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MI ESPOSO es gerente de la compañía de servicios de agua de la ciudad donde vivo. Un día entró a su oficina un señor que se quejaba del alto cobro de ese mes. Mi esposo, consciente de que los encargados de tomar las lecturas de los medidores de agua no lo hacen cuando presienten que corren peligro —como cuando hay perros bravos o un nido de serpientes— y de que en esos casos se cobra una cuota anual, le preguntó si tenía perro.
CON FRECUENCIA, muchos militares hacen compras en la ferretería donde trabajo. En cierta ocasión, un oficial pidió unas resistencias de repuesto para hornillos eléctricos. Fue muy preciso respecto al voltaje y adquirió casi todas nuestras existencias. Sentí curiosidad y le pregunté para qué compraba tantas.
ESTABA ENSEÑÁNDOLES A MIS alumnos de quinto año a hacer entrevistas. Ellos pusieron en práctica la teoría preguntándome mi edad. Como eludí la respuesta, quisieron saber por qué. Les dije que la edad no tenía importancia.
POR MOTIVOS de trabajo acostumbramos pedir a los clientes sus datos personales para poder localizarlos en caso necesario. En una ocasión, un compañero le pidió a una señora su número de teléfono, a lo que ella le respondió preguntándole cuál le había dado la vez anterior.
A UNA COMPAÑERA de trabajo la multaron por conducir con exceso de velocidad y le ordenaron asistir a un curso correctivo. El instructor hizo hincapié en la puntualidad y dijo que las puertas del aula se cerrarían al empezar cada sesión.
TRABAJO en una tienda de descuento y estoy a cargo del departamento de productos para el entretenimiento en el hogar. Un día hubo una divertida conversación telefónica entre uno de los vendedores y un usuario de computadoras principiante. El cliente preguntó si teníamos
VESTÍ CON ELEGANCIA a mi hijo de cinco años para asistir a una boda, pero me di cuenta de que se sentía a disgusto, pues me preguntó:
UNA MAÑANA, mis hijas adolescentes se encontraron un perro en el parque del barrio. Cuando ya se marchaban, el animal las siguió. Temerosas de que pudiera ocurrirle algo malo, y en vista de que llevaba sujeto al collar el domicilio del dueño, lo llevaron allí. Llamaron a la puerta pero nadie acudió, así que tocaron el timbre de un vecino y le preguntaron cuándo volvería el dueño.