
Lecturas: | Guardar |
Leído: | Guardar |
Personal 1 : | Guardar |
Personal 2 : | Guardar |
Personal 3 : | Guardar |
Personal 4 : | Guardar |
Personal 5 : | Guardar |
Personal 6 : | Guardar |
Personal 7 : | Guardar |
Personal 8 : | Guardar |
Personal 9 : | Guardar |
Personal 10 : | Guardar |
Personal 11 : | Guardar |
Personal 12 : | Guardar |
Personal 13 : | Guardar |
Personal 14 : | Guardar |
Personal 15 : | Guardar |
Personal 16 : | Guardar |
Lecturas: | Guardar - Eliminar |
Leído: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
: | Guardar - Eliminar |
En cierta ocasión, mi esposo y yo estábamos formados en la cola del mostrador de documentación de un aeropuerto. Me cansé de esperar y lo dejé guardando el lugar mientras buscaba donde sentarme. Como no había sillas, me conformé con el hueco del mostrador por donde se pasan las maletas a los empleados que reciben los boletos.
Me alegré mucho cuando mi hijo recibió por fin su licencia para conducir, pues a partir de entonces ya no tendría que llevarlo a los entrenamientos de basquetbol. Pero la alegría me duró hasta que abrí la puerta del garaje, con las llaves del coche en la mano, lista para ir de compras, y no encontré el auto.
Un domingo por la mañana, mi hermana recibió una sorpresiva llamada telefónica del ministro de su iglesia, quien le informó que había tenido un leve accidente automovilístico y le pidió que avisara a la congregación que no podría oficiar ese día.
Apurada porque se me hacía tarde para mi clase vespertina, eché a correr por mitad de la calle para esquivar a los peatones que iban por la acera. En eso, un coche patrulla se me plantó enfrente y un policía me gritó, enojado:
Hace poco leí un anuncio de un famoso champú, que decía:
En una reunion de amigas, nos pusimos a intercambiar consejos sobre las dietas para adelgazar. Cuando se hablaba de que dormir bien y hacer ejercicio era tan importante como comer con moderación, una de ellas dijo con sorpresa:
Todas las mañanas, de camino a mi trabajo, me encontraba a una mujer de mediana edad que, envuelta en un abrigo andrajoso, pedía limosna a la puerta de una iglesia de ladrillo. A cuanta persona pasaba por allí le daba los buenos días con una cálida sonrisa, y yo siempre le regalaba algo.