OBTENGA DE LA VIDA LO QUE DESEA
Publicado en
mayo 19, 2013
Todos acariciamos sueños. He aquí cómo realizarlos.
Por Robert McGarvey.
AÑOS ANTES de adquirir renombre como entrenador del equipo de futbol americano de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, considerado uno de los más destacados de Estados Unidos, Lou Holtz hizo una lista de 107 cosas que se proponía hacer "antes de morir". La lista abarcaba una amplia gama de actividades: desde asistir como invitado a una cena en la Casa Blanca, en Washington, hasta practicar el paracaidismo acrobático.
A la fecha, Holtz ha alcanzado ya su meta número 91: que sus cuatro hijos obtuvieran títulos universitarios. "Fíjate objetivos y no te detengas hasta cumplirlos", aconseja. "De ese modo dejas de ser un mero espectador de la vida y te conviertes en un protagonista".
Todos tenemos sueños y deseos, pero relativamente pocas personas persiguen metas. Los deseos más fervientes ("Quiero ser rico" o "Desearía estar más delgado") no constituyen verdaderas metas. Aunque nacen como sueños, las metas son objetivos específicos que sólo se materializan mediante acciones concretas. "Si no puedes medirlo, evaluarlo o describirlo, quizá tu sueño no sea una meta", opina el asesor de empresas Michael LeBoeuf.
El entrenador Holtz lo sabe de primera mano. Casi todos los muchachos que juegan al futbol americano en su primer año de estudios universitarios sueñan con ingresar en un equipo profesional. Holtz les explica la diferencia que existe entre las metas y las fantasías: "Les digo que el camino que conduce del campo de entrenamiento a los equipos profesionales está formado por muchísimas metas pequeñas. Primero tienen que conseguir que los admitan en el equipo de Notre Dame. Después deben ir venciendo cada uno de los obstáculos que se presentan. Esto se aplica a cualquier meta que nos fijemos".
Como señala Holtz, los grandes triunfadores saben exactamente a dónde quieren llegar. He aquí los pasos que él y otras personas han dado para realizar sus sueños:
Defina su objetivo con precisión. Desde que tenía ocho años de edad, Dave Thomas deseaba ser dueño de un restaurante, pues pensaba que así "nunca padecería hambre". Huérfano desde su nacimiento, jamás tuvo una vida familiar estable ni sobresalió en los estudios. Pero se aferró a la meta que se había trazado.
Cuando tenía 12 años, consiguió un empleo como dependiente en un comedor popular. Después ascendió a ayudante de camarero, y continuó progresando hasta llegar a la gerencia de un restaurante. Thomas convirtió en negocios prósperos cuatro restaurantes de pollo frito que operaban con pérdidas, y llegó a ser ejecutivo de esa cadena de restaurantes.
Por último, tras reunir el capital necesario, abrió su propio establecimiento, al que le puso el nombre de su hija Wendy. En la actualidad, es dueño de 3800 restaurantes.
"No puse la mira en poseer 1000 restaurantes; ni siquiera en ser propietario de diez", explica. "Me concentré exclusivamente en hacer que uno fuera rentable, y luego otro. Fui subiendo un escalón cada vez. Con demasiada frecuencia, la gente se impone tareas difíciles, y luego se da por vencida. Debemos concentrarnos en metas asequibles".
Expréselo por escrito. En cuanto haya definido su objetivo, escríbalo. Quienes han llegado a la cumbre sitúan el origen de sus logros en el momento en que formularon por escrito sus propósitos.
Curtis Carlson tenía 24 años cuando fundó la Gold Bond Stamp Company en Minneapolis, Minnesota, y se fijó la meta de ganar 100 dólares semanales, lo que constituía una suma fabulosa en la época de la Gran Depresión. Expresó por escrito esa aspiración y conservó en un bolsillo esa hoja de papel hasta que esta se ajó. Hoy, la corporación Carlson Companies, Inc., es una de las organizaciones privadas más grandes de Estados Unidos y sus ingresos anuales suman unos 9000 millones de dólares.
"Cuando pongo por escrito un objetivo, este se cristaliza en mi mente", dice Carlson. "Entonces puedo determinar rápidamente si mis decisiones me llevarán hacia su consecución o si me alejarán de él".
Establezca su estrategia. Dividir una meta en etapas de fácil cumplimiento la hace aparecer menos intimidante. La técnica llamada planificación regresiva consiste en fijar un objetivo y luego ir considerando en sentido inverso los pasos que hay que dar para lograrlo.
Cuando Jeff Jackson, de 36 años, perdió su puesto de gerente de un negocio de venta de automóviles en Santa Mónica, California, pudo haber conseguido otro empleo en el ramo de ventas. Sin embargo, soñaba con ser un productor de cine independiente, y pensó: Es ahora, o nunca. La inversión necesaria para poner en marcha su proyecto ascendía a unos 250,000 dólares. Esto parecía inalcanzable, pero se le ocurrió una idea.
El inmueble donde Jackson vivía estaba en venta, y él se fijó una serie de objetivos diarios cuyo cumplimiento le permitiría comprarlo. Entre estos objetivos figuraban encontrar socios capitalistas y hallar un comprador para revender el inmueble rápidamente.
Jackson y sus asociados conjuntaron sus recursos financieros y adquirieron el edificio. Cuando lo revendieron, obtuvieron buenas utilidades. Con ese dinero Jackson compró unas tierras en Nuevo México, y con el producto de la venta de pequeños lotes pudo financiar su película. "Conforme cumplía cada etapa", explica, "crecía mi convicción de que conseguiría mi objetivo".
Fíjese un límite de tiempo. "Una meta es un sueño para cuya materialización se ha establecido un límite de tiempo", asevera el experto en psicología motivacional Zig Ziglar. "Una fecha límite proporciona un marco de tiempo que rige nuestra actividad y nos impulsa en pos de nuestros sueños".
Cuando la enfermera Jan McBarron tenía 25 años puso manos a la obra para realizar su sueño de ser médica, una empresa difícil para quien no ha cursado estudios superiores. "En un principio pensaba que ese sueño estaba fuera de mi alcance", recuerda. Después advirtió que cada paso conducente a la Facultad de Medicina tenía un límite de tiempo propio e impostergable.
"En vez de sentir miedo por las fechas límite, las utilicé en mi provecho", explica Jan McBarron. "Las solicitudes de ingreso tenían que entregarse en un plazo determinado; los trabajos asignados debían concluirse en un término preestablecido. Cuando comprendí lo positivas que podían ser las fechas límite, comencé a fijarme otras".
Ahora, 12 años después, la doctora McBarron disfruta de una nutrida clientela.
Comprométase. El instructor de vendedores Dave Grant nos da el siguiente ejemplo: Supongamos que su meta consiste en ir de vacaciones a Tahití dentro de un año. ¿Qué pasos debería dar para conseguirlo? ¿Qué le parece pagar a la agencia de viajes un anticipo de 100 dólares, no rembolsable? Si usted está realmente comprometido con su meta, con seguridad la alcanzará.
También es posible aplicar esta estrategia en la vida profesional. Fíjese un objetivo ambicioso y comprométase a cumplirlo ante su jefe. Descubrirá que puede hacer acopio de recursos propios que desconocía.
No tema al fracaso. Hace 16 años, Pam Lontos estaba desempleada y tenía un sobrepeso de 18 kilos. "Todo me daba miedo, y nada me salía bien", confiesa.
Un día de 1976, siguiendo un impulso, esta mujer de 31 años se afilió a un club de fomento de la salud y comenzó a escuchar cintas con contenidos de motivación. Las cosas empezaron a salirle bien. A medida que su apariencia mejoraba, también crecía su confianza en sí misma. "Aún me atormentaba el temor al fracaso", recuerda, "pero decidí que tenía que dar pasos para alcanzar una meta profesional".
Pam solicitó al propietario del club que le diera empleo como vendedora de afiliaciones, y en el lapso de unos cuantos meses se convirtió en la vendedora estrella. A los dos años se impuso un reto mayor: la venta de publicidad en la estación de radio local con menor audiencia. Las ventas subieron como espuma.
