AMSTERDAM, LA CIUDAD DE LAS XXX
Publicado en
septiembre 23, 2012
El centro de Amsterdam, entre los tranvías, los caballos de los policías y un bullicio medio rockanrolero a medio volumen.
Texto y fotos: Alvaro Samaniego
Muy pocas personas, incluyendo a los holandeses, saben por qué el escudo de la bandera de Amsterdam tiene tres x; pero todos, incluyendo a los holandeses, pueden explicar por qué al borde del año 2000 toda la ciudad suena a estas tres x.
Es una marca que está presente en los postes para evitar que los vehículos se parqueen en las veredas, en los sitios para acoderar las pequeñas naves que transitan por sus canales, en el portal de una casa del siglo XVII, y en las vitrinas donde se exhiben las prostitutas en una especie de catálogo vivo de pornografía cara o erotismo barato, como se lo quiera llamar.
Un fax dirigido a la Embajada Real de los Países Bajos, Holanda, con sede en Santafé de Bogotá, tuvo resultado tardío; más rápido y efectivo fue una telex enviado por la buena gente de la Sandra a su oficina central de Koninklijke Luchtvaart Maatschappij (iniciales de la línea aérea KLM): misterio resuelto.
La respuesta enviada en inglés y debidamente traducida al castellano, cuenta que 3 X blancas o plateadas, de la misma dimensión, que se ubican verticalmente, son las cruces de San Andrés; el fondo negro de la bandera sobre el que reposan, simboliza el río donde está ubicada Amsterdam.
Según la leyenda, un caballero había salido de Amsterdam y, al regresar a ver por un momento, vió la ciudad en llamas. Era la noche de San Andrés, quien, desde ese trágico día, protege a la capital de Holanda. Justamente el rojo, que también está presente en la bandera, simboliza la llamarada que trató de destruir la ciudad. Con esta versión coincidió la representación diplomática.
Esa es la parte histórica de la historia. Para un visitante, llegar a Amsterdam es mucho más que los incendios, San Andrés, el caballero, la leyenda. Son múltiples equis regadas en gracioso desorden alrededor de la materia que compone la urbe y de la energía que envuelve a sus habitantes (y por ahí van también otras x que tienen relación, como gimnasia mental).
IZQ.: La bicicleta, el vehículo oficial.
DER.: Una típica construcción holandesa de las ciudades, con ese sabor de lo vertical.
* Xana (en la mitología popular asturiana, especie de ninfa de las fuentes y de los montes) son unos seres hermosísimos que abundan por tierras de San Andrés. Calculando al ojo, uno puede decir que por cada mujer guapa que se encuentra en Alemania, Holanda pone seis iguales y dos mejores. Esto, obviamente, no tiene sentido peyorativo sino el de reflejar una verdad desde un punto de vista estético particular.
Puede llegar a tanto la experiencia de ver mujeres bellas en Amsterdam que algún latino de mente traviesa logró tener 85 enamoradas en tres días y estaba dispuesto a entregar alma, vida y corazón por todas ellas (ninguna de las 85 lo supo nunca).
* Xanthoxylon clavahérculis (nombre botánico del enrubio, árbol de madera muy dura, de tallo blanco y corazón rojizo) es el corazón de los no muy arios que caminan por todas las straat (calles) de esta ciudad medio circular. El comentario general es que, para ser europeos del viejo continente y encima de países desarrollados, son muy buena gente. Transmiten una dulzura angelical, una blancura de alma, gente "querendona", como se dice en la América del Sur vista desde el norte. Pero que por dentro tienen una pasión que devora, se nota en el brillo de los ojos. Rojo desenfreno, ardor por todas aquellas cosas que están prohibidas por la moral de casi todo el resto del mundo.
