ROMPER CON LA INERCIA DIARIA
Publicado en
enero 02, 2011
Las cadenas del hábito, por lo general, son demasiado pequeñas para poder notarlas hasta que se vuelven demasiado fuertes para poder romperlas.
Samuel Johnson
Renunciar a los hábitos negativos y a los automatismos genera un espacio creativo muy beneficioso para cambiar lo que no nos gusta y avanzar en nuestra propia vida.
Por Frances MirallesTal vez porque el ser humano es animal de costumbres, como suele decirse, a menudo nos dejamos arrastrar por determinadas rutinas como si no existiera otra manera de vivir el día a día. Los hábitos tienen un efecto beneficioso -aportan orden y serenidad-, pero, si se convierten en la única brújula de nuestra existencia, el viaje puede acabar perdiendo su sentido. Sobre todo cuando nos sentimos insatisfechos con nuestra vida, la inercia es un piloto automático que debemos desconectar para volver a tomar las riendas de nuestro destino. Es decir, hay que cambiar el modo de proceder para no incurrir en los mismos errores. Como decía Albert Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo."
EL ORIGEN DE LO INMUTABLE
Abandonar los hábitos que a diario nos proporcionan seguridad supone para muchos prácticamente dar un paso en el vacío. Acostumbrados a que la inercia guie todos nuestros pasos, de repente se abre ante nosotros un mundo desconocido que nos da miedo. Pero, contra ese sentimiento nuestro de indefensión, merece la pena revisar de qué forma se suele generar este tipo de automatismos.
Una historia tradicional hindú cuenta que, cuando un conocido gurú se sentaba en el templo a pronunciar sus oraciones, un gato del vecindario solía entrar y distraía a los congregados. Esto hizo que el sacerdote finalmente ordenara que se atase al felino a una columna durante el servicio divino. Cuando el gurú hubo fallecido, el gato siguió atado durante las oraciones. Muerto el animal, los fieles trajeron al templo otro gato, al cual ataban mientras tenía lugar el culto. Siglos después, los discípulos del gurú escribieron sesudos tratados sobre la significación litúrgica de atar un gato a la columna durante el servicio divino.Esta anécdota nos revela uno de los aspectos más sorprendentes de la inercia: a menudo repetimos determinadas acciones, acritudes u opiniones sin saber por qué lo hacemos. Como el gato atado a la columna, tal vez aquel hábito tenía un sentido originalmente, pero con el tiempo se ha vaciado de contenido.Estos son algunos ejemplos de inercias rituales que han perdido su sentido:● Hábitos que se empezaron como un acto de rebelión juvenil -fumar o beber alcohol- pero que en la edad adulta sólo aportan perjuicios para la salud.● Amistades con Las que no disfrutamos ni nos identificamos, y que mantenemos únicamente porque nos une un vínculo muy antiguo.● Un empleo que no nos gusta, pero al cual nos aferramos por miedo a buscar otro donde sí podríamos realizarnos.● Automatismos como conectar el televisor al llegar a casa o alimentarnos por pereza con platos precocinados.● Las quejas constantes sobre todo lo que nos sucede -con el consiguiente aburrimiento al que sometemos a los demás- sin que hagamos nada positivo por intentar cambiar Las cosas.El gran salto de una vida repetitiva a una rica es desconectarnos de lo que nos limita.
En uno de los argumentos más originales que ha planteado la industria de Hollywood, la comedia dirigida por Harold Ramis El día de la marmota -en España se tradujo como Atrapado en el tiempo- es una fábula divertida e iluminadora sobre el concepto de la inercia.Su protagonista, el actor Bill Murrav, es el hombre del tiempo de una cadena de televisión que acude a una pequeña población de Pennsylvania (EEUU) donde cada 1 de febrero se celebra el día de la marmota, una tradición que pronostica por la conducta de uno de estos animales cuánto tiempo queda para el fin de la estación fría. Tras las tomas de rigor, el hastiado presentador ya se dispone a regresar a su ciudad cuando queda atrapado en una tormenta de nieve y debe pasar la noche en el pueblo. Para su asombro, al día siguiente en el radio despertador suena la misma canción, I'got you Babe, y a medida que se viste, desayuna y sale a la calle, se da cuenta de que vive de nuevo el día de la marmota.El gran éxito de esta película se debió, en buena parte, a que millones de espectadores se identificaron con la situación del protagonista. Cuando cada día que vivimos es igual al anterior, y el siguiente no promete ser distinto, nos sentimos atrapados en nuestro día de la marmota.La resolución de la película es una buena pista para romper el bucle vital que nos llena de apatía. Cuando impedimos que nos arrastren los acontecimientos y empezamos a introducir cambios efectivos en nuestra jornada, la marmota deja de marcar el tiempo.TRES PASOS HACIA LA LIBERTAD
Sobre las ataduras de la inercia reflexionó el maestro y místico G.I. Gurdjieff. Este intelectual heterodoxo, nacido en la Armenia rusa en el siglo XIX, recomendaba, en primer lugar, la autoobservación para salir de este estado pasivo.