La impresionante trayectoria de Pam impulsó a los propietarios de la estación radiofónica a promoverla al puesto de vicepresidenta. "En tres años y medio había dejado de ser una ama de casa medrosa y obesa para convertirme en ejecutiva de una importante compañía de espectáculos", refiere esta triunfadora. "Lo logré dando pequeños pasos, uno tras otro. Sólo así pude vencer mi temor al fracaso".
En general, lo que nos paraliza es la imagen del posible fracaso, y no el fracaso propiamente dicho, opina Allan Cox, asesor de administración de empresas. "Sobrevivimos a nuestras derrotas", apunta. "Caemos, nos levantamos, y volvemos a intentarlo. No hay más remedio".
Persevere, y vuelva a intentarlo. El camino que conduce al logro de nuestros objetivos siempre presenta obstáculos. La confianza en uno mismo puede aliviar la desazón que producen estos reveses y ayuda a superarlos.
Tras su expulsión de la universidad, Duke Rudman desempeñó diversos empleos en la industria petrolera de Texas. A medida que adquiría experiencia, soñaba con probar suerte en la prospección independiente.
Cada vez que conseguía reunir el dinero necesario, Rudman alquilaba equipos de perforación y barrenaba un pozo. En dos años perforó 29, siempre sin éxito. "¡Eso sí que era fracasar!", exclama Rudman.
A sus casi 40 años, Rudman aún no había hallado petróleo. Para mejorar sus probabilidades, estudió formaciones geológicas, los diversos tipos de esquisto y otros aspectos de la geología. Cuando tomó en alquiler su trigésimo terreno, descubrió un enorme yacimiento petrolífero.
En tres de cada cuatro pozos que Rudman barrena, no hay petróleo. Ahora, con más de 60 años, cree que ha fracasado con mayor frecuencia que nadie en ese negocio. Pero ha descubierto petróleo con la asiduidad suficiente para amasar una fortuna que la revista Forbes calcula en 220 millones de dólares.
"En ocasiones quería darme por vencido", cuenta Rudman, "pero siempre alejaba esta idea de mi mente y volvía a poner manos a la obra".
Nunca es demasiado tarde. La edad no es una barrera para alcanzar lo que uno se propone. Conforme envejecemos y aprendemos más, adquirimos la confianza necesaria para arrostrar nuevos retos.
Si no, preguntémosle a Kirk Fordice. Este hombre había prosperado como contratista de obras en Mississippi, pero al llegar a los 50 años de edad quiso ampliar sus horizontes. Alentado por un amigo suyo, resolvió presentarse como candidato a la gubernatura de su estado. A algunos la idea les pareció ridícula, pero no a Fordice, a pesar de que no era muy conocido. Su contrincante en las elecciones primarias del Partido Republicano, en las que se elegiría al candidato a gobernador del estado, parecía imbatible.
Fordice estaba persuadido de que los políticos no escuchaban lo que decían los electores, así que trazó un plan para desafiar con éxito a su adversario. A sus 57 años, hizo pública su candidatura.
En vez de minimizar su edad y su relativa falta de experiencia, Fordice las convirtió en valores al servicio de su causa. "Pensaba sinceramente que hacía falta alguien como yo, conocedor del mundo real, para cambiar las cosas", relata.
Contra todos los pronósticos, Fordice ganó las elecciones primarias desu partido. Y el día de los comicios por la gubernatura estatal, para sorpresa de todos, también se alzó con el triunfo.
"Nadie me dijo nunca que era demasiado viejo para intentarlo", recuerda el gobernador Fordice. "Cuando entré en la contienda, me hice el propósito de llegar hasta el final. Y ahora me he fijado metas para los cuatro años de mi mandato, y estoy decidido a cumplirlas".
TAL ES EL PODER de las metas: nos infunden nuevas energías, nos marcan nuevos rumbos y nos proporcionan una motivación que acaso nos faltaba. Y como el entrenador Lou Holtz lo ha demostrado, pueden ayudarnos a obtener lo mejor de la vida.