CÓMO RECONCILIARSE CON UN AMIGO
Publicado en
junio 24, 2012
Lazos que perduran: Un malentendido no debe poner fin a una relación entrañable.No siempre es fácil reconciliarse, pero la recompensa que se obtiene bien vale el esfuerzo.
Por Patricia Skalka
Fotoilustración de Diane FensterLISA FRY y Paula Turner se criaron en la misma calle, en Idaho, y creían firmemente que serían amigas toda la vida. Luego Lisa se casó, se mudó a Nueva York y tuvo un bebé. Solían escribirse, pero un día las cartas de Lisa dejaron de recibir respuesta.
—¿Crees que la haya ofendido sin darme cuenta? —le preguntó preocupada a su esposo.Por su parte, Paula estaba convencida de que había dejado de ser importante para Lisa. Ya formó una familia, se dijo. Ahora somos muy distintas y no podemos seguir tan unidas.Un día Lisa se armó de valor y telefoneó a su querida amiga. Al principio la conversación fue un poco incómoda, pero después ambas reconocieron lo mucho que se habían echado de menos. Un mes más tarde se reunieron y, al igual que antes, volvieron a reír y a hacerse confidencias."¡Qué bueno que me decidí a hablarle!", expresa Lisa. "Nos dimos cuenta de que seguimos siendo muy importantes la una para la otra".EL VALOR DE CULTIVAR amistades es indudable. Hace unos años, una empresa dedicada a los sondeos públicos pidió a 2007 personas que indicaran aquello que más apreciaban en la vida. Mucho más que la casa, el trabajo, la ropa o el coche, se mencionó a los amigos. Donald Pannen, director ejecutivo de 'Western Psychological Association, afirma: "En toda buena amistad hay un gran cúmulo de experiencias e interacciones que nos define como personas y nos mantiene unidos. Es un tesoro que debemos cuidar".Lo paradójico del asunto, señala Brant Burleson, profesor de comunicación, es que "cuanto más estrecha es la amistad, más probable es que surjan conflictos". Y el resultado puede ser precisamente lo que menos se desea: terminar con la relación. Por fortuna, en la mayoría de los casos es posible restablecer la armonía. He aquí lo que los expertos aconsejan:1. Dejar a un lado el orgullo. No fue nada fácil, pero esto hizo Denise Moreland, de la Base Hickam de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, en Hawai, luego de haberse distanciado de una amiga. Denise, de 45años, había cuidado durante casi cuatro meses a las dos hijas de Nora Huizenga, de 40. Ésta había viajado a Nevada a terminar unos estudios de higiene dental, y las niñas vivían con su padre en la base."Me sentí halagada cuando me pidió ayuda", recuerda Denise. Sin embargo, al llegar la Navidad, su amiga regresó a Hawai y no se comunicó con ella. "Tenía muchas cosas que contarle", añade, "pero jamás me telefoneó". Un día le hicieron una fiesta de cumpleaños a una de las hijas de Nora, y no invitaron a Denise. "Pensé que sólo me había utilizado", comenta ésta.Al principio se propuso eludir a su amiga, pero luego decidió tragarse el orgullo y hacerle ver lo decepcionada que se sentía. Nora admitió que había estado tan preocupada por encontrarse lejos de su familia, que no había valorado como debía la ayuda de Denise. Ahora reconoce que si ésta no hubiera expresado sus sentimientos, nunca se habría percatado de su error.William Wilmot, autor de un libro sobre comunicación y relaciones humanas, explica que cuando un amigo nos hiere, nuestra reacción natural es ponernos a la defensiva, lo cual no hace sino complicar las cosas. "Casi todos nos sentimos aliviados cuando sacamos a relucir lo que nos molesta", agrega.2. Disculparse cuando uno ha cometido un error, aunque el otro no esté libre de culpa. Nadie debería permitir que otra persona lo lastime emocionalmente, y menos un amigo, pero hay que estar conscientes de que, en el curso de una amistad, hasta las mejores personas tienen fallas y pueden herirlo a uno."Una relación puede dañarse hasta dejar de existir si el ofensor no se atreve a dar el primer paso para la reconciliación", dice Wilmot. "En tales circunstancias, quizá