EL PEQUEÑO CUMPLIÓ 2 AÑOS
Publicado en
marzo 11, 2012
Manual de supervivencia para madresEn el libro Cómo convertir a tu hijo de 2 años en un ser... ¡civilizado!, la norteamericana Vicki Iovine explica a las madres qué es lo que deben hacer cuando el dulce bebé pasa a convertirse en un niño que no se queda quieto un solo minuto, que deambula por todos lados y cuya independencia a veces amenaza seriamente la tranquilidad y calma del hogar. Con mucho humor y buenos consejos, la autora recorre las cuestiones cotidianas que preocupan e interesan a cualquier mamá: el paso de la cuna a la cama, cómo elegir las comidas y variar la dieta de cada día, cuándo abandonar los pañales, y varias delicias más del difícil pero maravilloso arte de ser madre. Una nota para reír y sentirse identificado, para aprender y descubrir que no está solo en el proceso de civilización del benjamín.
Ya no es un bebé. Ya no quiere quedarse quieto en el regazo de la abuela. No quiere pecho ni mamadera, ahora juega a revolear purés y sopas por el aire. Ya no duerme en la cunita, pero a veces la cama no le sienta muy bien y pide los brazos de mamá. Está atravesando un período de transición, y con ello todo el entorno debe adaptarse a su crecimiento. ¿Cómo? Con mucha paciencia y —por sobre todo— con buen humor. Porque después de todo, ese loco bajito también puede convertirse en un ser civilizado.
COMER O NO COMER: ESA ES LA CUESTION
Atrás quedaron el pecho y la mamadera. Es hora de variar la dieta e incorporar nuevos alimentos al menú diario. Pero a la vez que se acostumbra a los nuevos platos, el pequeño parece empeñado en arrojar por el aire cucharas y vasos (que siempre estarán llenos de agua en el preciso instante de ser volcados sobre la alfombra), escupir el puré bocado de por medio, y empecinarse con los chocolates y caramelos rechazando las verduras y el delicioso pollo que mamá le preparó. Y a esto hay que sumarle el constante estado de disconformidad de sus madres: ellas siempre abrigan la secreta sospecha de que su hijo está al borde de la inanición, dado lo escaso y salteado de sus comidas, o las aterra que el nene —glotón como es— haya heredado la tendencia a engordar de la familia. Pues bien, ninguno de los extremos es verdadero: a los dos años de vida, los chicos pueden presentar el vientre protuberante debido a la inmadurez de los músculos abdominales. Esto no significa que estén desbordando grasa y no reviste riesgos para su desarrollo. En todos los casos hay que tener en cuenta que el único que podrá evaluar si el peso y la talla del niño son adecuadas para su edad es el pediatra. Además, hay que considerar las características fisicas de las familias paternas y maternas: si todos son de contextura pequeña, no puede pretenderse que el niño se parezca a Schwarzenneger, y si sus padres y abuelos son de contextura generosa, el chiquitín no podrá acercarse mucho al esqueleto de Ghandi.
LAS COMIDAS COMO EDUCACION TEMPRANA
Durante las comidas de los pequeños hay mucho que aprender, además de comer. Por ejemplo, así comienza la tradición de "partir el pan" en un ambiente social. Por eso los padres no deberían permitir que sus hijos coman solos o frente al televisor, ya que la hora del almuerzo o la cena son una excelente oportunidad para enriquecer el proceso de socialización del niño.
Por otra parte, la mesa en familia permite compartir experiencias y vivencias, enseña al pequeño normas de conducta y respeto (alcanzar los objetos con las manos, pedir por favor y responder con un gracias) y le permite ir acostumbrándose a los modos sociales del medio en el que se desenvuelve.LA PELEA: TODO UN TEMA
Vicki Iovine se pregunta, en Cómo convertir a tu hijo de 2 arios en un ser... ¡civilizado!, "¿a qué viene tanta prisa por hacer que los bebés abandonen los pañales —que puedes envolver y desechar sin mirarlos dos veces—para que usen la pelela —que debe ser vaciada y refregada—, y a la que a menudo no le aciertan hasta que no afinan la puntería?". Sin dudas, este es un interrogante que se plantean muchas madres. Pero el paso de los pañales al baño es una etapa inevitable, y precisamente después de los dos años es cuando el niño está listo para el aprendizaje de este hábito.
