AYUDE A SU ESPOSO A COMUNICARSE
Publicado en
mayo 12, 2013
He aquí cómo puede usted combatir el hermetismo masculino.
Por Ryan Vollmer.
UNA EJECUTIVA de publicidad, de 32 años, llegó corriendo a su casa después del trabajo, con una noticia estupenda. Su esposo, abogado, estaba en el jardín trasero, leyendo el periódico. "Me acababan de ascender y me moría de ganas de contárselo", relata ella. "Pero, como de costumbre, él no tenía deseos de conversar conmigo; ni siquiera de escucharme. Sonrió, me felicitó y, sin más, se metió en la casa y me dejó con la palabra en la boca". Cuando ella lo siguió para terminar de contarle todo, él no le hizo caso.
Tiempo después, la mujer se preguntó por enésima vez por qué se hablaban tan poco ella y su esposo. "¿Por qué no quiso saber más de mi ascenso?", pregunta ella. "Sé que le importa, pues siempre se ufana de mí con nuestros amigos. Le he preguntado si hay algún problema, pero indefectiblemente me responde: No. Todo está bien. Pero yo sé que no está bien". De hecho, el silencio de él está afectando gravemente sus relaciones conyugales. "Cuando no me presta atención y luego se me acerca en la cama, yo no siento pasión", añade ella. "Más bien me siento herida, enojada y confusa".
El caso de esta mujer no es único. Según los psicoterapeutas, el silencio puede afectar del 50 al 70 por ciento de todos los matrimonios. "Las mujeres que acuden a mi consultorio se quejan de que sus maridos no hablan con ellas ni las escuchan. Charlan con sus amigos y sus compañeros de trabajo, mas no con ellas", observa la psicoterapeuta Carla Wills-Brandon.
"Son distintas las formas en que el hombre y la mujer evolucionan dentro de cualquier relación", puntualiza Deborah Tannen, profesora de lingüística y autora de You Just Don't Understand me ("No me entiendes"), libro consagrado a los estilos de conversación masculinos y femeninos. "Al principio, el hombre habla más para conquistar a la mujer; luego, la conversación decae. Las mujeres son más locuaces cuando se sienten a gusto en compañía de un hombre".
Una de las principales razones por las que maridos y esposas experimentan dificultades para comunicarse radica en que tienen diferentes conceptos de lo que significa conversar. Esto se hace patente en las tres quejas que los psicoterapeutas escuchan con mayor frecuencia de las esposas:
"No le gusta hablar de sus sentimientos". Algunas mujeres dicen que sus esposos se niegan a hablar cuando están molestos o deprimidos. Este silencio suele ser muy penoso para sus esposas, quienes se preguntan qué andará mal.
Los psicólogos opinan que esto ocurre casi siempre porque se enseña a los niños y a las niñas a expresar sus emociones en forma diferente. "Se espera de las niñas que sean comunicativas", explica el terapeuta Robert Leahy. "A los varoncitos, en cambio, se les enseña que compartir los sentimientos es afeminado, además de inútil e improductivo". Por ende, los hombres tienden a retraerse, pues piensan que deberían tener los recursos necesarios para resolver sus problemas por sí mismos.
"No me escucha". La conversación muchas veces desbocada de las mujeres suele provocar una reacción de retraimiento por parte de los hombres. "Las mujeres tienden a manifestar mayor interés por los detalles personales: quién dijo qué, qué quiso decir con ello, cómo se veía, etcétera", explica la profesora Tannen. "Esperan que sus esposos se enfrasquen en este tipo de conversación, pero la mayoría de los hombres no sabe hacerlo".
"Para el varón, una charla íntima no tiene nada que ver con sentimientos o detalles personales", añade Robert Leahy. Y puntualiza: "A los hombres les gusta hablar de cuestiones prácticas, como lo que tienen que pagar por colegiaturas, los aumentos de impuestos y las técnicas para jugar mejor al tenis. Consideran que no tiene ningún objeto hablar de temas en los que no pueden ejercer influencia".
"Conversa con todos, menos conmigo". Algunas esposas se quejan de que, cuando sus maridos vuelven del trabajo, dicen que están demasiado cansados para conversar. No obstante, si un amigo los llama por teléfono o llega de visita, se les ocurren, como por arte de magia, muchos temas de conversación.
"Para la mujer, una charla es señal de interés y cariño", observa la profesora Tannen. Para el hombre, la conversación es trabajo, porque la utiliza para impresionar a otros y transmitir información objetiva. En casa, se sienten en entera libertad de relajarse, y no ven la necesidad de iniciar una conversación.
Pese a sus distintos puntos de vista, los cónyuges pueden resolver sus problemas de comunicación. Para que su esposo se abra, ponga usted a prueba las siguientes estrategias:
1. Elija el momento más apropiado. Es importante saber cuándo iniciar una conversación. Tal vez se muera usted de ganas de hablar cuando regresa del trabajo, pero es posible que, a esa hora, su esposo prefiera descansar y dejar la conversación para más tarde.
2. Permita que él tome la iniciativa. "A veces", observa Leahy, "el silencio del hombre provoca tal frustración y enojo en la mujer, que ella repite una y otra vez las cosas, y entonces él la tilda de machacona".
Para evitar esta situación, absténgase de llenar el silencio con palabras cuando él no responda. En vez de ello, "mírelo a los ojos sin alterarse y cuente en silencio para que no se agudice el malestar", sugiere Robert Bramson, psicólogo y autor del libro Coping With Difficult People ("Cómo tratar a las personas difíciles"). "Entonces, si no responde, ayúdele a empezar diciendo: ¿Querrías explicarme por qué te cuesta trabajo decir lo que piensas? Si aun así persiste en su mutismo, no le reproche su comportamiento. Dígale que quisiera hablar de ello mañana, pero cerciórese de que sepa que usted espera una respuesta", concluye Bramson.
3. Sea específica. "Haga preguntas que den lugar a respuestas espontáneas", recomienda Bramson. No pregunte: "¿Cómo te fue en el trabajo?", pues la respuesta podría ser tan sólo: "Bien" o "Muy mal". Mejor intente algo como: "¿Qué parte de la presentación de ventas es la que John quiere modificar?" Cuanto más específica sea la pregunta, más probabilidades habrá de que su esposo se la conteste en detalle.
4. Tenga cuidado con su lenguaje no verbal. Es muy probable que su esposo guarde silencio si usted se pone a hojear una revista mientras habla con él. Para alentarlo a charlar, descruce los brazos, adopte una expresión neutral y relájese. Hable en un tono de voz agradable.
5. Compartan intereses. "Las parejas que concentran toda su atención en los niños o en el trabajo, a menudo descubren que no tienen mucho más de qué hablar", comenta Leahy. Si comparten actividades nuevas y diferentes —como el excursionismo, los viajes, la jardinería y el trabajo voluntario— tendrán muchos más temas de conversación.
6. Escuche con atención. Cuando su esposo hable, préstele atención. No piense en lo que le va a responder ni se distraiga. "Aprenda a escuchar activamente", sugiere Leahy. "Cuando él hable, repita usted con sus propias palabras lo que él acaba de decir. No manifieste desacuerdo ni aporte información". Escuchar activamente ayuda en ocasiones a la otra persona a sentirse más relajada al principio.
7. Pelee constructivamente. "La mayoría de las parejas no saben pelear sanamente", opina la doctora Wills-Brandon. "Con mucha frecuencia, la mujer es la que habla y se queja, y el hombre se desentiende. Nada se logra así, y un mes después vuelven a pelear por igual motivo".
Muchos hombres eluden las discusiones. Para calmar los temores de su esposo, aprenda a discutir en forma constructiva, recomienda Leahy. "Absténgase de emplear el lenguaje negativo, los comentarios que suscitan sentimientos de culpa, los reproches por errores del pasado y las frases que comiencen con Tú nunca... o Tú siempre... Hable de sus propios sentimientos y destaque su papel en el problema. No le eche toda la culpa a él, aunque crea que la tiene".
Supongamos, por ejemplo, que él está molesto porque ambos asistieron a una fiesta a la que él no tenía deseos de ir. Acepte sus sentimientos y dígale: "Entiendo por qué estás molesto". Luego exprésele su punto de vista y procure llegar a un acuerdo: "Esa fiesta fue importante para mí porque entablé muchas relaciones de trabajo; pero la próxima vez nos retiraremos más temprano". Esta forma de discutir exige un alto grado de dominio de sí mismo; sin embargo, es muy eficaz.
8. Busque ayuda. Si ha intentado usted estas técnicas y sigue teniendo problemas de comunicación con su esposo, piense en la posibilidad de recurrir a la psicoterapia de parejas. Esta puede ayudar a resolver problemas graves que, posiblemente, estén contribuyendo al hermetismo de su cónyuge, como el alcoholismo, alguna disfunción sexual o una experiencia traumática durante la infancia.
Después de un año de tratamiento, la ejecutiva de publicidad y su esposo pudieron comunicarse mejor de lo que lo habían hecho en años. "Siempre tendremos que trabajar en este problema", asegura la esposa, "pero nuestras relaciones son actualmente mucho más satisfactorias. Este es un conflicto conyugal que sí tiene solución".
CONDENSADO DE "LADIES' HOME JOURNAL" (ABRIL DE 1992), © 1992 POR MEREDITH CORP , DE NUEVA YORK, NUEVA YORK.