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EN LA CLASE de redacción el maestro encargó una composición en la cual describiéramos algún lugar romántico. A la hora en que leímos nuestros trabajos, escuché muchos lugares comunes: fuego crepitante en la chimenea, luz tenue, música suave. Sólo una señora mencionó algo original:
UN DÍA, en la Facultad de Psicología aparecieron grandes letreros que decían:
CUANDO pedí a mi profesor de diseño gráfico una carta de recomendación para poder ingresar en una escuela de posgrado , dijo que con gusto ayudaría a
EN LA UNIVERSIDAD a la que asisto, al final de cada semestre se pide a los estudiantes que evalúen a sus maestros. Estas críticas influyen en la decisión de la escuela de seguir empleando a los instructores que aún no tienen título para ejercer.
LA CLASE de anatomía de mi hermana versaba sobre los conjuntos musculares. El profesor explicaba que el cuadríceps, músculo del frente del muslo, endereza la pierna, mientras que los músculos de las corvas mueven las caderas y las rodillas. Luego tocó el turno al mayor músculo del cuerpo: el glúteo mayor, mejor conocido como trasero. Preguntó a los alumnos cuál era su función. De las últimas hileras del salón se oyó una voz masculina que contestó:
CUANDO entré a la universidad, a mi madre —que conocía mi forma de comer— le preocupaba que aumentara yo de peso. Cada vez que le hablaba por teléfono, le aseguraba que no engordaría demasiado porque trotaba frecuentemente con mi compañera de cuarto. En mi primera visita a casa, Mamá me regañó porque había aumentado dos kilos, a pesar de que trotaba.
MI ESPOSO, profesor de psicología, imparte un curso de relaciones entre padres e hijos, y siempre enfatiza la importancia de reforzar el buen comportamiento con un gesto de aprobación o un abrazo. Como soy consejera juvenil, me invitó a compartir mis experiencias con su grupo. Me presenté a los estudiantes y, puesto que uso mi nombre de soltera, ellos no supieron que estábamos casados.
EN LA ÉPOCA en que mi esposo era estudiante universitario, había un profesor de historia con fama de imperturbable. En cierta ocasión, mi marido y sus amigos intentaron hacerle perder la compostura: llevaron un perro grande y peludo al aula y lo acomodaron en un pupitre, al centro de la primera fila.
LA REPRESENTACIÓN estudiantil de Jesucristo superestrella se vio realzada por misteriosas neblinas y luces zigzagueantes. Unas nubes azules se iban alzando en el escenario a medida que la música subía de intensidad.