ALISO, EL ALIENTO DE LA TIERRA
Publicado en
mayo 29, 2011
Por Ignacio Abella
La soledad era eterna y el silencio inacabable. Me detuve como un árbol y oí hablar a los árboles.
Juan Ramón Jiménez, Arboles hombres
Cuando la primavera abre las compuertas de todos los ríos y desata el fragor de los torrentes montaña abajo, el aliso emprende su viaje en forma de diminuta semilla que flota y se deposita con la crecida en la parte más alta del cauce. Es el lugar preferido por estos árboles, que germinarán hundiendo sus raíces en el lecho siempre húmedo y encontrarán en las avenidas fluviales la luz que habrá de bañarlos durante toda su vida. Por un lado, los rayos calientes que vienen del cielo y, por otro, los fríos destellos procedentes del agua. Podría decirse que la propia hoja, más pálida por el envés, está diseñada para jugar con la ambivalencia y los reflejos.
Si lo contemplas al filo del amanecer, una fría y húmeda mañana de abril, comprenderás que al aliso se le haya relacionado tan frecuentemente con la hechicería a lo largo de la historia. Las copas, desvanecidas en las brumas fantasmagóricas que exhalan los ríos, pantanos y turberas en los que habita. Es la extraña naturaleza de este árbol con silueta de conífera y hoja caediza que realiza su fructificación en forma de racimos colgantes que simulan pequeñas piñas. Las ramas ondulantes, por su parte, y la madera viva se riñen de un rojo sangrante al contacto con el aire.
¿Quién cabalga tan tarde por la noche y el viento? Es el padre que va con su hijo pequeño (...) "Hijo, ¿por qué ocultas tu rostro con tanto miedo?" "Padre, ¿acaso no ves al rey de los alisos, al rey de los alisos con gran manto y corona?" "Hijo, es sólo un jirón de niebla que al pasar nos roza."
Jonathann Wolfgang Von Goethe
ESPIRITU FEMENINO
Los mitos centroeuropeos hablan de un espíritu femenino que habita el aliso, responde al nombre de Elsa o Elise entre los germanos. Entre los genios de los árboles, éste es uno de los más fascinantes y peligrosos, pues seduce y vuelve locos a los hombres y los conduce finalmente a su maravilloso reino, en el que adopta la forma de la mujer más hermosa que imaginarse pueda.
Para la tradición alemana, es un árbol funesto que llora, clama y sangra cuando se habla de derribarlo, mientras que en la Odisea, el aliso es uno de los tres árboles de resurrección que formaban el bosque sagrado alrededor de la cueva de la ninfa Calipso, en la isla de Ogigia, que algunos autores sitúan en la península de Ceuta.
En un viejo cuento europeo, un muchacho espía desde la copa del árbol una asamblea de brujas que trocean el cadáver de una mujer y lanzan los trozos al aire. El joven atrapa uno de estos pedazos y las brujas lo echan en falta, pero enseguida lo sustituyen por un trozo de aliso y de este modo recomponen el cuerpo y la mujer resucita.
La identificación de los árboles y los hombres es muy común en leyendas de todo el mundo, en las que los primeros humanos fueron creados con la madera de ciertas especies. Según la mitología griega, cuando Faetonte cae al río Erídano fulminado por un rayo de Zeus, éste, al ver que sus hermanas, las Helíades, lo lloran vagando por las orillas, decide, conmovido, transformarlas en alisos.
TODOS SUS USOS
Además del mito y de los maravillosos paisajes que forman las alisedas bordeando los cursos de agua, el aliso tiene otros muchos efectos benéficos sobre su entorno: sanea la tierra con una intensa transpiración que lleva a la atmósfera el exceso de humedad de los suelos y es capaz de fijar el nitrógeno, mejorando así los terrenos en los que se asienta. También retiene eficazmente el suelo de cauces y taludes, por lo que se planta para restaurar minas, escombreras, canteras y otros parajes degradados.
Sus hojas, que nacen tempranamente en primavera y caen tarde en el otoño, cumplen un papel importante en los ecosistemas fluviales, pues limitan con su sombra el crecimiento de algas y plantas acuáticas que podrían desarrollarse desmesuradamente, ahogando con ello otras formas de vida.
Aunque su madera nunca fue muy apreciada como leña, ni tampoco como material de construcción -de ahí. el dicho: "al aliso, ni el diablo lo quiso"-, dentro del agua, dura mucho, por lo que ha sido frecuentemente usado para pilotes y cimentaciones sumergidas. También tuvo importancia como medicina por sus efectos depurativos y sudoríficos y, como planta tintórea, puede dar distintos colores dependiendo del proceso, el mordiente y las partes del árbol utilizadas. La corteza cocida en agua con la lana, la tiñe de color rojizo y granate y, añadiendo limaduras de hierro, el tinte es negro y puede dar incluso una tinta para escribir. De formas distintas se obtienen tonos pardos, verdes y amarillos.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - OCTUBRE 2008