comprar un par de audiocasetes.
Los niños deben saber, asimismo, que la nicotina —un alcaloide venenoso de los cigarrillos, que causa adicción— vuelve dificilísimo prescindir del hábito.
Por último, ayúdelos a entender que los cigarrillos son "una puerta hacia las drogas", pues se les ha relacionado con el subsecuente consumo de estupefacientes.
Ensaye respuestas con ellos. Pese a todos los esfuerzos que usted haga, la actitud de su hijo hacia el cigarrillo puede cambiar más o menos en el quinto año de enseñanza primaria. Los chicos de esa edad ansían que los acepten sus compañeros.
Usted puede ayudar a sus hijos si les enseña qué responder cuando les ofrezcan un cigarrillo. Al niño que ya ha pensado en una respuesta se le facilita más rechazar una invitación a fumar, observa el doctor Klein.
Sobre todo, provea a sus hijos de maneras positivas de sentirse maduros e independientes. Una especialista en investigaciones sobre prevención propone alentarlos a participar en deportes y pasatiempos.
Emprenda acciones eficaces. Averigüe lo que está haciendo la escuela de sus hijos para prevenir el tabaquismo, y proponga que se prohíba fumar a alumnos y maestros. Si los maestros fuman, piensan los chicos, ¿por qué yo no?
Por último, pregunte a su pediatra y a su dentista si observan señales de que sus hijos han estado fumando, y pídales que les hablen de los peligros del cigarrillo. Las palabras de los especialistas tendrán mucho peso.
Cuantas más acciones eficaces emprenda usted, mayores serán sus probabilidades de éxito, y acaso esté salvándole la vida a su hijo.
© 1991 POR MAURA CHRISTOPHER. CONDENSADO DE "HEALTHY KIDS 4-10" (OTOÑO DE 1991), DE NUEVA YORK, NUEVA YORK,
FOTO: ERNEST COPPOLINO.