Una vez nos damos cuenta de lo que hacemos mal y de aquello que podríamos hacer aún mejor, el segundo paso es cambiar los hábitos que nos limitan. Cada vez que rompemos uno de ellos se produce un cambio global en nosotros.El tercer paso sería hacer descabalgar la inercia y sustituirla por la voluntad. En palabras del propio Gurdjieff: "El hombre es el ser que puede hacer. Hacer significa actuar conscientemente y de acuerdo con la propia voluntad. Sin exagerar, podemos decir que todas las diferencias que nos impresionan entre los hombres pueden reducirse a las diferencias en la conciencia de sus acciones."Según este enfoque, el gran salto cualitativo de una vida repetitiva a una existencia rica y excitante es desconectarnos de la inercia. Dejando fuera de discusión los hábitos positivos, como comer y acostarnos a determinadas horas, cuando aprendemos a improvisar y a hacer nuestra realidad, muchas de las barreras que nos limitaban desaparecen.Para ello podemos seguir los tres pasos mencionados, que se resumen en esta ecuación: la capacidad de contemplar nuestra vida en perspectiva nos permite eliminar los hábitos negativos: así, se genera un espacio creativo para poder tomar el manilo de nuestras acciones.EL ETERNO RETORNO
En la novela que le hizo célebre, La insoportable levedad del ser, Milan Kundera reflexiona así sobre la idea del eterno retorno, postulada por el más provocador de los pensadores modernos: "La idea del eterno retorno es misteriosa y, con ella,Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial? (...) Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como jesucristo en la cruz. La imagen es terrible."
Que la historia se repite exactamente igual tras cumplirse cada ciclo es un postulado filosófico que no podemos demostrar. Pero la idea del eterno retorno sí que funciona dentro de los límites de una vida humana. ¿Cuántas veces no tenemos la sensación de que repetimos errores y pasamos una y otra vez por los mismos escenarios no deseados?El mundo está lleno de personas que vuelven a fumar después de haberlo dejado una docena de veces, o de sujetos agresivos que, tras prometer cambiar, incurren en las mismas actitudes. Este retorno a situaciones que creíamos haber superado produce un doloroso sentimiento de frustración e inutilidad. A menudo se tiene la sensación de que no es posible gobernar la propia vida.La única manera de romper con este círculo vicioso es asumir que somos responsables de todos nuestros actos, que no somos robots programados genéticamente para actuar de ésta o aquella manera. Como seres dotados de conciencia, tenemos libertad de acción. Al asumir esta libertad, que también es una responsabilidad, dejamos de actuar dentro de bucles y de inercias que no nos conducen a ninguna parte.En un viejo mito citado por Homero en La odisea, se explica que Sísifo fue condenado por los dioses a un singular infierno. Su castigo sería empujar una enorme piedra cuesta arriba por una ladera empinada. Pero, antes de alcanzar la cima de la colina, la piedra siempre rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio.Este mito inspiró al existencialista Albert Camus todo un ensayo sobre el significado de este castigo: "Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza (...) Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?"SISIFO ABANDONA SU CARGA
Los seres humanos no vivimos en un infierno donde nos fuercen a una tarea tan pesada, pero más de uno se empeña en seguir empujando una roca que sólo le aporta su peso aplastante. La inercia hace que eche a rodar una vida que no le gusta ni siente como propia.
Este Sísifo quedará liberado el día que abandone su carga y busque prados más verdes. No debe temer a ser perseguido por los dioses, porque el único dios del Sísifo moderno es su propia roca.Abandonada la inercia que consumía sus energías y no le dejaba espacio para buscar una vida con sentido, ante él se abre un mundo nuevo. Afirmaba San Juan de la Cruz: "Para ir a donde no se sabe, hay que ir por donde no se sabe".Lo bueno de dejar atrás cargas inútiles es que nos convertimos en aventureros de nuestra propia vida. De repente, nos damos cuenta de que hay tantos senderos como uno se atreva a trazar. Liberado de la inercia, todo ser humano se convierte en su propio camino.PARA DESHACERNOS DE LAS ATADURAS
Cambiar de aires. A veces caemos en la inercia porque en nuestro tiempo libre frecuentamos siempre los mismos lugares y las mismas personas. Para evitarlo, conviene aprovechar los fines de semana para cambiar de ambiente.
ETiQUETA TUS HABITOS. Divide un folio en dos columnas y escribe a la izquierda los hábitos que te aportan bienestar y, a la derecha, los que te generan desazón. Ponte como objetivo eliminar cada semana uno de los hábitos negativos.
INNOVA CADA DIA. Plantéate como reto hacer cada jornada algo que nunca habias hecho: tomar un camino nuevo al trabajo, charlar con alguien con quien tenías una relación superficial o leer un libro que te aporte una nueva visión.
APAGA EL TELEVISOR. Es un gran ladrón de tiempo y, mal empleado, convierte los hogares en el cuartel general de la inercia. En lugar de encenderlo al llegar a casa o sentarte ante él
"a ver qué echan", utilízalo sólo para ver lo que te interesa especialmente.
TRAZA PLANES A CORTO PLAZO. Un dicho budista reza:
"La ayuda lenta no es ayuda." Del mismo modo, si prevemos introducir cambios a muy largo plazo, es probable que se diluyan con el tiempo. Es mucho más eficaz volcarte en proyectos que puedas empezar ahora mismo.
CAMBIA DE AMBIENTE. La inercia nos viene dada por los lugares y personas que frecuentamos en nuestro tiempo libre. Dado que no podemos cambiar cada semana de trabajo, es saludable que los fines de semana cabiemos de ambiente.
DEJA DE QUEJARTE. Los hábitos mentales negativos son el freno más importante para que nuestra vida pueda despegar. En especial, una actitud de queja constante agota a la persona y a su entorno y deja poca energía libre.
IMAGINA UNA VIDA ALTERNATIVA. Sóio encontrarás esta medicina en la farmacia de tu mente. Para romper con la inercia hay que imaginar antes una vida alternativa, una vez visualizada, diseña sin demora las actuaciones que te llevarán hacia esa nueva situación.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - OCTUBRE 2008