Publicado en
marzo 25, 2012
EL MUNDO
LA INSTITUCIÓN HOOVER anunció que los partidos comunistas de todo el mundo perdieron 8 millones de miembros en 1989, en la mayoría de los casos sin lamentar defunciones. Es la mayor merma de la población comunista desde la época de las purgas de Stalin.
—R. Emmett Tyrrell, hijo, en The American SpectatorEGIPTO
DESPUÉS DE un largo día de ajetreo en los hornos de alfarería o excavando tumbas, los antiguos egipcios probablemente esperaban con ansia el momento de beber unas cuantas jarras de la bebida local: una cerveza elaborada con agua del Nilo, pan a medio cocer, malta de trigo y jugo de dátiles. Bajo la dirección de Michael Hoffman, del Instituto de Ciencias y Recursos de la Tierra, de la Universidad de Carolina del Sur, unos arqueólogos desenterraron recientemente una fábrica de cuatro cubas, que acaso constituya la cervecería más antigua del mundo.
Jeremy Geller, arqueólogo de la Universidad Washington, en St. Louis, está llevando a cabo excavaciones en la cervecería, en la antigua ciudad de Hierakónpolis. Tras examinar fragmentos de cerámica y hacer un análisis mediante radiocarbono de un residuo negro descubierto en las cubas, Geller calcula que la fábrica funcionó hace unos 5400 años, antes de la construcción de las pirámides. Solomon Katz, antropólogo de la Universidad de Pensilvania, cree que el proceso de elaboración de la cerveza ayudó a los grupos de cazadores y recolectores prehistóricos a mantenerse unidos y aprender a desarrollar la agricultura y crear civilizaciones.—William Booth, en el Post de WashingtonISLAS CANARIAS
SILBAR CONSTITUYE otro idioma en Gomera, una de las siete islas Canarias habitadas. Cuando un granjero desea charlar con un amigo que está al otro lado del valle, sencillamente silba. Quienes participan en tales conversaciones a larga distancia suenan como verdaderos canarios... con megáfonos. "Se puede decir cualquier cosa silbando y, si hay buen tiempo, es posible oír los silbidos a casi tres kilómetros de distancia", explica Domingo Darias Padrón, que de niño aprendió el lenguaje llamado "silbo".
El principio es bien sencillo. Cada letra tiene un sonido equivalente en los silbidos, y las palabras brotan de los labios de la gente con rapidez y fluidez, mezclándose y cambiando de tonos exactamente como los trinos de las aves. Y, así como en el habla común existen los acentos, cada aldea de Gomera tiene un acento especial para silbar.—Stephen Brown, ReutersUNIÓN SOVIÉTICA
UN AMIGO ILUSTRA el colapso de la moral socialista con la siguiente anécdota, que él presenció: En el Parque Gorky, un hombre vende bombillas fundidas —"de las que ya están negras y cascabelean al agitarlas"—, a cinco copecs cada una. Algunas personas las llevan al trabajo, destornillan la bombillas buenas y las remplazan con las fundidas. "El hombre que pasa a cambiar las bombillas fundidas advierte que no son las que él puso", me explicó mi amigo; "pero no le importa, pues vende las estropeadas al sujeto del Parque Gorky". La propiedad socialista se privatiza desvergonzadamente, siempre que resulte fácil llevársela.
—Tom Bethell, en The American SpectatorJAPÓN
LAS CABAÑAS de troncos se han puesto muy de moda en Japón. Hay conjuntos de cabañas de este tipo en centros vacacionales, en establecimientos hoteleros abiertos todo el año que ofrecen alojamiento y desayuno en cabañas de troncos, y hasta un templo budista construido con este material.
Las ventas de cabañas han aumentado cada uno de los últimos cinco años, y casi todos los compradores viven en edificios de apartamentos en Tokio. Kotaro Noda, importador de los troncos, declara: "Los precios de la tierra son tan altos en la ciudad, que la gente ha renunciado al sueño de poseer algún día una casa. En cambio, compran una parcela en el campo y construyen una cabaña".—Susan Moffat, en FortuneNUEVA ZELANDA
PARECE un truco cinematográfico: alguien se lanza desde un puente situado a 70 metros sobre el río, pero engaña a la muerte cuando una cuerda de hule atada a sus tobillos interrumpe la caída a unos cuantos metros del agua. Pero no se trata de un truco para alguna película; es un deporte llamado bungy jumping , que se ha convertido en un atractivo turístico en Queenstown, pintoresca ciudad de la Isla del Sur.
El bungy jumping no es la única actividad temeraria que ha contribuido a hacer de la pequeña Nueva Zelanda el Templo de las Emociones Fuertes. Entre otros deportes que están adquiriendo popularidad figuran el salto con paracaídas desde las laderas de las montañas, y las carreras por ríos atascados de piedras en embarcaciones con motor de jet. ¿Por qué resultan atractivas estas actividades?A.J. Hackett, que con su socio Henry van Asch maneja los dos sitios para practicar el bungy jumping en Queenstown, explica el furor de esta manera: "Es bueno para la autoestima. Se hace algo que va contra todos los instintos del organismo. Después, se siente uno de maravilla".—William Barrett, en Forbes