Un Hard Rock Cafe ofrece en la carta los tradicionales Cuba libre, whisky, Tom Collins, cerveza y, más abajito del menú, marihuana, cocaína, hashís, heroína.Tanto los whiskies como el hashís y todo el resto son permitidos por las leyes locales, de manera que nunca faltará quien lo provea si uno se dedica a esas vainas. Con esa pasión viven los amsterdamnianos o amsterdameses.
* Xantoma (tumor amarillo) hay uno que es quizá más evidente, más inhumano, más doloroso que los otros que también persisten en sociedades de alto consumo.
Desde la plaza Dam, caminando en dirección contraria a la Estación Central, en las noches miles de gentes recorren las callejuelas mirando en mostradores a seres de ojos apagados. Escogen la procedencia, el tamaño, el color de la piel y el precio, lo pagan y la más vieja práctica comercial de la humanidad se consuma. Putas en vitrina, en esta puta vida.
Otro, pero que es un tumorcito propio que me duele aquí, es el que dejó un indonesio: introdujo sus malvadas manos en la maleta de mi cámara de fotos y se hizo del pasaporte y unos dolaritos. (Hubo que viajar a Bonn, Alemania, para obtener uno nuevo. Gonzalo Ruiz, conocido periodista taurino, sentenciaría después que su servidor fue "pasaportado" en Bonn). Los dolaritos son buenos en todas partes y el pasaporte, con un poco de habilidad, servirá para formalizar la estancia de un inmigrante ilegal en esas tierras.
* Xeno (extranjero o ajeno) es el español que en pleno Dam Rak -como Avenida Dam- ofrece toda la variedad posible de drogas, alucinógenos, calmantes, antidepresivos, psicotrópicos. Los hay de todas las procedencias; es una de las preocupaciones en la Comunidad de Europa cuya solución es demasiado compleja todavía. Funcionan como los homeless norteamericanos, pero tienen una actitud menos agresiva.
* Xenofobia (aversión o desprecio hacia lo extranjero) es el paso siguiente, pues los ilegales son una fuente de mano de obra cómoda, contra los legítimos intereses de los legales. En Amsterdam, sin embargo, ello no es algo que se ve por las calles, como tampoco se ve nunca un policía. Seguramente estará por ahí uno que otro neonacional-socialista camuflado, pero no con los ribetes de Alemania, por ejemplo.
* Xensacional (invención adicional) es el Museo de Cera de Madame Bovary, en el que el visitante hace un recorrido por la historia de esta nación y hecha una mirada a lo mejorcito que ha parido esta humanidad. Toda la espectacularidad de la tecnología, puesta a los pies del turista.
Bulbos de tulipanes; aquí se pueden ver hasta unos plateados (obviamente pintados)
Tan espectacular como lo de la madame, pero con criterio salvado, es el supervisitado Museo del Sexo. Sí, Museo del Sexo. Y ahí sí va un concepto personal. Las piezas eróticas de la antigüedad son una joya, es un deleite verlas; algunas jugarretas escénicas con el sexo tienen una graciosa morbosidad. Sin embargo, hay temas grotescos como una pared llena de fotos de seres humanos que muestran los más descomunales órganos sexuales y las más aberrantes relaciones. No sería raro encontrarse con una foto de un macho en pleno orgasmo con una rana marsupial. Bueno es culantro, pero no tanto, digo.
De ahí, pasar a la dulzura de una interminable hilera de bicicletas estacionadas en un puente construido sobre un canal, entre las que se incluye una que fue asaltada y sólo quedaron de ella los tubos y la fuerte cadena que la aseguraba contra el puente.
Y un niño que no podía con su felicidad al ver las inquietas palomas posarse sobre su cabeza en la Plaza Dam, mientras sus padres alimentaban a las aves.
Y recorrer en actitud bucólica los canales que dividen el crucigrama de toda la ciudad, con aguas bastante limpias, con paisajes urbanos coloridos, árboles a diestra y siniestra, hasta terminar desvariando entre tulipanes casi, casi arcoiris.