Publicado en
noviembre 07, 2010

Un cura español que no quería a los argentinos fue enviado a una población de ese país a cumplir con sus labores. En el sermón del primer domingo el cura les dijo:
― Queridos hermanos, hoy voy a hablaros de Caín y Abel. Vosotros sabéis que Caín estaba invadido por el demonio del mal y mató a su hermano con la quijada de un burro. Debéis tener presente que Caín era argentino.Al siguiente domingo a la hora del sermón les dijo:― Queridos hermanos, hoy voy a hablaros de María Magdalena, esa mujer pecadora a quien el señor en su infinita misericordia perdonó. Debéis tener claro que esta pecadora era argentina.Y así cada domingo en los sermones el personaje pecador era argentino. La gente molesta envió un mensaje al vaticano protestando por el comportamiento del cura, a lo que sus superiores respondieron amonestándole y exigiéndole no mencionar la palabra argentina en ninguno de sus sermones, so pena de ser sancionado. El cura se prepara entonces para su sermón del domingo y ese día le dice a sus feligreses:― Hermanos, hoy voy a hablaros de la última cena. En este pasaje el señor cena con sus doce discípulos y manifiesta su preocupación porque uno de ellos lo entregará a los fariseos. Judas Iscariote allí se encontraba, se levanta de la mesa y le dice: "¡Che viejo, no vas a decir que soy sho!"