Estos son algunos consejos que la autora recopila en su libro:● Comenzar con una actitud clara y absolutamente positiva. Nada de presiones ni expectativas exageradas.● Será necesario recurrir a diversas motivaciones para que el pequeño acepte ir hasta el baño cada vez que lo necesite. Así que valen las bombachitas con puntillas y los calzoncillos con dibujos de Pokémon. Todo lo que sirva para atraer la atención y fijar el hábito de ir al baño, bienvenido sea.● Olvídese de las amenazas. Asustando a los chicos no se consigue más que un retroceso en el aprendizaje. Vale más la celebración de un logro que el castigo de mil desaciertos.● La "plena responsabilidad sanitaria" tarda en llegar y no se alcanza de un día para otro. Pero desde el comienzo de la humanidad, todos los hombres la han conseguido ¿por qué entonces su pequeño va a ser la excepción? Paciencia, aunque no lo crea, ese pichón de diablillo también va a aprender a pedir cada vez que quiera ir al baño.● Pedir durante el día no es lo mismo que pedir durante la noche. Así que refuerce la guardia a la hora de la luna y tenga a mano varios juegos de sábanas y pijamas de repuesto.● Es preferible evitar las prendas con cierres relámpago, demasiados botones, tiradores y broches. Ya bastante difícil es para los chicos reconocer la sensación de que necesitan ir al baño, interrumpir las cosas divertidas que están haciendo y recordar dónde está la pelela como para también iniciar una lucha por escapar de la ropa, como pequeños Houdinis en camisas de fuerza.● Existen muchas circunstancias que pueden hacer que el niño de marcha atrás en el aprendizaje: el nacimiento de un hermanito, la mudanza de la familia, la guardería o el jardín de infantes, etc. Por eso se debe recordar que el aprendizaje sanitario es el dominio gradual de diversas facultades, y que por lo tanto requiere tiempo y maduración. 
LA HORA DE DORMIR
El Libro Guiness de los Records afirma que el período más largo en que un ser humano ha permanecido despierto ronda los cuatro días. Las madres seguro que no participaron de esa competencia -dice Vicki Iovine-, pues hay semanas enteras en las que oficié de madre y esposa cada minuto del día. Es verdad, la mayoría de las mamás concuerda en la creencia de que están gravemente privadas del sueño.
Durante el primer año el problema es relativamente simple para todos, aunque bastante complicado para los padres: el bebé quiere comer o estar en brazos al menos una vez cada dos o tres horas. Pero los años siguientes introducen un espectro de variaciones amplio como un abanico. En primer lugar, porque el niño de dos años ya camina. El bebé arma el alboroto desde su cuna, el pequeño deambulador lo desparrama por toda ta casa. Por otra parte, la imaginación también ha cumplido dos años y es lo suficientemente poderosa como para inventar monstruos debajo de la cama, fantasmas detrás de las cortinas, horribles criaturas que escapan por el placard, etc. Todos personajes que atentan seriamente contra el descanso de mamá, papá y (en el peor de los casos) de todo el vecindario.Por último, entre los desafíos al sueño que declara el niño figura el súbito descubrimiento de que los grandes siguen levantados después de que él ya se ha acostado. Los bebés creen algo así como "cuando yo duermo, el mundo se pone oscuro". Los pillos de dos años, en cambio, son mucho más perceptivos. A esta edad no sólo se divierten sino que además recuerdan haber estado divirtiéndose y no les gusta interrumpir eso para dormir. Los chicos entienden perfectamente que jugar a la mancha es una juerga y que estar solos en la cama impide jugar a la mancha y hacer cosas divertidas. Por lo tanto, le declaran la guerra al sueño y la batalla a la cama.Pero calma, no todo está perdido. Aquí vale el enunciado que más arriba se aplicó para la pelela: si todos pudieron, su pequeño no será la excepción.Aquí van algunos consejos para que la noche no se vuelva un círculo del infierno dantesco:■ La cama del pequeño debe estar en su habitación, NUNCA en la de sus padres. Este el primer paso para preservar mínimamente una porción deintimidad en la pareja.■ Los niños no duermen de la misma manera que los adultos. A menudo despiertan, verifican el estado del ambiente, parlotean un poquito y luego vuelven a dormirse, al menos un par de veces por noche. No son como sus padres, que caen en coma con el último programa de la televisión y despiertan con la nada amable alarma del despertador. Esto es para las madres primerizas, que a veces creen que su hijo es presa de la esquizofrenia nocturna porque habla solo y se despierta repetidas veces. A no asustarse, es lo normal.■ Es fundamental contar con la protección adecuada por si el niño se cae de la cama, rueda por el piso o asoma por debajo del colchón como si nada. Hasta que se acostumbre a abandonar la cuna -que contaba con esos benditos barrotes protectores- es imprescindible rodearlo de almohadones o cualquier objeto que contenga las ansias de libertad del pequeño.■ Cuidado con la elección de las sábanas estampadas: Batman y La guerra de las galaxias pueden parecer fascinantes, pero a La noche se transforman en horribles monstruos que acechan y meten miedo.
Para mayor información:
Cómo convertir a tu hijo de 2 años en un ser.... ¡civilizado!
Vicki Iovine -Ed. AtlántidaFuente: Revista MEDICINAS ALTERNATIVAS, Argentina 2002