YEDRA, LA ENREDADERA MISTERIOSA
Publicado en
febrero 05, 2012
Hiedra sobre un roble en el valle de Cabuerniga, en Cantabria.Junto al agua fría, en la senda clara, sombra dará algún día, ese arbolillo en que nadie repara.
Cancionero apócrifo, Antonio Machado
Por Ignacio AbellaUna leyenda griega cuenta que cuando Semele murió a causa de las llamas que arrojaba Zeus al mostrarse en su forma divina, el dios niño que llevaba en su vientre, Dionisos, pudo salvarse porque una hiedra vino milagrosamente a protegerlo. La planta adoptó el nombre del dios, Kissos, y desde entonces ha sido emblema y adorno de Dionisos o Baco, así como de sus bacantes y bacanales, pero también lo fue de Osiris, de Atis, de Apolo y de la musa Talía. Simbolizaba entonces el espíritu de la vegetación, de la voluptuosidad y de la belleza, que expresan tanto sus tallos entrelazados como sus hojas lustrosas. Su arquetípico diseño y el propio ritmo en el que se disponen han servido de inspiración a lo largo de la historia para motivos ornamentales muy diversos.
Junto a otras especies perennes como el acebo o el muérdago, la hiedra ha sido ramo ritual para celebraciones fúnebres y festivas, además de ejercer como protector para entrar en el nuevo año.Existe entre los hombres una arcaica e intensa relación de amor y odio hacia esta enredadera. Mientras que los jardineros la cultivan de mil modos distintos, los forestales tratan de erradicarla por todos los medios posibles.La ambivalencia de su simbolismo es también un reflejo de la dualidad que representa este extraño vegetal. Por su longevidad y follaje perenne, simbolizaba los misterios de la vida eterna y la vegetación, de la muerte y la resurrección. Incluso su comportamiento parece sugerir esta relación, ya que la misma planta contiene dos potencialidades distintas; dos genéticas, dos seres en uno. Por un lado, encontramos una hiedra trepadora o reptante, con hojas lobuladas bien adaptadas a la oscuridad y tendencia a emitir raicillas con las que aferrarse. Por otra, la hiedra emite sus vástagos florales con hojas enteras cuando alcanza el límite más allá del cual no es capaz de crecer y en esta fase se desarrollará, por tanto, a plena luz y aparecerán sus flores y frutos.El huerto que heredé de mis mayores no tiene bellas flores de efímero vivir ni tenues frondas; tiene hiedra sagrada de hojas perennes y raíces hondas; fresca niñez y ancianidad honrada.
(José Maria Gabriel y Galán)
Considerada por muchos como una planta dañina para los árboles y muros en los que se asienta, es preciso aclarar que de ningún modo se comporta como una parásita que absorbe savia o elementos nutricios de los troncos sobre los que trepa. Por otra parte, tampoco ahoga las copas por falta de luz, salvo en árboles muy viejos o enfermos. La leyenda negra de la hiedra es, en consecuencia, un viejo mito que hay que revisar, pues hay opiniones que incluso afirman que favorece en cierta manera a los árboles en los que vive.Su crecimiento se autolimita cuando alcanza las ramillas del grueso de un dedo y es entonces cuando emite sus vástagos florales, permitiendo a la periferia de la copa del árbol obtener la luz que necesita. Más aún, su ritmo estacional, complementario del de otros árboles y arbustos de bayas, alimenta con su floración otoñal multitud de insectos fecundadores, como las abejas, en una época en la que encuentran pocos recursos. Mientras, sus frutos primaverales, aunque tóxicos para el hombre, pueden resultar fundamentales para los petirrojos, mirlos y otras aves durante esta estación en la que apenas quedan bayas silvestres. De este modo, la hiedra contribuye a la supervivencia de dos de los elementos más importantes para la salud y la diversidad de nuestros bosques, los fecundadores y los diseminadores, sin cuyo concurso la propia composición de la cubierta vegetal cambiaría radicalmente.También para los herbívoros, salvajes o domésticos, la hiedra es un recurso importante en épocas de nieve, cuando el pasto está cubierto y, en cambio, el follaje de esta trepadora continúa disponible.Se reproduce por siembra, aunque en jardinería es más común el uso del acodo o estaquilla, que conserva las características del ramo original (forma de la hoja, tendencia de crecimiento, capacidad de floración, etc.).
COMO CHAMPÚ Y DETERGENTE
El cocimiento de hojas de hiedra se ha usado hasta no hace mucho para lavar el pelo, al que otorga un tono más oscuro y brillante. También se oscurecían los tejidos negros lavados con el agua que se obtiene macerando 40 hojas puestas en un litro de agua hirviendo. En este caso, la hiedra actúa también corno detergente. Además, esas mismas hojas maceradas en vinagre servían para eliminar callos y verrugas mediante la aplicación de cataplasmas o mojándolas de forma continuada en esa agua.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - NOVIEMBRE 2008