PRESTEMOS OÍDOS A LA INTUICIÓN
Publicado en
julio 17, 2011
© 1987 POR HEIKO ERNST. CONDENSADO DE "PSYCHOLOGIE HEUTE" (NOVIEMBRE DE 1987). DE WEINHEIM. REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA. ILUSTRACIÓN: HORST MAURMANN.Aunque basemos nuestras decisiones en el pensamiento racional, no debiéramos pasar por alto otra fuente de conocimiento.
Por Heiko ErnstEl partido ya iba en el tiempo extra, y de repente le llegó un pase al fornido centro delantero. Acababa de quitarse de encima al contrincante que lo marcaba, y quedaba en la posición ideal. Pateó la pelota e hizo el tanto del triunfo para su equipo. Aquella estrella del fútbol era Gerd Müller, cuyo olfato para los goles se ha vuelto legendario.
• Cuatro editores habían rechazado el original de Douglas Hofstadter, sin embargo, el quinto decidió correr el riesgo. Poco después, al libro "Gödel, Escher, Bach: an Eternal Golden Braid" ("Gödel, Escher, Bach: un eterno cordón dorado") se le otorgó el Premio Pulitzer, y se convirtió en un éxito de librería internacional.• Un día de 1865, el químico alemán August Kekulé von Stradonitz se quedó dormido enfrente de su chimenea. Soñó con serpientes danzantes y, cuando una de ellas se mordió la cola, comprendió de pronto que las moléculas de ciertos compuestos orgánicos también constituyen anillos. Ello resultó un gran paso en la química moderna.¿Qué tienen en común estos tres episodios? Que en cada uno de ellos alguien hizo o pensó lo más correcto, en el momento preciso, aun teniendo en contra todas las probabilidades, la lógica y la experiencia. Muchas veces consideramos que esas decisiones impulsivas son obra de la casualidad o del destino, o las atribuimos a cierto sexto sentido de quienes las toman, y recordamos que también nosotros hemos tenido felices corazonadas. Sin embargo, se deben simplemente a que dejamos entrar en juego una facultad mental que a menudo hacemos a un lado: la intuición.La intuición es la voz interior que, en los momentos decisivos, nos impulsa a optar por una de dos alternativas. Sabemos algo, pero no podemos explicar por qué lo sabemos. Como hemos aprendido a depender de la razón, rechazamos los juicios "emocionales". Con esto, empero, descuidamos una facultad cognoscitiva que todos poseemos y que puede ser un útil instrumento para acceder al conocimiento.En la historia de la ciencia abundan los casos comprobados en los que la intuición ha conducido a avances importantes. Uno de los ejemplos más conocidos es el del físico y matemático griego Arquímedes, del siglo III a. de C. Cuando se metió en una bañera y el agua se derramó, comprendió el principio que lleva su nombre, y lo aplicó a otros problemas científicos. Albert Einstein también supo la importancia que reviste la voz interior; aseguraba que le servía para captar conceptos complicados.Sin embargo, entender intuitivamente una situación no significa descuidar por completo el pensamiento racional. En efecto, ambas facultades mentales se complementan en muchos casos. La intuición suministra importantes datos, que después la razón puede poner a prueba; y, a la inversa, es posible evaluar de modo intuitivo las conclusiones racionales y lógicas.Hay gente que, tras largos periodos de intensas reflexiones y mucha experimentación inútil, hace descubrimientos que para el lego parecen salidos de la nada. No obstante, los destellos repentinos de inspiración se apoyan en el trabajo racional, en el conocimiento de todos los datos disponibles, y en un sentido especial para llegar a conclusiones correctas.Así trabajaba el legendario Sherlock Holmes. Por ejemplo: ¿cómo descubrió que el asesino, en uno de sus casos, era un conocido de la víctima? Tomó en cuenta que los perros no le ladran a la gente que conocen, y como el de la víctima no ladró en el momento del crimen, Holmes concluyó que el responsable no era un extraño. ¿Realmente es lógica, y nada más, esta manera de discurrir? En retrospectiva puede parecerlo; pero fue la intuición la que atrajo la atención de Holmes al comportamiento del perro y guió así su razonamiento en la dirección correcta.Por otra parte, la intuición resulta valiosísima cuando hay que tomar decisiones a partir de datos insuficientes; por ejemplo, en asuntos económicos y políticos. Es cierto que existen apoyos en estos terrenos, como la mercadotecnia y la investigación demográfica, o las curvas de probabilidades, todo lo cual los políticos y hombres de negocios toman siempre en cuenta; pero en muchos casos la intuición es la que propicia el éxito.Con igual frecuencia, las corazonadas sirven de advertencia. Por eso, muchas veces, después de dar un paso en falso, exclamamos: ¡Yo ya sabía que todo esto pasaría! Prestamos oídos sordos a nuestra voz interior. Y, por ser muy difícil rastrear el funcionamiento de estas intuiciones, las atribuimos a la pura casualidad o a la suerte.