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EL CONSERJE de un edificio de condominios de lujo en Manhattan, que hace gala de buenos modales y ha establecido con los propietarios una excelente relación personal, ocasionalmente es invitado a las fiestas de estos últimos. En una de esas reuniones con próspera gente de negocios, el conserje, vestido apropiadamente para la ocasión, fue inquirido acerca de su oficio. Al momento, para deleite del anfitrión, causó una favorable impresión entre los invitados al explicar:
Mi CUÑADO viaja con mucha frecuencia para la empresa en que trabaja, y a menudo se le solicita dictar conferencias en seminarios impartidos en lugares muy distantes. En cierta ocasión, su avión se retrasó hasta después de la una de la mañana, hora en que su hotel ya había asignado su cuarto a otra persona. Este hotel y muchos otros de la ciudad habían agotado ya sus reservaciones, pero, al cabo, el gerente a cargo localizó un cuarto disponible en un motel de mala fama.
DESDE la cabina de mando de nuestro Boeing 727, los tres tripulantes vimos cómo una mujer subía al avión llevando una pantalla de lámpara en la cabeza. Naturalmente, hicimos extravagantes conjeturas respecto al porqué de ello. Luego, como piloto asistente, se me encomendó que lo averiguara.
DURANTE algún tiempo me desempeñé como instructor de vela, y una ventosa tarde mi jefe me pidió que asegurara un bote de 11 metros de eslora que acababa de atracar luego de ser alquilado por un club de la localidad. Al efectuar la maniobra, noté que los tripulantes habían colocado una insignia al tope de uno de los palos del bote, y que esta se había quedado atorada.
UN LUMINOSO día de otoño el padre Paul y yo viajábamos por un pintoresco tramo de una autopista. De pronto, llegamos a la caseta de peaje. El padre Paul, embelesado en la belleza de la naturaleza, extendió su mano vacía hacia el recaudador de la caseta.
UN AGENTE de policía novato fue asignado a una misión de patrulla 'junto con un compañero experimentado. De pronto, la radio del carro patrullero les indicó acudir a dispersar un grupo de individuos que estaba holgazaneando.
DURANTE mi programa de adiestramiento como paramédico, el facultativo a cargo destacaba siempre la importancia de usar la terminología médica correcta. Poco después de mi graduación, al trasladar hacia el hospital a un niño con la cabeza herida, trasmití la siguiente descripción por radio: