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HABÍA YO PASADO las últimas semanas del invierno esperando con verdadera impaciencia las señales de la entrada de la primavera. Cuando al fin llegó el primer sábado cálido y soleado, abrí ansiosamente la contrapuerta y salí al patio. Me encantó la vista de los verdes retoños y el alegre canto de los pájaros. Pero más que nada, me deleitó el dulce aroma del aire primaveral.
CIERTA VEZ en que mi esposo y yo fuimos al jardín de niños a recoger a nuestro hijo de cuatro años, Tony, le preguntamos a la maestra cómo se portaba el pequeño. Con una sonrisa, nos dijo que era un chiguillo brillante y atento. Orgullosos de que su conducta reflejara positivamente nuestra vida familiar, observamos a Tony y a un grupo de niños jugar en la minúscula cocina que tenían por allí.
UNA MAÑANA, mis padres ofrecieron cuidar a mis dos hijos para darme tiempo de hacer algunas diligencias. Antes de que pudiera yo salir de su casa, mi bebé de dos meses empezó a llorar. Durante más de una hora, mientras mis padres me ayudaban con mi inconsolable pequeño, mi otro hijo, de dos años, nos siguió con insistencia por todas partes, pidiéndonos que le leyéramos o que jugáramos con él. Cuando el bebé por fin se calmó, mis agotados padres estaban ansiosos de que nos fuéramos. Mientras guardaba las cosas de los niños recordé que no había ido al banco, así que le pedí dinero prestado a mi padre.
MI HERMANA CRISTINE es notable por su pesimismo. Con la esperanza de que un poco de descanso le levantara el ánimo, la familia entera vio con agrado que tomara unas vacaciones en climas más soleados.
—SEÑORITA EMERY, tengo el placer de anunciarle que ha sido especialmente seleccionada para... —dijo una voz en el teléfono.
DURANTE LOS SERVICIOS religiosos de nuestra iglesia, el pastor invita a todos los pequeños a acercarse al altar para escuchar el
ERA LA PRIMERA VEZ que volábamos, y mi esposo y yo estábamos nerviosos. Después de un vuelo sin tropiezos, durante el cual nos sentimos muy tensos, el avión estaba a punto de aterrizar pero aún se encontraba a unos 100 metros de la pista. Mirando por la ventanilla, mi marido lanzó un suspiro de alivio.