ENTRE COMPUTADORAS TE VEAS
Publicado en
junio 09, 2013
Un periodista del siglo XXI nos lleva al mundo de la alta tecnología.
Por Dave Barry.
PARA MUCHAS PERSONAS, el primer encuentro con las computdoras se produce en el lugar de trabajo. Así ocurrió ciertamente en las redacciones de los diarios. Un día, los reporteros llegamos a la oficina y nos encontramos con que nuestras viejas y lentas máquinas de escribir habían sido reemplazadas por unas computadoras elegantes y eficientes, cuyas teclas decían cosas misteriosas y aterradoras como "INTER" y "BLOQ NUM". Por fortuna, nos capacitaron unas personas asombrosamente profesionales. "Antes de macroprocesar el ASCII, deben formatear su RAM", nos aconsejaron.
Al principio procedimos con cierta cautela, pero después de apenas 175 semanas de capacitación comprobamos que, en vez de escribir en papel anticuado, podíamos crear enteramente en la pantalla artículos extensos y, luego, con sólo oprimir una tecla, enviarlos... al planeta Zembar.
"¡Dónde diablos está mi artículo?", gritábamos. Sin embargo, siempre que se perdía un texto era por nuestra culpa. Invariablemente, habíamos cometido algún error de principiante, como olvidar transmitir por módem nuestra memoria ROM BIOS VGA.
Poco a poco fuimos entendiendo todo, y hoy día recurrimos como si tal cosa a sistemas costosísimos y muy complejos, para llevar a cabo una función que resulta vital para la supervivencia de una sociedad libre; a saber, el intercambio de mensajes personales. Si entra usted en la redacción de un diario, verá a más de un periodista teclear furiosamente y con cara de gravedad. Cualquiera diría que están escribiendo artículos importantes sobre la suerte de los kurdos, pero en realidad se están enviando el chiste de qué le dijo la jirafa macho a la hembra en el bar.
Hay algunos problemas, por supuesto. Tal vez haya leído usted algo sobre los virus que afectan a las computadoras cuando se les deja descubiertas en habitaciones donde hay corrientes de aire. Esto es algo gravísimo porque, si usted trabaja con una máquina infectada, esta emitirá de tiempo en tiempo estornudos electrónicos, imperceptibles, por desgracia, a simple vista. Y entonces le caerán encima miles de millones de microbios electrónicos diminutos, llamados bytes, los cuales penetran en el cerebro y gradualmente lo vuelven a uno estúpido.
Esto es lo que me está sucediendo a mí. Me siento ante la computadora que tengo en casa para escribir una columna de sesudas reflexiones sobre, digamos, la política exterior, y tecleo: "En vista de los recientes y sensacionales cambios en la situación geopolítica mundial, es hora de jugar un solitario". Mi computadora tiene cargado un programa de solitario, pasatiempo inventado a buen seguro por los japoneses con el propósito de sabotear las economías de otros países. Antes pensaba que este era un juego aburrido, pero ahora que mi cerebro está obstruido con gérmenes de computadora, me paso las horas moviendo las cartitas electrónicas y contemplando la pantalla con expresión de "zombi", mientras la computadora estornuda en mis narices. Nada de eso era posible hace apenas 15 años.
Sin duda, la invención de la computadora ha cambiado el curso de la historia, así que, si usted todavía no tiene una en su casa, le recomiendo encarecidamente que la adquiera. Sin ella, jamás podrá conocer las respuestas a ciertas preguntas fundamentales, como "¿Qué le dijo la jirafa macho a la jirafa hembra?" La respuesta es: "La apotufg &kjfky0".
¡Espere! Parece que tenemos un problema con el teclado. Permítame tratar de conectar este cable en...
ERROR ERROR ERROR ERROR TODOS LOS ARCHIVOS HAN SIDO DESTRUIDOS.
A veces me dan ganas de verter café en mi computadora y escuchar sus gritos; pero, por supuesto, jamás lo haré.
© 1991 POR TRIBUNE MEDIA SERVICES. CONDENSADO DE "INTERNATIONAL HERALD TRIBUNE" (8/9-VI-1991),
DE PARÍS, FRANCIA.
ILUSTRACIÓN. STEVE HAEFELE