DIÁLOGOS ENTRE NIETOS Y ABUELOS
Publicado en
marzo 18, 2012
La abuela se maquillaba en el baño bajo la mirada escrutadora de la pequeña nieta, como siempre lo hacía.
Después de aplicarse su lápiz labial y disponerse a salir, la pequeña le dijo:
—¡Pero abuela, olvidaste darle el beso de despedida a la servilleta!
Seguramente la abuela nunca más se pintará la boca sin darle “el beso de despedida” a la servilleta.
Mi nieto me llamó el otro día para desearme un feliz cumpleaños. Me preguntó qué edad tenía y le dije que había cumplido 62 años. Mi nieto se quedó pensativo por un rato y entonces me preguntó:
—¿Tú comenzaste desde el 1?
Después de acostar a sus nietas, una abuela se puso su vieja pijama y las pantunflas y se dispuso a lavarse el pelo. En la medida de que escuchaba el escándalo que armaban las muchachas, se le acabó la paciencia. Se enrolló una toalla en la cabeza y entró como una tromba en la habitación y volvió a acostar a las niñas con un regaño.
Tan pronto dejó la habitación, oyó a la más chica de todas decir con una voz temblorosa.
—¿Quién era esa?
Una abuela le contaba a su pequeña nieta cómo fue su niñez.
—Nosotros patinábamos con una pequeña tabla en un pozo y además teníamos un columpio hecho con una cuerda colgando de un árbol frente a la casa. Paseábamos en un burrito y bajábamos mangos de los árboles.
La niña se quedó boquiabierta oyéndola. Finalmente dijo.
—Yo debí haberte conocido mucho antes.
Mi nieto nos visitaba un día y de repente me dijo.
—¿Abuela, tú sabes en qué se parecen tú y Dios?
Y yo, muy oronda, le pregunté:
—No. ¿En qué?
Y me contestó.
—Ambos son viejos.
Una niñita estaba afanada tecleando en el procesador de palabras del abuelo, y le dijo que estaba escribiendo un cuento.
—¿De qué trata? —Le preguntó el abuelo.
—No sé, yo no sé leer.
Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando, le dije que no estaba muy seguro.
—Mira la etiqueta de tus calzones, abuelo, en el mío dice de 4 a 6 años.
Le preguntaron a un pequeño de 3 años, dónde vivía su abuela y él contestó:
—Ah, ella vive en el aeropuerto, porque cuando la queremos ver vamos a buscarla allá. Luego, después que nos visita, la llevamos de nuevo al aeropuerto.
¡Mi abuelo es el más inteligente de todos.! Me enseña muchas cosas buenas, pero no lo veo con la suficiente frecuencia, para hacerme tan inteligente como él.
El abuelo llama y el nieto contesta el teléfono, bromeando con él le pregunta.
—¿Hola, sabes quién soy?
El nieto corre gritando…
—Mamá, el abuelo está al teléfono y no sabe quién es.