sea mejor que el agraviado tome la iniciativa y se disculpe (por enfadarse tanto, por no entender la situación del otro, etc.). Cuando uno se disculpa, debe dar al amigo la oportunidad de admitir que cometió un error".Esto le ocurrió a un vendedor de Illinois de 29 años cuya amistad con un ex condiscípulo de la universidad se vio amenazada a causa de una riña por un pago vencido del alquiler de un cuarto. Como él, su amigo y otro compañero habían firmado el contrato de alquiler, los tres debían responder del adeudo.Una vez que se graduaron, trató en vano de convencer a su amigo de que pagara. Finalmente, cuando el arrendador los amenazó con demandarlos, el vendedor decidió telefonear al amigo para reclamarle.—¡Esto no es un juego! —le dijo enfurecido—. ¡Estás arruinando mi reputación!Más tarde se arrepintió del arrebato. Sabía que su amigo no pretendía perjudicarlo, sino que su comportamiento sólo había sido irresponsable. "Aunque él tenía que haberse disculpado conmigo por el disgusto que me causó", cuenta, "yo no debí perder el control; no quería que esto diera al traste con nuestra amistad". Al telefonear a su amigo para ofrecerle disculpas, éste reconoció que había actuado mal; se disculpó a su vez y pagó la deuda.Una de las peores cosas que se pueden hacer mientras se está enfadado es iniciar un pleito. "Cuando discutimos, no pensamos con claridad", dice Michael Lang, mediador profesional de Pittsburgh, quien agrega que es preferible preguntarse: "¿Qué está pasando? Así no se arreglan las cosas".3. Ponerse en el lugar del amigo. Rebecca Adams, socióloga de la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro, y Rosemary Blieszner, profesora de gerontología y de estudios sobre la familia del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, en Blacksburg, entrevistaron a 53 adultos que habían cultivado muchas amistades durante decenios. "Queríamos saber cómo esas personas habían logrado conservar buenos amigos durante tanto tiempo", explica Blieszner.Averiguaron que el secreto es la tolerancia, y no dejar que los problemas se compliquen hasta salirse de control. "Es sorprendente con cuánta frecuencia un pleito se debe a un simple malentendido", añade la psicoterapeuta Anne Frenkel.La experta Jan Yager recuerda que cuando su padre murió, una amiga muy cercana no asistió al funeral. "Me sentí herida y decepcionada", dice. Después se enteró de que su amiga no había asistido al oficio religioso porque aún estaba perturbada por la muerte de su propio padre. "Mi manera de ver las cosas cambió totalmente", agrega Jan. "En vez de sentirme desairada, la comprendí a la perfección".4. Aceptar que las amistades cambian. En la primavera de 1996, Cindy Lawson, residente de Chicago de 34 años, y una amiga íntima decidieron organizar una despedida de soltera para una amiga común. Acordaron dividir el trabajo y los gastos, pero poco después la amiga, que era abogada, aceptó un empleo que la obligaba a trabajar horas extras y toda la responsabilidad de la reunión recayó en Cindy.El día del convivio, ésta se encargó de la decoración y preparó la cena para 35 invitadas. Su amiga no llegó de la oficina sino hasta poco antes de que empezara la reunión, y más tarde se quejó de lo caro que había salido todo.Cindy estaba furiosa, pero en el fondo no quería romper el vínculo que las unía. Asistían juntas a un club de lectura, tenían muchos amigos en común y solían salir a cenar con sus esposos. Así pues, prefirió que siguieran siendo amigas, pero ya no tan cercanas."La amistad cambia a la par que nuestras necesidades y estilo de vida", dice William Wilmot. "Es sano tener muchos amigos y, a veces, cambiar el grado de intimidad con algunos de ellos".JAN YAGER piensa que lo difícil no es hacer amigos, sino mantener firme la relación a pesar de los altibajos que afectan a todas las amistades. La recomendación que ella hace es considerar la amistad como un privilegio y un regalo que vale la pena atesorar y cultivar.