¿Se puede fomentar el pensamiento intuitivo? Un estudio ha demostrado que muchas inspiraciones espontáneas fueron precedidas de un periodo de intensa actividad mental, seguido de un lapso de relajación. El pensamiento intuitivo, literalmente, se pone al corriente durante el sueño del investigador o artista, o en una caminata a solas, o en un viaje en tren.Varios factores podrían explicar por qué las fases de reposo fomentan la inspiración. El cerebro sigue trabajando, sin el control del pensamiento consciente. Quizá absorba información casual y la procese. A nivel inconsciente, se hacen asociaciones de ideas que el pensamiento estrictamente racional no establece. Así pues, podría decirse que la gente que nunca se toma un momento de reposo inhibe su propia intuición.Es un hecho comprobado que la inspiración suele darse sólo en determinadas áreas a cada persona. Por eso, un médico intuitivo puede ser un genio para diagnosticar, aunque sea bastante insensible en su vida privada. Un jefe de personal acaso tenga un sexto sentido para escoger a los empleados, y pierda todos sus ahorros en la Bolsa de Valores.Entonces, ¿no es posible explicar la inspiración como la experiencia aplicada correctamente? El conocimiento en torno de materias específicas ayuda a resolver problemas, por supuesto; pero como la experiencia tiende a optar por los enfoques tradicionales, realmente puede ser un obstáculo para aplicar la intuición.Escuchar la voz interior implica, con frecuencia, correr riesgos. El temor de que una propuesta insólita dé malos resultados y los haga quedar en ridículo es algo que afecta mucho a los expertos; prefieren aceptar el fracaso después de haber probado todos los acostumbrados enfoques de un problema. Confiar en la intuición, a riesgo de sufrir un descalabro, exige valor... y fe en el propio potencial intuitivo.Al parecer, las mujeres manifiestan este valor y esta fe más que los hombres. Desde la más tierna infancia se les alienta a desarrollar su emotividad, en tanto que a los varones se les estimula a cultivar las facultades racionales. De esta manera, tendemos a considerar como prerrogativa femenina la forma "emocional" del conocimiento... como lo enfatiza la tan común expresión coloquial "intuición femenina".Aunque la inspiración es independiente de nuestra voluntad, es posible mejorar la disposición a tenerla. Con ese propósito, debemos absorber como esponjas toda la información que podamos. Henry Mintzberg, investigador canadiense en el campo de la administración, ha observado que los líderes triunfadores prestan mucha atención a detalles en apariencia insignificantes, como el lenguaje corporal, los chismes y las especulaciones o conjeturas ociosas, y que prefieren los encuentros personales a los informes escritos. Además, según el investigador Peter Senge, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la personalidad creativa es la que mejor tolera lagunas en el conocimiento.El temor a equivocarnos obstaculiza la acción intuitiva tanto como los esfuerzos demasiado intensos o la aversión al cambio. Por otra parte, una actitud juguetona y humorística ante los problemas le allana el terreno a la inspiración espontánea. Seguramente, muchas ideas valiosas han muerto en embrión por este comentario: "No va a funcionar. Nadie lo ha hecho jamás". El ejemplo del estadunidense Edwin Land demuestra que no tiene que ser así. Una noche, cuando estaba de vacaciones en Nuevo México, su hija le preguntó por qué ella no podía ver en seguida la foto que le habían tomado aquel día. La impaciencia infantil trajo como consecuencia la invención de la cámara fotográfica de revelado instantáneo, y también que la compañía Polaroid, propiedad de Land, se hiciera famosa en todo el orbe.Nuestro mundo se ha vuelto tan complejo, que la mayor ilusión en la actualidad es confiar sólo en la razón. Podremos resolver mucho mejor los grandes y pequeños problemas de la vida si damos a la intuición su lugar como silenciosa pareja de nuestro pensamiento cognoscitivo.