Publicado en
diciembre 02, 2012
JAPÓN
SI EL TIRADERO DE BASURA de su localidad estropea el paisaje, considere la solución que encontraron los japoneses a este problema: un campo de golf público con un valor de 41 millones de dólares, construido sobre 18 millones de toneladas de basura. El administrador del campo, Kuniyoshi Watanabe, señala, sin embargo, que esos cimientos son potencialmente explosivos, porque el proceso de putrefaccitón de los desechos libera gas metano. Por tanto, para que las pistas no vuelen en mil pedazos, el campo de 18 hoyos tiene diseminados 74 respiraderos para que el gas escape. En consecuencia, a los jugadores con un sentido muy desarrollado del olfato podrían molestarles los olores que emanan de la basura. Se prohíbe fumar, porque la llama de un encendedor podría inflamar el gas.
Pero estos pequeños inconvenientes no han desalentado a los japoneses, que son fanáticos del golf. Los 110 a 140 dólares que se cobran por el uso del campo representan, de todas maneras, mucho menos de lo que cuesta hacerse socio de un club privado, por lo que es necesario hacer reservaciones con más de un mes de anticipación.
—Carla Rapoport, en Fortune
ALBANIA
ALBANIA ha estado aislada del resto del mundo desde hace 46 años. Su líder absoluto, Enver Hoxha, llevó a extremos la política estalinista. Para apoyar a su héroe, rompió con los yugoslavos. Más tarde se apartó de los soviéticos y de los chinos. Desde 1978, este país —situado a escasos 88 kilómetros del talón de la bota italiana— ha seguido su propio camino.
Aunque sus jóvenes se asomaban a Occidente por la ventana de la música de rock, y otros albaneses se enteraban de los últimos acontecimientos en su región a través de la Voz de América, las revoluciones de Europa Oriental pasaron de largo por Albania. Después de la muerte de Hoxha, en 1985, su heredero, Ramiz Alia, intentó endulzar la píldora estalinista. A pesar de todo, el mes de diciembre pasado llegó la revolución.
Con el propósito de averiguar el grado de desinformación de los albaneses, los estudiantes universitarios Ylli Hyka y Frederik Seiti se sometieron a una prueba informal. Si bien sabían todo lo referente a Madonna, apenas habían oído hablar del sida. No tenían la menor idea de lo que eran las máquinas de fax ni los hornos de microondas. Cuando se le enseñó una tarjeta de crédito, Hyka preguntó si se trataba de una carta de naipes o de un billete de lotería. Al explicársele para qué servía, devolvió la tarjeta y comentó: "Nosotros no formamos parte del mundo".
—Barry Newman, en The Wall Street Journal
FINLANDIA
DURANTE 364 DÍAS AL AÑO, Kilpisjarvi, en Finlandia, no es más que una remota población situada en los confines septentrionales de la región ártica de Laponia, cuyos principales habitantes son renos y, en el verano, nubes de mosquitos sedientos de sangre que se levantan de la pantanosa tundra. Pero el último domingo del mes de julio se suma al zumbido de los insectos el parloteo políglota de remeros que han acudido a participar en la Carrera de Canoas del Ártico, de siete días de duración.
Este evento se anuncia como la carrera de canoas más difícil del mundo. En términos de resistencia y aguante, esta odisea de 537 kilómetros puede compararse con carreras tan agotadoras como la Vuelta a Francia y el Iditarod. En cuanto a retos, tiene un clima cruel, variable y peligroso, rápidos turbulentos clasificados como de Clase IV, e incluso de Clase V, categoría que ocupa el segundo lugar de dificultad en lo que se refiere a aguas espumosas navegables. Nunca han participado más de cien competidores en la carrera y, a la fecha, ninguno ha perecido. Sin embargo, aquellos que terminan el recorrido invariablemente sufren de magulladuras, picaduras de insectos,contracturas musculares, excoriaciones, ampollas y esguinces.
—Andrew Nemethy, en Outside
YUGOSLAVIA
EN TODO el territorio de Serbia Oriental, algunos campesinos recientemente enriquecidos, con insaciables apetitos consumistas y un floreciente culto a los muertos, han estado construyendo casas sobre las tumbas de sus parientes, en señal de respeto. Algunos individuos han llegado al extremo de dotar sus sepulcrales casas de estufas, refrigeradores, televisores, grabadoras de video y otros lujos de los que sus parientes disfrutarán en el más allá. Según cierta antigua creencia eslava, si los parientes de un muerto lo descuidan o lo olvidan, su espíritu regresará a dañar los sembradíos y a arruinar a la familia.
La mayoría de las personas que han adoptado esta insólita costumbre son las que han ganado buenas sumas de dinero vendiendo sus productos en los mercados agrícolas de Belgrado y trabajando en el extranjero a cambio de sueldos en moneda dura, comenta Ivan Kovacevic, catedrático de antropología cultural en la Universidad de Belgrado. "Tienen tanto dinero, que están impacientes por gastarlo, y no existe otra manera de invertirlo", explica Kovacevic. Otros antropólogos opinan que el fenómeno de las casas sepulcrales desaparecería si Yugoslavia adoptara una economía de mercado que brindara a sus ciudadanos la oportunidad de hacer inversiones más prácticas.
—Chuck Sudetic, en el Tintes de Nueva York