Publicado en
septiembre 30, 2012
TESORO OCULTO. Pese a su rudo aspecto exterior, la chirimoya posee una pulpa aromática y delicada, rica en vitaminas hidrosolubles.
Alcalinizante, depurativa y muy digestiva.
Con el otoño llegan las chirimoyas, suaves, dulces, cremosas. Como fruta de mesa, como tentempié entre las comidas, como ingrediente de batidos y macedonias. Y aunque su color y textura recuerdan a postres dulces de la infancia, su digestión es más ligera, aportan vitaminas y ayudan a regular el pH de la sangre y a depurar el organismo.
La chirimoya (Anonna cherimola) procede de los Andes. Los pueblos precolombinos ya la consumían y se han encontrado semillas en templos y tumbas incas. De ahí proviene su nombre: chirimuya en quechua significa "semillas frescas". En nuestros mercados, hace algunos años todavía se consideraba una fruta exótica. Hoy su cultivo en España, muy extendido en la costa granadina y las Canarias, permite adquirir fácilmente, entre los meses de septiembre y febrero, ejemplares de gran calidad.
La forma de las chirimoyas puede ser redondeada o acorazonada. Aunque en Sudamérica pueden llegar a pesar un kilo, las que se comercialinn en nuestro pais pesan entre 150 y 200 gramos.
Tras su adusta piel, recubierta de grandes escamas, la chirimoya sorprende con una delicadeza inimaginable. Es muy aromática y su peculiar sabor azucarado, ligeramente ácido, se antoja una mezcla de diversos frutos. Hay quien la compara con un intermedio entre plátano, piña y fresa, mientras que para otros se asemeja a una combinación de natillas, pera y canela.
DULCE Y VITAMÍNICA
Probarla es la mejor manera de salir de dudas y de beneficiarse de su riqueza en vitaminas hidrosolubles: una chirimoya grande cubre la mitad de la vitamina C que se precisa al día y un 10% de las vitaminas B1, B2 y B3. También aporta abundante potasio (382 mg/100 g) y pequeñas dosis de calcio (30 mg) y hierro (0,60 mg). Su dulzor se explica por sus azúcares (20%), principalmente fructosa y glucosa, y su escaso aporte calórico (86 cal/100 g), por su alto contenido en agua (77%) y bajo en grasas (0,2%). Se indica en dietas de adelgazamiento, afecciones circulatorias y del corazón o en casos de trastornos hepáticos, biliares y renales.
Como la mayoria de frutas y verduras, la chirimoya ayuda a regular el pH de la sangre, equilibrándolo, y protegiendo frente a ciertas enfermedades debidas a una excesiva acidificación del torrente sanguíneo. Del mismo modo, su capacidad depurativa, por su riqueza en agua y fibra, es el regalo con que la naturaleza obsequia al organismo en los meses en que la oferta de fruta fresca comienza a menguar.
RECOMENDACIONES
La chirimoya es delicada y rara vez sobrepasa la semana desde que se recolecta. Aunque esté protegida por una redecilla, debe manipularse con cuidado y guardarse en el frutera fuera de la nevera.
La mejor forma de comerla es al natural, bien madura, aunque también puede pasarse por un tamiz y usarse como crema en la elaboración de sorbetes y batidos.
Fuente:
CUERPO MENTE - ESPAÑA - OCTUBRE 2008